El 8 de diciembre de 2023, a la altura de Viana do Castelo (Portugal), el buque Toconao perdió parte de su carga. Entre los seis contenedores que cayeron al mar, había uno que albergaba 25 toneladas de pellets de plástico , que en cuestión de días empezarían a llegar a la costa gallega . Y con ellos, un jugoso pilar sobre el que estructurar la precampaña de las autonómicas. La alarma saltó a principios de enero, y con las elecciones a menos de dos meses, la oposición apenas tardó en recuperar términos como ‘Prestige’ o ‘marea negra’, haciéndose hueco, de paso, en un panorama político dominado por los populares, que ostentan desde hace más de una década la mayoría en la Comunidad. Una comparación, cuanto menos, «desafortunada», como explica Ricardo Beiras, catedrático de la Universidad de Vigo por el departamento de ecología y biología marina, con la que rápidamente cundió el pánico, llegando incluso a cuestionarse los informes de la Xunta que evaluaban su toxicidad. Pero el tema se fue tan rápido como vino, y ahora, un año después, ya no se habla de la crisis de los pellets. Eso sí, el sector del mar todavía recuerda sus efectos, pero no por la contaminación. Lo que más daño hizo, aseguran, fue la campaña mediática y la desinformación. Los sacos empezaron a llegar a la costa gallega el 13 de diciembre, cuando todavía se desconocía su procedencia y la cantidad. No fue hasta pasada la Nochevieja, el 4 de enero, cuando la noticia ganó notoriedad en redes sociales, tanto de asociaciones locales como entre los ‘influencers’, y saltó a todos los medios de comunicación. En conversación con ABC, José Antonio Pérez Sieira, presidente de la Federación Gallega de Cofradías de Pescadores y patrón mayor de Ribeira, rememora cómo se enteró. En Galicia, indica, los vertidos de pellets no son tan habituales, pero aquel día estaba en Tenerife, y allí, añade, le dijeron que esas pequeñas bolas de plástico llevaban «muchos años» apareciendo en sus playas. En cambio, en la Comunidad se hablaba del suceso «como si estuviese todo contaminado, cuando en otras zonas es lo normal», lamenta. La confusión fue tal que, a finales de enero, el sector se vio obligado a publicar un manifiesto ‘Contra la desinformación de los pellets y por el futuro de la pesca’, aprobado por unanimidad en el Consello Galego de Pesca. El texto hablaba de un «injustificado ataque» contra la pesca, tachando de «falta de respeto» hacer creer «que este vertido es comprable con una marea negra» y usar imágenes de Sri Lanka para «engañar a la opinión pública», como hicieron las Juventudes Socialistas. En sus redes sociales, difundieron una imagen de un pez muerto, repleto de granzas de plástico, con el texto ‘Niegan el Prestige de Alfonso Rueda’, pero la imagen era de 2021, del vertido de cientos de toneladas de pellets en la costa del país asiático en el que fue uno de sus mayores desastres ambientales. Imagen del vertido de Sri Lanka que, entre otros, usaron las Juventudes Socialistas hablando del vertido en GaliciaEste alarmismo fue «un problema enorme» para el sector, recuerda Pérez Sieira, porque «los que iban a pagar días más tarde las consecuencias» eran los pescadores. No sólo bajaron las ventas, explica, fue una crisis de prestigio. «A los pocos días nos hicieron unas llamadas de MercaMadrid y MercaValencia, que no querían comprar la merluza de aquí, el pescado, porque estaba contaminado con plásticos. No querían comprar el producto«. Tuvieron que ir allí a explicárselo «de primera mano». La merluza ni siquiera se pescaba en la costa gallega, procedía de Irlanda, del Gran Sol, pero el pánico se propaga rápido. Él lo tiene claro: «Fue muy mediático porque nos coincidió con los comicios electorales». La palabra clave: PrestigeConocedores de la huella que dejó el vertido de crudo del año 2002 en la población gallega, que de vez en cuando todavía ve petróleo incrustado en las piedras, las referencias a esa tragedia se convirtieron en la percha perfecta para darse a conocer de cara a las elecciones . Algunos se acercaron a las playas desde el día 5, como el por aquel entonces desconocido candidato socialista, José Ramón Gómez Besteiro. Desde Muros, aseguró que no permitiría que se repitiese el «manual Prestige», acusando a un presidente «desaparecido» que «no entendía la gravedad