Por Darío Rosatti
Buenos Aires- 19 de diciembre de 2024-Total News Agency-TNA- La delicada situación del gendarme argentino Nahuel Gallo, detenido en Venezuela desde el 8 de diciembre, ha desencadenado un cruce de acusaciones entre la vicepresidenta Victoria Villarruel y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Este episodio no solo pone de manifiesto la tensión existente entre ambas figuras políticas, sino que también refleja una preocupante falta de seriedad en el tratamiento de un tema tan crítico. Se trata de una grave situación diplomática donde la vida de un gendarme argentino esta en juego, no de egos y recelos personales de dos señoras.
Villarruel, en un tuit que posteriormente eliminó, cuestionó la decisión del Gobierno nacional de autorizar el viaje de Gallo a Venezuela, afirmando: “Jamás habría autorizado a un gendarme a ir a Venezuela. Lo que está ocurriendo es la consecuencia tristemente obvia”. Su comentario surgió como respuesta a un usuario que le reclamó un pronunciamiento sobre la detención del gendarme, quien ha sido acusado por el régimen de Nicolás Maduro de ser espía del Gobierno argentino.
La reacción de Bullrich fue inmediata y contundente. En su mensaje, la ministra acusó a Villarruel de “utilizar a Nahuel Gallo para juntar likes” y criticó su “cobardía” por eliminar el tuit cuando la repercusión no fue la esperada. Bullrich continuó su ataque, señalando que Villarruel carece de conocimiento sobre los procedimientos administrativos de la Gendarmería Nacional, recordándole que la autorización de viajes se otorga a través de la Dirección de Personal.
Además, Bullrich no perdió la oportunidad de abordar otro tema candente: el aumento de dietas en el Senado. En su respuesta, instó a Villarruel a “ocuparse de frenar el descabellado e inminente aumento de sueldos en el Senado de la Nación”, subrayando que la ciudadanía está haciendo un esfuerzo heroico para superar la crisis heredada y no merece financiar dietas de $9,5 millones para ningún legislador.
La situación se torna aún más compleja al considerar el contexto de enfrentamiento entre Villarruel y el presidente Javier Milei. El mandatario ha reconocido públicamente el quiebre en su relación con la vicepresidenta, señalando que Villarruel está “más cerca del círculo rojo y de la alta política”, ámbitos que Milei suele criticar como parte de la “casta”. Esta tensión se ha acentuado desde el inicio del gobierno libertario, cuando se incumplió la promesa de campaña de que los ministerios de Seguridad y Defensa estarían bajo la órbita de Villarruel.
El cruce entre Villarruel y Bullrich, además, ha sido precedido por comentarios de aliados de la ministra, como el legislador porteño Juan Pablo Arenaza, quien también criticó a Villarruel por su mensaje sobre el gendarme. Arenaza sugirió que la vicepresidenta no comprende la realidad de quienes no tienen libertad para visitar a sus familias.
Este intercambio, que parece más un debate de peluquería que una discusión seria sobre la seguridad nacional, pone de relieve la falta de seriedad con la que se aborda la situación del gendarme secuestrado. Mientras la vida de Gallo pende de un hilo en un régimen hostil, las diferencias políticas entre Villarruel y Bullrich parecen eclipsar la gravedad del asunto, convirtiendo lo que debería ser una preocupación unificada en un campo de batalla político donde las prioridades se desdibujan.