Miami- 14 de enero de 2025-Total News Agency-TNA- Un reciente informe del think tank europeo Centro para el Estudio de la Democracia (CSD) revela cómo Rusia está utilizando el petróleo para expandir su influencia en Latinoamérica. Esta estrategia, según el CSD, permite a Moscú evadir sanciones económicas impuestas tras la guerra en Ucrania, iniciada en 2022.
El informe destaca que Rusia busca crear dependencias económicas en sectores clave como la energía, lo que no solo le proporciona beneficios financieros inmediatos, sino que también asegura una influencia a largo plazo en la región. “Mediante el establecimiento y la profundización de relaciones económicas, Rusia intenta ejercer influencia política”, indica el documento.
Foto. El ministro de Petróleo y Minería de Venezuela, Eulogio Del Pino (dcha.), y el presidente ejecutivo de la petrolera rusa Rosneft, Igor Sechin
Las relaciones petroleras entre Rusia y Latinoamérica se consolidan a través de contratos a largo plazo y empresas conjuntas, dificultando la desvinculación de los países de la región. Según el CSD, “la influencia económica es crucial para contrarrestar el dominio occidental”.
Desde el inicio de la guerra en Ucrania, las exportaciones rusas de petróleo a Latinoamérica han aumentado, alcanzando alrededor de 300,000 barriles diarios. Un ejemplo notable es la entrega del superpetrolero ruso Ligera, que transportó más de 1.7 millones de barriles a Venezuela en febrero de 2024, la primera en cinco años, informó María Zuppello en Diálogo Américas.
Martin Vladimirov, director de geoeconomía del CSD, advierte sobre los riesgos que esta dependencia conlleva, sugiriendo que países como Brasil y Venezuela podrían verse sujetos a coacciones políticas alineadas con los objetivos geopolíticos rusos.
El informe también destaca que, desde 2004, alrededor del 23 por ciento de los acuerdos bilaterales entre Caracas y Moscú están relacionados con el petróleo, incluyendo empresas conjuntas y financiamiento. Rosneft, la estatal rusa, ha sido clave en la exportación de crudo venezolano, ayudando a eludir sanciones internacionales y a vender petróleo a China e India.
Además de Rosneft, otras petroleras rusas, como Gazprom y LUKOIL, han incrementado sus inversiones en la región. LUKOIL adquirió el 50 por ciento de las acciones de la petrolera offshore Área 4 en el Golfo de México, mientras que Gazprom ha firmado acuerdos significativos en Bolivia.
Moscú también ha desarrollado una flota de buques petroleros “en la sombra”, registrados en centros offshore latinoamericanos, lo que permite disfrazar el origen de las exportaciones sancionadas. Esta estrategia expone a los países latinoamericanos a riesgos legales y refuerza la corrupción en los sectores marítimo y financiero.
El informe concluye que Rusia utiliza mecanismos como sobornos para ampliar su influencia económica, especialmente en Venezuela, donde ha establecido vínculos con las élites locales. La presencia de agentes del Grupo Wagner en el país refuerza esta relación, evidenciando un riesgo para la soberanía económica de la región.