de la situación». Quien no se pasó por la costa fue el presidente, Pedro Sánchez, quizás porque la situación no era tan grave. También Podemos y Sumar, que intentaban ganarse un hueco en el imaginario publico de cara al 18F, se sumaron al carro: desde un «pequeño Prestige», como lo definió la candidata de la formación morada, Isabel Faraldo; a un tuit de la candidata del partido de Yolanda Díaz, Marta Lois, en el que, a día 6, afeaba que «otra vez el PP, otro desastre en nuestro mar, quedan 43 días para deshacerse de ellos». Incluso la vicepresidenta segunda se acercó a las playas a recoger pellets. Mientras tanto, el 5 terminaba el plazo para presentar las coaliciones electorales, y el 15, las candidaturas. El día siete, Alfonso Rueda fue revalidado como candidato del PPdeG, y empezó la artillería pesada. El Bloque también se unió a la campaña desde el día 5, asegurando, todavía sin conocer ni el alcance del vertido ni la composición del plástico, que se trataba de una situación «gravísima» que «recordaba mucho a los primeros días de la marea negra del Prestige» . Tirando de metáfora, Ana Pontón, la portavoz nacional del partido –que en algo más de un mes conseguiría el mejor resultado de su historia–, empezó a hablar a los pocos días de una «marea de plástico» –con la tímida puntualización esporádica reconociendo que la situación no se parecía en nada a la «marea de chapapote» del 2002–, que rápidamente pasó a ser una «marea de mentiras». El BNG supo como exprimir el tema, a cargo del gobierno Ribeira (La Coruña), una de las zonas más afectadas. La alcaldía la consiguieron con el apoyo de los socialistas y del Partido Barbanza Independiente, una escisión a la derecha del PP. «Negacionismo» de la cienciaSe cuestionó la gestión de las administraciones, denunciando una suerte de ocultación deliberada de información. Acusaciones cruzadas, recuerda el presidente de la Federación Gallega de Cofradías de Pescadores, que, en vez de ayudar, no hicieron más que «generar ruido». Todos querían saber quién avisó a quién y cuándo se hizo para tener un culpable. Y todos se defendieron. Incluso se llegaron a poner en tela de juicio los informes de la Xunta que negaban la presunta toxicidad de los pellets, en los que se evidenciaba que se trataba de un producto « apto para el uso alimentario « y que no era tóxico. Noticias relacionadas estandar No La Xunta reclama al Gobierno que asuma el coste del vertido de pellets en las playas L. G. L. estandar No El PP gallego exige a Besteiro y Pontón que pidan perdón por su «electoralismo» con los pélets J. H.Lo cuestionaron los políticos, como Ana Pontón, que al día siguiente llegó a reclamar que se publicase el documento que «le permite [a la Xunta] decir que este material no es tóxico, cuando otras instituciones están afirmando lo contrario, otros científicos alertan del peligro que tiene este residuo en el medio marino«; la candidata de Sumar, que empleó sus redes sociales para criticar que se »subestimase la crisis« asegurando que »el Gobierno del PP de la Xunta sí que es tóxico«; o Abel Caballero, que aseguró »no fiarse de nada« de lo que decía el Ejecutivo autónomico. También se sumaron al carro de la conspiración medios de comunicación, autonómicos y nacionales. Algunos se aferraron a que, una vez convertido en polvo, los pellets suponían un riesgo al entrar en contacto con los ojos o la piel o al inhalarse, pero ese no era el caso del vertido. Otros hablaron de un informe «chapuza», o de «negacionismo de la química», y, como consecuencia, cundió el pánico. En cuestión de días se generó, de mano de periódicos, políticos, asociaciones ecologistas con tendencias políticas claras e ‘influencers’, un alarmismo «injustificado», como explica a ABC el Catedrático de Química por la Universidad de Santiago de Compostela, Massimo Lazzari. Afortunadamente, asegura, hoy en día ya ha «cambiado la opinión» al respecto. Como una bolsa de plásticoEl investigador no tiene ninguna duda: «Fue una fuente más de plásticos que va a acabar en el mar, sí», pero no «tóxica». Los pellets del vertido, en concreto, explica, eran de polietileno , y se usan, por ejemplo, para invernaderos o para lonas con los que cubrir los cultivos, como las fresas. De ahí que tuviesen presencia del adictivo UV 622, estabilizador de la