Por Nicolás J. Portino González.
A más de 14 meses del gobierno de Javier Milei, los interrogantes sobre el destino de las Fuerzas de Seguridad y las Fuerzas Armadas siguen acumulándose. Lo mismo sucede en la inactiva S.I.D.E.
Si bien el Presidente ha manifestado en numerosas ocasiones su apoyo a estas estructuras fundamentales para la defensa y el orden interno, los hechos demuestran lo contrario: desfinanciamiento, precarización y un deliberado abandono estructural. Además, una fuerte avalancha de nombramientos de personal “no idóneo”.
La continuidad de una estrategia oculta.
El deterioro de las Fuerzas de Seguridad y de las FFAA no es casual. Es el resultado de un acuerdo no escrito, un pacto celebrado en los años 80 con la restauración democrática y por TODOS los partidos políticos: desfinanciar, desmembrar y desarticular a las fuerzas que garantizan la seguridad y la defensa nacional. También el Sistema de Inteligencia Nacional.
Desde entonces, los gobiernos de turno han mantenido y profundizado esta política, consolidando un sistema que impide el desarrollo operativo y logístico de las instituciones responsables de la seguridad del país. Lejos de ser un accidente administrativo, es una decisión política sostenida en el tiempo.
Bajo la gestión de Milei, la estructura de poder encargada de la Seguridad y la Defensa sigue dominada por los mismos actores de la vieja política, aquellos que han ejecutado sistemáticamente esta agenda de debilitamiento institucional. El cambio prometido parece haberse detenido en la puerta de estos ministerios, donde los funcionarios “intocables” continúan aplicando las mismas recetas que llevaron al colapso operativo y financiero de estas fuerzas.
Milei: ¿No sabe, no le dicen o simplemente no le importa?
Las dudas se multiplican entre quienes escuchamos con atención los discursos del Presidente. ¿No sabe lo que ocurre en sus propios ministerios? ¿Le ocultan la verdad sus asesores y ministros? ¿O es consciente de la situación, pero no pretende cambiarla?
La falta de presupuesto, los salarios indignos y la escasez de recursos siguen afectando gravemente la operatividad de las fuerzas. El desinterés o la complicidad con esta situación generan un grave riesgo para la seguridad nacional y debilitan aún más la capacidad del Estado para enfrentar amenazas internas y externas.
El salario como prueba del abandono.
El pacto de desmantelamiento de las Fuerzas no solo se ve en la falta de equipamiento, capacitación o inversión, sino también en algo más elemental: los salarios. En la Argentina de 2025, un miembro de las Fuerzas de Seguridad o de las FFAA gana menos que un trabajador de seguridad privada.
Comparación salarial entre seguridad privada y fuerzas estatales.
- Un vigilador general -inicial- de seguridad privada gana más que un agente ($1.321.000 vs. $748.202,89) y más que un Teniente de Corbeta ($1.321.000 vs. $754.597).
- Un verificador de eventos de seguridad privada gana más que un Cabo 1° ($1.382.200 vs. $905.325,50) y más que un Suboficial Mayor de las FFAA ($1.382.200 vs. $1.165.434).
- Un operador de monitoreo de seguridad privada gana más que un Sargento ($1.382.200 vs. $995.858,05) y más que un Suboficial Principal de las FFAA ($1.382.200 vs. $1.033.184).
- Un guía técnico de seguridad privada gana más que un Sargento 1° ($1.412.200 vs. $1.095.443,86) y más que un Mayor de las FFAA ($1.412.200 vs. $1.136.271).
- Un administrativo de seguridad privada gana más que un Suboficial escribiente ($1.443.500 vs. $1.204.988,24) y más que un Teniente Coronel, Capitán de Fragata o Vicecomodoro ($1.443.500 vs. $1.442.272).
- Un instalador de sistemas de seguridad privada gana más que un Subinspector ($1.382.300 vs. $896.490,06) y más que un Teniente Primero, Teniente de Fragata o Primer Teniente ($1.382.300 vs. $837.015).
- Un administrativo de seguridad privada gana más que un Inspector ($1.412.200 vs. $986.139,06) y más que un Capitán o Teniente de Navío ($1.412.200 vs. $941.057).
- Un supervisor de seguridad privada gana casi lo mismo que un Comisario ($1.530.937,56 vs. $1.578.144,90), pero más que un Coronel, Capitán de Navío o Comodoro ($1.530.937,56 vs. $1.658.831).
Incluso en los rangos más altos de las FFAA:
- Un supervisor de seguridad privada gana casi lo mismo que un General de Brigada, Contralmirante o Brigadier ($1.530.937,56 vs. $1.893.832).
- Un Comisario con más de 20 años de servicio gana solo un 50% menos que un Teniente General, Almirante o Brigadier General ($1.578.144,90 vs. $2.330.871).
En el otro extremo:
- Un empleado de limpieza en una empresa de seguridad privada gana más que un Voluntario 2da. o Marinero 2da. en las Fuerzas Armadas ($506.427 vs. sueldo inferior).
El abandono deliberado de las fuerzas estatales.
Si el Presidente realmente cree en la importancia de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, debe romper con este pacto de destrucción sistemática. No se trata solo de ajustar el gasto público: se trata de reconocer que, sin seguridad ni defensa, el Estado se vuelve vulnerable y los ciudadanos quedan expuestos a todo tipo de amenazas.
Los discursos grandilocuentes deben dar paso a las decisiones reales. No es viable que quienes protegen al país ganen menos que un empleado de seguridad privada. No es aceptable que los militares subalternos que combatieron en los 70 sigan presos sin pruebas, mientras los responsables del terrorismo gozan de impunidad.
Si Milei no toma medidas urgentes, la pregunta inevitable es:
¿Tendrá razón Victoria Villarruel?