Un lustro ha pasado del episodio más intenso vivido a nivel global en los últimos tres cuartos de siglo. Mucho aún arrastran las secuelas del contagio.
No se sabe cuántos pacientes hay con Covid persistente . No hay datos. La estimación es que casi dos millones en España, cientos de ellos en Andalucía. El SAS reconoció en 2022 que tenía 250 sanitarios a los que los síntomas de la enfermedad le había durado más de 12 días. Un infierno que muchos arrastran durante años. La Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia explicó esta semana en Granada, durante su XXIX Congreso, que sólo el 15,6% de los aquejados de este ‘long-covid’ logra trabajar con normalidad. Además, el 46% que está de baja o trabaja con mucha dificultad.
Los mismos datos aseguran que el 9,5% de las personas encuestadas perdió el trabajo y solo un 2,9% ha conseguido la incapacidad permanente. Uno de los objetivos del sondeo era realizar una aproximación a la evolución de estos pacientes, para disponer de nuevos datos sobre el seguimiento de afectados por la enfermedad. Alrededor del 90% de los encuestados empeoran con el esfuerzo físico (93,3%) y mental (87,8%). Solo el 33,4% reconoce haber tenido apoyo en el trabajo, siendo las familias las que más soporte han ofrecido a estos enfermos de Covid persistente. Según los datos el 71,6% de los casos.La pandemia del Covid-19 recordó al ser humano la vulnerabilidad de su existencia. Andalucía aplicó importantes medidas de choque que, al echar la vista atrás, se reconocen como rasgos que ya nos definen, herramientas que terminaron mejorando sectores productivos pese al trágico punto de partida, y actitudes y costumbres que marcaron prácticamente el inicio de una nueva etapa vital.SaludLógicamente la sanidad sufrió el peor de los envites, con una demanda exponencialmente disparada y unos efectivos que, aunque reforzados, trabajaron hasta la extenuación para contener la incidencia.
La mayoría de los expertos sitúan en el parón que sufrieron las especialidades médicas el germen de las abigarradas listas de espera actuales , sobre las que también inciden la nuevas posibilidades de diagnóstico —más pruebas para dictaminar una dolencia— y unos medios humanos y de equipamiento que no han seguido la misma tendencia. El reflejo de las medidas de aislamiento social se aprecia en la continuidad, al alza, de las consultas telefónicas. Según la Consejería de Salud y Consumo , antes del Covid-19 esta forma de Atención Primaria era de un escueto 2%. Actualmente se sitúa en un 17%, tras haber alcanzado el pico (en torno al 35%) los años más duros del contagio.
Los rastreos y cribados masivos forman parte de las estrategias anuales de la Junta, así como la vacunación e inmunización. No sólo del coronavirus, también de la gripe —en personas mayores o grupos de riesgo—, del virus del papiloma humano en jóvenes o el virus sincitial en lactantes, entre otros ejemplos. Desde el comienzo de campaña, el pasado 30 de septiembre, hasta el 3 de marzo, se han vacunado frente a la gripe 1.721.618 andaluces y, frente al Covid, 839.635. Eso sí, se empieza a percibir cierto «cansancio vacunal» . EducaciónUno de los sectores que ha sabido sacar más rédito al esfuerzo que supuso la pandemia es el educativo. La tradicional presencialidad que marcaba especialmente las etapas iniciales dio un auténtico frenazo al plan curricula r de aquel 2020, para el que se necesitó una rápida reacción que pasó por la compra de equipamiento y de acceso a plataformas que garantizasen clases fluidas con profesores y alumnos en puntos físicos dispares, evaluaciones rigurosas y fórmulas de comunicación entre las familias y los centros, y entre los centros y los servicios o delegaciones provinciales. Para ello se emplearon las plataformas Séneca e iPasen , que habían echado a andar algunos años atrás pero con un uso muy testimonial.
Por ejemplo, en el curso 2017-2018 —el primero de mensajería Séneca—hubo 28.142 comunicaciones desde las familias hacia los centros. El curso del confinamiento , la cifra escaló hasta los 596.758. Sin embargo, el último período completo, el de 2023-2024, dejó un recuento de 9,68 millones de mensajes. Ámbito escolar Los 596.758 mensajes enviados -vía plataforma Séneca- por las familias a los docentes en el año del confinamiento pasaron a 9,68 millones en 2024Otro ejemplo se ve en las autorizaciones electrónicas para eventos y actividades, o de documentos administrativos. En 2020 fueron 2.033.813, mientras que el curso pasado la cuantía se triplicó holgadamente (6.864.789). Además del ahorro de tiempo, estas herramientas suponen una descarga notoria del uso del papel. Por su parte, la inversión tecnológica en estos cinco años ha sido, según la Consejería de Desarrollo Educativo y Formación Profesional , de 166 millones. Esto ha permitido distribuir a los centros educativos más de 472.000 dispositivos —que se entregan a los docentes y alumnos en función de las necesidades—. También se ha mantenido, y reforzado, el pago para el acceso a Moodle , Google Workspace for Education y Office 365 . El Gobierno andaluz indica que entre 2022 y 2023 se habilitaron más de 74.000 aulas digitales para 236.000 alumnos y 48.000 profesores.
