Escucho preocupadamente a mucho muñeco local arengar una crisis estilo 2018, pero en Brasil. Si ese es el caso, nos lleva puestos a nosotros. A Brasil le puede ir mal, pero no demasiado mal, porque en ese caso, Argentina se rompe toda.
Si producís diez sillas y el cliente que te compra cinco de esas sillas quiebra, vos quebrás con él, así se puede resumir brevemente la dependencia de Argentina para con Brasil. Gigantesca ingenuidad la de celebrar colapsos de vecinos.
¿Crisis del real?
En lo que va del año el real de Brasil se deprecia un 25%. Se hace difícil para la Argentina llegar a un diciembre sin saqueos, ni explosiones cambiarias, pero, por suerte, este es el caso para un formidable cierre de 2024. Impensadamente, el periodismo argentino se quedó sin crisis para relatar en este año y muy a pesar de las formidables bombas monetarias con las que asumió el Gobierno. Tremendo mérito de esta administración libertaria, impensado y maravilloso a la vez.
Por supuesto que si queremos criticar a esta Argentina vamos a encontrar un millón de razones para hacerlo. Un país que viene siendo sistemáticamente roto por cien años de política tradicional, requerirá al menos una década para empezar a recuperar cierta normalidad generalizada, por lo que seguiremos observando estructuras de precios relativos absolutamente incomprensibles fruto del torpe modelo hiper-socialista que se viene aplicando en este país desde hace más de un siglo.
Y en este contexto de contradicciones permanentes, resulta evidente que Argentina se plantea como el ejemplo contrario a Brasil. Brasil podría enfrentar una crisis cambiaria, por lo que apurarse en comprar Bovespa porque está “barato” podría resultar en una estrategia catastrófica. Por supuesto que el Bovespa está barato, pero probablemente lo va a estar aún mucho más en junio de 2025.
Argentina y Brasil en dos ciclos de mercado absolutamente opuestos: bull market vs bear market. Wall Street castiga a gobiernos socialistas y premia a gobiernos de derecha. Por lo tanto, hoy en día venden Chile, México y Brasil y compran Argentina. Esta tendencia no está ni cerca de querer cambiar. Los retornos en dólares para estos cuatro mercados en lo que va del año son:
- Argentina +121%
- México -28%
- Brasil -34%
- Chile -10%.
El premio a la Argentina y el castigo al resto es más que evidente. Wall Street siempre opera por ciclos y los mismos precisamente definen a un bull market (mercado comprador) o a un bear market (mercado vendedor).
Un claro ejemplo de un bull market actual es Argentina y no pareciera querer cambiar en el futuro cercano. Un claro ejemplo de un bear market actual es Brasil y tampoco pareciera querer cambiar en el futuro cercano. Pareciera seguir teniendo sentido entonces estar comprados en Argentina y vendidos en Brasil. Apurarse en esta disciplina puede ser catastrófico. Wall Street hará sangrar a Brasil hasta que un cambio político ocurra. Pareciera que todavía estamos muy lejos de dicho evento.
¿Temprano entonces para comprar Brasil? El Bovespa de Brasil ha sido en este 2024 la gran víctima de mercados emergentes. Pero, en realidad, la malaria de Brasil comienza el 15 de mayo de 2008 cuando el EWZ (ETF que replica al Bovespa) por un ratito no más hace máximos históricos (ATHs) en 100,51 USD. Desde entonces, su debacle ha sido incansable y otro ejemplo más de lo cruel que suele ser Wall Street con gobiernos socialistas.
Si Brasil recuperase su valor máximo sin ajustar por inflación, prometería un retorno de +335% y, si a dicho número lo recalculásemos ajustado por inflación, implicaría un retorno potencial superior a +455% si es que alguna vez Brasil retoma la senda que seduce a Wall Street.
Solo con comparar el rendimiento relativo del Merval vs el Bovespa para 2024, la cifra se acerca a un +235% en favor de activos argentinos. En lo que va del año, el Merval exhibe un retorno en dólares de +121%, mientras que el Bovespa generó pérdidas por -34% en otro ejemplo más de lo mucho que Wall Street premia al capitalismo (en este caso Argentina) y de lo cruel que suele ser con intentos socialistas (en este caso Brasil).
¿Estará Brasil próximo a vivir un evento cambiario similar al de Argentina en abril 2018? Que el mismísimo Satanás no lo permita.
Mientras el real brasileño sufre una permanente presión devaluatoria fruto de un esquema fiscal sin control, aquí en Argentina observamos que el dólar en todas sus formas y a pesar del recalentamiento de la semana pasada, viene rondando los impensados “1.000” como augurio de lo que sería su cotización ante una liberación del cepo que ya se siente como “inminentemente cercana”, y si este fuese el caso, dicho evento le permitiría a la Argentina convivir finalmente con un tipo de cambio único y cercano al mágico “1.000”, intentando volver a funcionar como un país normal desde el punto de vista cambiario.
A todo extranjero que se le intenta explicar la lógica del dólar oficial, del dólar MEP, del dólar cable y de todos los otros dólares que pululan como recuerdo K, se le convierte en una experiencia imposible de asimilar. Para comprender el delirio cambiario al cual nos llevó la enciclopedia K tenemos que haber nacido en Peronia y comido dulce de leche con medialunas desde los cinco años.
Por eso, cuando uno lee a mucho muñeco internacional que intenta explicar la dinámica cambiaria de Argentina desde la óptica de un libro clásico escrito en Washington, se nota que ni siquiera conocen donde queda el Obelisco y ni quien fue Tita Merello.
La dinámica económica a la que nos llevaron estos veinte eternos años de locura post-default 2001, merece un libro único y aparte de los países del resto del mundo normal. La realidad que favorece a la Argentina no pareciera querer cambiar de cara a 2025 y la negatividad con la que Wall Street sigue castigando a Brasil, tampoco. Como todo en Wall Street, llegará el momento de vender Argentina y comprar Brasil, pero no pareciera que estemos ni cerca de dicho escenario.
Fuente El Cronista