Basta darse un paseo por Sol y el barrio de las Letras para comprobar que apenas hay portales sin la llave digital numérica que indique que ahí hay pisos turísticos. Aunque en las fachadas aún se anuncien negocios de toda la vida, muchos han sido sustituidos por gastrobares, grandes cadenas, tiendas de souvenirs, casas de cambio y negocios para almacenar maletas. «En esta calle puedes cenar casi cualquier cosa, mexicano, chino, japonés, hamburguesa… Ahora, encontrar un cocido se complica» , cuenta Víctor Rey, presidente de la asociación de vecinos del eje más saturado de viviendas turísticas de toda la ciudad, que lleva casi una década plantando cara a un fenómeno que cada vez vacía más el barrio.No es una impresión a pie de calle: el área entre Sol y Ópera, según los últimos datos de viviendas turísticas por sección censal que ofrece el INE, correspondientes a agosto de 2024, cuenta con el índice más alto de todo Madrid: un 28,27% de los pisos que hay en la zona están destinados a los visitantes, lo que supone un total de 160 viviendas turísticas y 628 plazas. Es, además, la que más ha incrementado su oferta: siete puntos porcentuales en un año. Así, en agosto de 2023 el porcentaje de viviendas que ofrecía era de un 21,2% (120 pisos y 510 plazas). Completan el podio de saturación el área de Sol a Canalejas, con un 24,7% de viviendas de alquiler turístico (205 alojamientos y 931 plazas frente a los 174 y 797 que había, respectivamente, hace doce meses) y la zona de Huertas, con un 23,25% de pisos que tienen como inquilinos a turistas. En esta área se ubican 163 alquileres y 677 plazas, por encima de las 126 viviendas (y 532 plazas) que había en 2023.No hay que olvidar, explica Víctor Rey, que están ubicados en «un área muy golosa, el eje turístico por excelencia de Madrid», a un paso del paseo del Prado, la Puerta del Sol, la Plaza Mayor y el Palacio Real. Por eso mismo, el fenómeno de los pisos turísticos empezó a proliferar exactamente en este eje. Para Víctor Rey, el caso de la comunidad de vecinos de la calle del Príncipe, 15 es paradigmático. «Había 49 viviendas aquí. En 2015 o 2016 empezaron a instalarse pisos turísticos y sacaban de cada vivienda dos o tres apartamentitos. Llegaron a poner una recepción de hotel y solo quedaron cinco vecinos… Estaban desesperados. El caso se judicializó y tardamos cinco años en revertir su uso a residencial », relata. Entonces, cuenta, el concejal de Urbanismo del gobierno de Carmena, José Manuel Calvo, «negaba la mayor y nos decían que el fenómeno sería poco significativo», lamenta. Que se lo digan a los chavales que, en 2019, pasaron de pagar 550 euros al mes por un piso en la zona a pagar mil. «Ahora ese apartamento alcanzaría los 2.500 euros al mes . La rentabilidad de un piso turístico es tres veces mayor que el alquiler tradicional. Y ahora vemos que ya muchos se alquilan directamente en webs extranjeras, ni pasan por Airbnb o Booking», señala Rey mientras ejerce de anfitrión por los puntos más ‘turistificados’ del barrio.De compras a VallecasPese a ser lunes, el trasiego de maletas es constante. En la plaza de Santa Ana, se para Rey, ahora no llegan a veinte vecinos. «En el triángulo que forman el Four Season, Neptuno y Cibeles no vive nadie, apenas 14 personas», lamenta. Es la historia que se repite en cada bloque de la zona «Aquí hay vecinos y alquileres turísticos, claro. Cuando acaban los contratos, los pisos pasan al mercado vacacional. Es lo que hay », cuenta un conserje de la calle de las Carretas.Y el problema no son solo los ruidos, las molestias o los precios de los alquileres, sino que se han quedado sin comercio de proximidad, denuncia Rey. Todo está pensado para los viajeros: «Aquí los alquileres comerciales pueden alcanzar los 24.000 euros mensuales, así que también hay que aumentar el precio de las consumiciones. Una cerveza ronda los 3,90 euros. Ahora, hay un grupo de vecinos que se baja con el Metro a comprar y tomar algo a Vallecas para que le salga más barato».Víctor Rey, presidente de la Asociación de Vecinos de Sol y Letras Isabel permuyLa explosión de viviendas turísticas en la ciudad (Madrid tenía de media un 1,23% de su parque de vivienda dedicado a uso turístico, y solo el 7% de la oferta tiene licencia municipal ) se expandió después a Palacio, Chueca, «que lo laminaron por completo», Malasaña, «que resistió», y tomó Lavapiés. Para Madrid Aloja, patronal de las viviendas de uso turístico, esta percepción de saturación «no se corresponde con la realidad», pues en el centro «residen más personas que antes». El consistorio, sin embargo, admite que el crecimiento es tres veces inferior al resto de la ciudad. No obstante, para proteger el centro de este fenómeno turístico, el Ayuntamiento de Madrid ha puesto en marcha el Plan Reside, que entre otras medidas, solo permitirá viviendas de alquiler vacacional en el centro histórico en bloques exclusivos y prohíbe la transformación de los locales en alojamientos de este tipo. Según sus propios datos, en el distrito de Centro hay un turista por cada dos residentes. «En nuestra opinión este proyecto aquí no va a resolver nada, incluso que puede complicar la situación. Hay que poner límites, coeficientes de saturación», lamenta Rey. Sin embargo, barrios como Tetuán, fuera del centro histórico pintado por el Plan Reside, han pedido ser incluidos en esta zona más protegida.Pase lo que pase, zanja Rey, no van a bajar los brazos: «Aquí hay gente que ya no puede más, pero también comunidades muy peleonas».
Fuente ABC