El teletrabajo, una ‘panacea’ que también tuvo que regularse Uno de los legados fundamentales del coronavirus, por su transversalidad, es la implantación del teletrabajo. A comienzos de 2024, eran más de 400.000 andaluces los que seguían esta fórmula laboral, un 17 por ciento más que la cuantía del año precedente. Lo que en su momento suplió la imposibilidad de realizar funciones presenciales, ganó adeptos por su aporte a la conciliación familiar del trabajador y la reducción de costes por parte de la empresa. Sin embargo, meses después esa solución perfecta empezó a evidenciar sus puntos flacos, en el momento en que se desdibujaron los límites de la disponibilidad del empleado, con posibilidades permanentes de conexión al sistema y de contacto entre jefe y subalterno, que ha ido generando crecientes situaciones de estrés laboral. Del mismo modo, no era fácil picar el inicio y el final de la jornada, y algunos empresarios percibieron fallas en la productividad. Aquella bicoca mostró que hacía falta una regulación. Ya el pasado verano se presentó el proyecto de decreto por el que pasaba a regularse el teletrabajo en la Junta, por poner un ejemplo.Turismo y ocioLos cinco años que distan desde aquella convulsa primavera de 2020 tienen una esencia casi hedonista. El antropólogo Alberto del Campo Tejedor , que escribió en 2021 el libro ‘La vida cotidiana en tiempos de la Covid’, define como «hiperemotividad» esta corriente de consumir «emociones, de no quedarse en casa» que se está afianzando en esta última etapa. «Es algo cíclico, ya ocurrió en el Romanticismo , la pandemia sólo sirvió de acicate de algo que era incipiente», detalla.
De hecho, los datos relativos al turismo de aquel boyante 2019 son bastante elocuentes acerca de que el boom de viajar estaba en pleno auge y sólo se vio paralizado por las restricciones de movilidad. Sin embargo, los 13 millones de viajeros internacionales que visitaron Andalucía durante 2024 fueron un auténtico récord —500.000 más que cinco años atrás—. Se ve igualmente en el aumento de pasajeros aéreos con destino o salida Andalucía consignados por Aena, que pasaron de 30,80 millones en 2019 a 37 millones en 2024 , un 20% más.Cuestiones similares se aprecian en el sector de la cultura o el deporte, donde la antelación para comprar una entrada son definitorias. Como muestra de una práctica general, la gira del madrileño Dani Martín , que recala en Sevilla, Málaga y Granada en junio de 2026 ya tiene las entradas a la venta, con algunos sectores de butacas a punto de agotarse a quince meses vista. Por otra parte, en la capital hispalense actuará este verano el norteamericano Justin Timberlake , con localidades específicas de hasta 270 euros… que ya están vendidas. La cuestión de la premura en la organización lleva a una sociedad de «cita previa» que, en palabras del antropólogo, «está eliminando la capacidad de improvisar, la espontaneidad propia del Mediterráneo , siguiendo una estela centroeuropea de ordenar el tiempo para sacar el máximo beneficio».
Por otra parte, esta corriente por el consumo de experiencias a toda costa está haciendo que vuelvan a ofrecerse préstamos bancarios con mayor facilidad. Todo sea por vivir lo que una vez creímos no volver a poder paladear.Familia y viviendaLa institución de la que parte todo quedó sumida en la más absoluta fragilidad en aquel momento en que las mascarillas eran el único escudo para un virus sobre el que pesaban todo tipo de conjeturas. La separación física ha empujado a los andaluces a mudarse durante este lustro cerca de sus padres, especialmente si estos son ya relativamente longevos. Según Del Campo el criterio de vivir en un lugar «céntrico, urbano, bien comunicado, ha caído en favor de esa reconexión con las raíces y la tranquilidad rural , favoreciendo a la Andalucía más despoblada». En ese sentido también pesa la claustrofobia de los días confinados, que aunque latente, hace que se aspire ahora a casas adosadas, con balcón, amplias y luminosas. Estas han sido las peticiones más recurrentes de los usuarios de empresas inmobiliarias en la región en los últimos años. «Los andaluces buscan cada vez más la posibilidad de disfrutar de la lectura, practicar yoga, meditación, o simplemente estar en silencio, en modo contemplativo.
Y para eso necesitan tiempo y espacio», explica este profesor sevillano de Antropología Social de la Universidad Pablo de Olavide .De hecho, recuerda, «más de la mitad de los andaluces que han adquirido una vivienda de segunda mano le ha hecho reformas para ganar en confort y adecuar un espacio para el teletrabajo». Ya sea por necesidad inminente o por previsión de futuro.Más espacio personal Los antropólogos recalcan el ansia general por espacios más amplios, que inviten a la lectura y la meditación, y la reconexión con las raíces, estar cerca de los familiaresDel Campo escribió en 2021 el libro ‘La vida cotidiana en tiempos de la Covid’ .
Aquella ‘biblia’ sociológica evidencia algunos signos de cambio cuatro años después. Por ejemplo, en lo relativo al ‘ slowsex ‘: las parejas disfrutaron, sin prisas, de los momentos íntimos, de redescubrir al compañero, en aquella época de forzoso acercamiento. Ahora, en cambio, el antropólogo cree que se está viviendo una tendencia al amor fluido como parte de esa filosofía general de no querer perderse nada. La teoría se contrapone, al menos en apariencia, con los últimos datos de divorcios en la comunidad. Según el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (IECA), en 2023 un total de 12.883 matrimonios llegaron a su fin entre las ocho provincias, una cifra muy alejada de los 16.907 divorcios de 2019 y absolutamente opuesta a los 21.602 de 2007. «El Covid puede ser uno de los factores, pero sinceramente me inclino más por la carestía de la vivienda, que obliga a los cónyuges a optar por un modo de vida como compañeros de piso», concluye.
Fuente ABC