luz ultravioleta, sobre el que tanto se especuló. Este, asegura, «tiene una peligrosidad limitada». «Si me comiese un kilo, claro que sería peligroso», pero no «con las cantidades que había [en los pellets]».A pesar de que algunos medios decían que era tóxico, explica, además del impacto en el medio ambiente, no había «ningún tipo de problema de toxicidad»: «Tiene la misma peligrosidad que tendría una bolsa de plástico dejada en una playa«, pone como ejemplo. Justamente este plástico, además, está aprobado para uso alimentario, »para estar en contacto con la comida«, señala. »Lo que ocurre con el plástico en cualquier entorno marino es que se va a degradar muy poco y va a quedarse ahí durante siglos«, destaca. En el caso de los pellets, además, los que no lleguen a costa se hundirán en el fondo del mar, y se unirán al resto de plásticos, la mayoría, señala, »procedentes de la actividad pesquera«. Una cuestión, asegura, sobre la que es importante »hablar de manera correcta, sin alarmismos«. En definitiva, este suceso «no tiene ninguna» similitud con el Prestige más allá del hecho de ser un vertido. En ese caso, «sí que había una toxicidad directa» y, además, la textura «viscosa» del crudo atrapaba a los animales y evitaba que pasase la luz del sol al fondo marino. «Los compuestos que están en el petróleo son tóxicos, pero una vez que se transforman en plástico ya no tienen esa toxicidad. Y por eso lo usamos», asevera Lazzari.«No tuvieron nada que ver»En esto coincide Ricardo Beiras, investigador del grupo Ecotox de la Universidad de Vigo, que asegura que estos dos incidentes «no tuvieron nada que ver» y que la comparación con el vertido de 2002 fue «desafortunada». «Sucedió exactamente lo contrario», porque con el crudo «sí que había efectos agudos» que podían tener consecuencias en la salud «a corto plazo». MÁS INFORMACIÓN estandar Si Adiós a los microplásticos Crean el primer plástico que se descompone por completo en el agua de mar en solo unas horas Judith de JorgeTampoco fue acertada, explica, la comparación con lo sucedido en Sri Lanka en 2021. «Aquí fue un contenedor y allí un barco entero», por lo que las consecuencias en el medio fueron mucho mayores. En un caso fueron 1.700 toneladas, y en el otro, 25. Además, el buque, que se incendió, también derramó sustancias químicas, y el Gobierno local se vio obligado a prohibir la pesca de forma preventiva en un radio de 80 km. En Galicia eso no sucedió, pero aunque hubiese «un impacto químico cero», reconoce Beiras, este tipo de accidentes generan cierto desprestigio en el sector, algo que en la Comunidad, donde «los productos del mar tienen mucho valor», también ocurrió. ¿Cuál es el riesgo real?En todo caso, pese a que no hubo un vertido tóxico, los pellets no dejan de ser una fuente de contaminación más en el medio ambiente. La pérdida de este material es la tercera mayor fuente de liberación no intencionada de microplásticos, y, como detalla la Comisión Europea, es «casi imposible de recuperar» por su reducido tamaño y su rápida dispersión. En la Unión Europea, tan solo en 2019, se estima que se perdieron entre 52.140 y 184.290 toneladas de esta granzas, y actualmente está en proceso la elaboración de un reglamento para prevenir su dispersión, también en el transporte marítimo, con la que se podrían reducir los vertidos en un 74%. Además, con el paso del tiempo, los pellets actúan como «esponjas», y «absorben toda sustancia hidrofóbica que haya en el agua», como hidrocarburos o pesticidas, explica Beiras. Estas sustancias químicas, que no se disuelven, cuando encuentran una «matriz», como los pellets, son absorbidas. De hecho, el investigador participó recientemente en un estudio financiado por la UE, en el que analizaron los pellets de polietileno, «los más frecuentes», de una fábrica de Tarragona, donde se producen la mayoría de los plásticos de España, en un río cercano y en la costa de Mallorca, donde llevaban mucho más tiempo. Allí, constataron que en esos tres pasos «hubo un incremento de toxicidad» conforme a los pellets «estaban más tiempo en agua». Pero, en todo caso, «las exposiciones cortas a todas estas sustancias son inocuas». Es lo que se conoce como «toxicidad crónica», indica, por lo que «a nivel de limpieza de las playas no hay ningún problema».
Fuente ABC