Por Enrique Guillermo Avogadro
“Se formó en nuestro país una casta gobernante que basaba su poder en sembrar odio, empujar a un hermano contra otro hermano, acabar con todos los que tenían opiniones distintas a las suyas”.
Ryszard Kapuściński
Más allá de las diametrales diferencias que existen entre la forma en que Javier Milei y su equipo conducen la heredada y maltrecha economía nacional con respecto a aquélla a las que nos acostumbró, con un infernal costo socio-cultural, el kirchnerismo durante los dieciséis años en que ejerció el poder, muchas actitudes del Presidente se asemejan mucho a las de Cristina Fernández. No se trata sólo de formas y modales, a veces muy parecidas, sino que hieren profundamente a las instituciones republicanas. No creo que callar estas cosas sea un favor que se deba hacer para no dar pasto a las fieras, como me han reprochado muchas veces.
Ella intentó controlar a la Justicia mediante una presunta “democratización” del Poder Judicial, que pretendía que los jueces fueran votados, es decir, que fueran fieles al partido político mayoritario; Milei, lo busca con la incorporación del impresentable Ariel Lijo a la Corte Suprema, para que forme un nefasto tándem con Ricardo Lorenzetti y evite que Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz cumplan el rol de determinar la constitucionalidad de las leyes y decretos que emitan el Ejecutivo y el Legislativo y constituir el último bastión de defensa de las libertades individuales. El jueves, cuando se discuta en el H° Aguantadero el pliego de Lijo y, a la vez, el proyecto de “ficha limpia” ya aprobado en Diputados, podremos saber si existe algún pacto de impunidad entre Milei y Cristina Fernández, o sea, si La Libertad Avanza renuncia a obtener esta ley, tan ansiada por la ciudadanía, a cambio de la aprobación del cuestionado Juez por el crucial bloque pero-kirchnerista.
Pero no se reducen a eso las similitudes. En el combate contra la prensa libre, ambos recurrieron a todos los medios, fueran el espionaje, el acoso de los trolls, la persecución judicial, la calumnia o la compra de voluntades. Y mientras el kirchnerismo tronchó decenas de carreras militares por “portación de apellido”, el anarco-liberalismo tira por la ventana a sus aliados políticos y funcionarios en respuesta a las opiniones disidentes que emiten sus parientes, como fue esta semana el fulminante despido de la Embajadora ante la OEA porque Domingo Cavallo, su padre, hasta poco antes ponderado por el Presidente como magnífico economista, se permitió expresar alguna diferencia con la política cambiaria actual.
Ya son multitud quienes, habiendo ocupado los primeros escalones del Estado, volaron por el aire repentinamente sin demasiadas explicaciones y sin que siquiera les fueran agradecidos los servicios prestados, como es habitual en la administración pública. Y esta forma de actuar, tan agresiva, naturalmente redundará en perjuicio de la calidad de la gestión, ya que los mejor preparados lo pensarán muchas veces antes de aceptar una designación cuya duración dependerá exclusivamente del humor del Presidente, de su hermana Karina o del asesor “no oficial” Santiago Caputo.
El títere Alberto Caracol Fernández, por instrucciones de la “emperatriz egipcia”, ordenó a la UIF abandonar su rol de querellante en las causas por corrupción, aduciendo que la representación de la sociedad en ellas debía quedar en manos de los fiscales; Milei, en un gesto inexplicable y por demás sospechoso, acaba de disponer exactamente lo mismo, afectando a casos emblemáticos, como el que surgió de los “cuadernos” de Oscar Centeno, porque fue ese organismo quien logró que el proceso progresara, pese a todas las trabas y raras inacciones que aparecieron en el camino.
Y por supuesto tampoco encuentro grandes diferencias, salvo algunos hechos aislados (como el resarcimiento, cuatro décadas después, a las familias de los soldados que cayeron resistiendo el ataque terrorista al Regimiento 29 de Monte, en Formosa), en la posición del Gobierno actual ante los miles de presos políticos cuyas vidas el kirchnerismo entregó, con la complicidad de jueces prevaricadores, a la venganza de las organizaciones armadas que asolaron nuestro país en los 70’s y 80’s, y de las ONG’s que éstas crearon para lucrar sin tasa, como Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, CELS, etc. El Ministro de Defensa, Luis Petri, llegó a la extrema bajeza de quitar el estado militar, los retiros jubilatorios y la obra social a 23 de ellos, incluidos héroes de Malvinas, utilizando falsos argumentos.
Como siempre sostengo, este tema no tendrá solución judicial, puesto que esos asesinos togados no darán marcha atrás en las inmundas y prefabricadas sentencias que han dictado, pues sería reconocer las felonías cometidas y correr el riesgo ser sancionados; sólo el Presidente, haciendo un correcto uso de sus facultades legales, puede ponerle fin. Pero aún, cuando ya ha transcurrido más de un año desde que asumió, estos muertos vivos siguen aguardando y penando en las cárceles de todo el país.
Nuestra generación se dio el insólito lujo de desperdiciar todas las oportunidades que Dios (cualquiera sea el nombre que le demos) y la naturaleza pusieron a nuestra disposición, y serán nuestros hijos y nietos quienes deberán pagar por ello. Aún estamos a tiempo de cambiar las cosas para que, al menos, no les resulte tan alto ese costo, pero debemos ponernos a trabajar ya mismo en ese sentido y, por ello, ruego para que Milei deje de cometer errores no forzados ya que, aunque no lo queramos ver, seguimos al borde del abismo y ésta es la última vez en que podremos evitar caer por él.