Celso Jaque fue un exitoso intendente de Malargüe durante dos períodos. Quizás el mejor de la historia del departamento más joven, más austral y más extenso de la provincia.
Su acceso al poder municipal marcó un cambio sustancial en el departamento. Realizó obra pública impensada anteriormente: construcción del polideportivo, dirección de turismo, edificio municipal, actual terminal de ómnibus, un hermoso y monumental centro de exposiciones y convenciones, planetario, campus educativo, varias obras de agua potable en parajes rurales, etc.
Es decir que fue un intendente eficaz, razón por la cual el hecho que paso comentar a continuación me llena -al igual que a otros tantos malargüinos– de asombro y curiosidad.
Verlo sentado cómodamente en tercera fila del patético tren fantasma que acompañaba y ovacionaba a Cristina Fernández de Kirchner en ocasión de su asunción a la presidencia del PJ nacional luego de haber presionado a todos sus seguidores para ser la única aspirante a la conducción de un partido al que en innumerables ocasiones afirmó que detesta al igual que a su fundador.
Verlo sonreír aplaudiendo en un modo comparable a la adoración religiosa, entendida la misma como “culto servil a un dios al que se le debe devoción, obediencia, amor y rendición”.
Venerando, al igual que muchos “militantes fieles” precisamente a la persona más corrupta y que más daño ha ocasionado al país. La doblemente condenada y con varias causas gravísimas pendientes.
Esta actitud desaforada es la que conduce a una egolatría y petulancia que muchos personajes no asimilan bien y se vuelven déspotas, engreídos, soberbios, arrogantes y groseros para, finalmente, convertirse en ídolos con pies de barro.
Lo de Jaque, que luego de una gobernación mediocre sin penas ni gloria y un paso de cuatro años por la diplomacia recuperó la intendencia malargüina, se postra a los pies de la pasionaria del calafate, admiradora de tiranuelos sudamericanos, del terrible Putin y de Irán, estado terrorista por antonomasia.
¿Había necesidad?
Por lo visto el intendente pertenece al grupo que se sale de todo límite. Es el que ama a los políticos corruptos así, de rodillas, rindiéndole culto con un amor enfermizo mientras discuten y pelean entre ellos.
¿Cuestionar a la jefa? ¡Ni en sueños! Eso pese a que catorce jueces y cinco fiscales ratifican su condena, siendo la situación de CFK indefendible.
No debemos olvidar que condenó a sus amigos por no ser obedientes. Tanto ella como sus cómplices y adláteres encubren y liberan delincuentes, hicieron en Olivos fiestas clandestinas en pandemia mientras nos mantenían prisioneros en nuestros domicilios, contaban mecánicamente y pesaban bolsos con millones de dólares y euros, revoleaban bolsos repletos de divisa estadounidense en un convento de madrugada y no podían justificar la aparición de 5 millones de la misma moneda en una caja perteneciente a la hija menor del matrimonio presidencial. Todo esto y mucho más. Porque politizaron la justicia y judicializaron la política.
Como dato adicional (¿o casual?) de Jaque es la coincidencia de su encuentro con el presidente de la CNEA con la intención de reabrir al público el parque El Mirador que se encuentra en el predio de este organismo nacional en Malargüe y la fecha de la asunción al PJ de la dos veces condenada exfuncionaria.
Dicho de otra manera: fondos públicos garantizaron la presencia de otro fervoroso aplaudidor en el acto de la señora.
Verdadero rosario de hechos a tener muy en cuenta al momento de emitir el sufragio, única oportunidad que poseemos los hombres de bien para frenar al menos parcialmente la corrupción.
La casi totalidad de los pasajeros del tren fantasma de Cristina deberían ser trasladados al trencito que lleva a la cárcel del fin del mundo, Esa que funcionó antiguamente en la apacible, fresca y bella Ushuaia que bien podría acondicionarse habilitándola para albergar a tanto corrupto.
Este artículo se publicó primero en Mendoza Today.
Fuente Mendoza Today