El advenimiento del ya expresidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete , y de Pedro Sánchez Pérez-Castejón a lo más alto de la vida pública se produjo, de manera totalmente casual, hace aproximadamente una década. Cuando en la primavera de 2016 el primero sucedió a César Alierta al frente de la antigua compañía pública y hoy gigante estratégico de las comunicaciones, el segundo braceaba en su momento político más difícil, y el que a la postre cimentó su liderazgo e incluso su leyenda, tras salir y volver a la secretaría general del PSOE entre octubre de ese 2016 y el verano del año siguiente, cuando derrotó en las primarias socialistas a Susana Díaz, a la sazón presidenta de la Junta de Andalucía.Fue por entonces cuando un Sánchez fuera de la vida pública (renunció incluso a su escaño tras su negativa numantina a facilitar con una abstención la investidura de Mariano Rajoy y evitar así una insólita segunda repetición de las elecciones) y con su sempiterna camisa azul vaquero, una prenda casi talismán para el presidente cuando se aleja de la formalidad del traje y la corbata, se confesó con Jordi Évole en un célebre programa de La Sexta. Allí, en un bar de barrio que simbolizaba el alejamiento de Sánchez del oropel de la vida política, habló de Álvarez-Pallete. Y lo hizo elogiosamente, aunque para remarcar las críticas que en ese mismo espacio vertió contra su antecesor, Alierta, fallecido el año pasado.Sánchez, un año y medio antes de llegar al poder gracias a la moción de censura de junio de 2018 que desalojó de La Moncloa a Mariano Rajoy, comenzó a ensayar el discurso del ‘Lawfare’ o guerra sucia judicial y mediática en su contra que ahora, y en el contexto de las investigaciones judiciales por presunta corrupción contra su entorno más próximo, incluida su mujer Begoña Gómez, ha llevado a su paroxismo. En un contexto político muy diferente al de ahora, acusó a Alierta de haber influido en la línea editorial en su contra, y en contra de un pacto del PSOE con Podemos, que en aquel momento sostenía el diario ‘El País’. Telefónica contaba entonces con una importante participación en el Grupo Prisa de la que más tarde se desprendería.Noticia Relacionada Tras salir Marc Murtra estandar Si Ángel Escribano será el nuevo presidente de Indra María Jesús PérezPero quizás curándose en salud con respecto al futuro inmediato, salvó de la quema a Álvarez-Pallete, con el que dijo haber mantenido conversaciones ese mismo año de su salida del PSOE. Le definió, al recién llegado a la presidencia de Telefónica, como un hombre, a diferencia de su antecesor, dedicado únicamente al negocio de las telecomunicaciones. «A vender ADSL», señaló Sánchez ante Evole en lenguaje llano.Casi diez años después, parece que no es ese, o no solo, el atributo que debe tener, a juicio de Moncloa, el mandamás de la gran compañía española. El sucesor de Álvarez-Pallete, Marc Murtra, llega jalonado de un imponente currículum técnico, sí, pero también de una innegable proximidad a los socialistas, y más en concreto a la formación hermana en Cataluña, el PSC, su partido de siempre.El hasta ahora presidente de Indra, del que un mero repaso a sus redes sociales o a sus colaboraciones en ‘La Vanguardia’ sirve para ejemplificar que es un hombre que no se ha cortado a la hora de pisar charcos políticos, aunque con una cierta laguna en su perfil en X en el año 2017, el del golpe secesionista en Cataluña, reforzará el poder catalán en Madrid. Como antes Isaías Táboas y Raül Blanco en Renfe, Maurici Lucena (otro pata negra del PSC) en AENA o el hoy ministro de Industria, Jordi Hereu, en Hispasat. Un poder que se extiende también en otras plazas menos obvias, como la de los medios públicos de comunicación, en concreto en Radio Nacional de España.«Ya solo falta que pidan La Moncloa», se oía este fin de semana, medio en broma medio en serio, en círculos del PSOE no catalanes. No en vano, no es ningún secreto que en las eventuales quinielas sucesorias (hoy por hoy un escenario que no se contempla) cotiza cada vez más al alza el presidente de la Generalitat, Salvador Illa.La operación de descabezamiento en Telefónica precipitada el sábado pilló a muchos por sorpresa en el Gobierno, incluso a algunos de sus miembros con comunicación muy fluida con el presidente. No se esperó ni siquiera a abril, cuando de una forma algo menos sorpresiva o más ordinaria se podría haber ejecutado el relevo de Álvarez-Pallete por Murtra.De todas las materias en las que tiene un papel relevante Telefónica -compañía desde el último año con una fuerte presencia saudí que precisamente el Ejecutivo trató de compensar aumentando la participación de la SEPI- hay una que aunque pueda parecerlo no es menor, y es la que se refiere a la creación de contenido cultural, eso que tanto preocupa a Sánchez y a su círculo más próximo desde hace tiempo. Véase, por ejemplo, la animadversión de Moncloa hacia algunos programas de éxito en televisión. Son muchísimos los españoles que son suscriptores de Movistar y que ven a diario la plataforma en sus hogares.Y es que el cabo, el gigante español se dedica a mucho más que vender ADSL, como bien sabe Pedro Sánchez.
Fuente ABC