Por lo que se vio y escuchó en vivo y en directo, el tradicional Desayuno de la Coviar (Corporación Vitivinícola Argentina) fue tranquilo, moderado, de modales civilizados. De dirigentes y figurones saludándose con cortesía y apretones de mano. “A la mendocina”, como disfrutamos decir para aludir a ese “sello de agua” provinciano. Bien por eso.
No estuvo mal que así fuera. Fue un ejemplo, salvo que discurrió casi a contrapelo al menos de tres factores, sobre los que poco y nada se habló en los discursos públicos que se oyeron en los coquetos salones y patios del Hyatt Park Mendoza: a) El discurso de violencia y confrontación que se estimula con énfasis desde el Gobierno nacional; b) Las últimas Vendimias (en las que los jugadores el kirchnerismo, los del cornejismo y los de otros espacios políticos menores hicieron “rancho aparte” y dividieron presencias en distintos actos para no mezclarse ni verse demasiado las caras); 3) Y que casi la mitad de la población de la provincia (ausentes totales y en el mejor de los casos, decorativos en estos ámbitos) vive en situación de pobreza y muchos de ellos trabajan en nuestra industria madre. Tres aspectos de los que -¡hay que decirlo!- no podemos sentirnos orgullosos.

En criollo, se habló de las bondades, avances, glamour y potencial de la vitivinicultura argentina y, sobre todo, mendocina. El gobernador Alfredo Cornejo pronunció un discurso prolijo. Poco posible estar en desacuerdo. Celebró una paulatina “vuelta a la normalidad” del país y del funcionamiento de la economía nacional y, a tono con el relato libertario dominante (que los viejos radicales de Alfonsín e Irigoyen denostan en sus cuentas de Facebook y los cafés del Centro), dijo que el Estado “no debe intervenir” en el precio del vino, sino en generar el entorno propicio para garantizar una competencia que beneficie la calidad y la cantidad del producto. Para que se pueda competir, incluso en los más exigentes mercados internacionales. También reclamó por la reanudación de la obra pública y mejoras de infraestructura para favorecer las inversiones en los sectores de la producción y la industria. ¡Aplausos!
Sin embargo, el riojano Mario González, presidente de la Coviar no perdió la oportunidad para formular una serie de pedidos, enfatizando que la vitivinicultura “es una sola”. La mayoría de esos pedidos, está claro, no dependen tanto de los gobiernos provinciales, sino de resortes nacionales. Los pedidos estuvieron orientados a la necesidad de “abrirnos más al mundo”, a través de nuevos acuerdos arancelarios; la reducción de costos (léase impuestos) y una “reforma laboral” que dinamice la entrada y salida de los recursos laborales.
Previo al comienzo del acto, se escucharon otras opiniones, aunque siempre con tonos cordiales, muy lejos de la “politiquería barata” a la que se refirió después Cornejo. Fue Santiago Laugero, presidente de la FEM (Federación Económica de Mendoza), quien en declaraciones durante “la previa” a Canal 7, dijo: “La macroeconomía sigue mejorando, pero esto todavía no se representa en el sector minorista”. Algo de lo que se acuerda la gente cuando va al supermercado.

Otro de los que habló con la misma emisora televisiva local fue José Zuccardi, vicepresidente y siempre poderoso vocero de la Coviar, quien enfatizó la necesidad de “bajar los impuestos y simplificar los créditos”. Nada nuevo bajo el sol, se trate de gobiernos populistas o autodefinido “libertario”, como el actual.
Una de las buenas noticias de esta Vendimia, que ayudaron a confortar al millar de invitados al clásico desayuno: según los datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura, la cosecha de este año será 9 por ciento mayor a la del año pasado y de “muy buena calidad”, según los expertos. Viento en popa.
La otra buena sobre la cual amplió detalles el propio Gobernador es que por primera vez Mendoza será sede de Vinexpo Explorer, uno de los grandes eventos del mundo vitivinícola. “En octubre, en ese ámbito, decenas de importadores de varios países conocerán de primera mano las cualidades de nuestro vino”, se explica en un comunicado oficial.
Menos impuestos, buena cosecha, más foco en el mercado, paulatina tecnificación, especialistas, calidad, cantidad, atracción mundial, acuerdos de cooperación entre organismos públicos y privados, etc. Falta que la copa derrame.
Sin Mieli, su hermana Karina, el ministro (y precandidato) Luis Petri y otros políticos nacionales, ocupados y preocupados por la tragedia meteorológica en Bahía Blanca, la rosca política vendimial esta vez se debilitó. O al menos se postergó. Siendo así, los mendocinos no se alteraron siquiera escuchando en su propia tierra esa frase que, nos guste o no, ya es una marca registrada: “¡Viva la libertad, carajo!” Políticamente correctos.
Este artículo se publicó primero en Mendoza Today.
Fuente Mendoza Today