Por Hugo Alconada Mon
Funcionarios y empresarios acuden al socio y mentor de Santiago Caputo; residente en Madrid desde hace años, sobrevuela Salud, PAMI, el Enacom, ARSAT y la SIDE, entre otras áreas del Estado
Rodrigo Lugones es el asesor del asesor. Remarcan que es brillante. Y otros sostienen que es, incluso, el “Roberto Galán” de este gobierno. Porque le buscaría candidatos a las empresas públicas que la Casa Rosada quiere privatizar, algo que sus allegados niegan, precisan o elevan a otro rol: “Rolo” ayuda a pensar y a definir qué hacer con cada activo del Estado nacional del que Javier Milei quiere desprenderse. Pero todos coinciden en algo: Lugones resulta clave para entender múltiples movidas del Gobierno, coincidieron una docena de funcionarios, empresarios y lobistas consultados por La Nación por separado.
Radicado en Madrid desde hace años, Lugones (50 años) fue el referente de Santiago Caputo durante sus primeros pasos en la consultoría política. Fue su jefe y mentor en tiempos de Jaime Durán Barba y el Pro. Pero la ecuación cambió con el ascenso de Javier Milei al poder. El discípulo se convirtió en el tercer vértice del “triángulo de hierro”, con apenas un cargo de “asesor” en lo formal, pero múltiples riendas del poder en la práctica, y Lugones, se erigió en el “asesor del asesor”. Eso sí, se mueve en el más extremo bajo perfil.
¿Cuál es su rol? Sobrevuela toda el área de Salud –donde su padre Mario fue secretario y ahora ministro-, y les presta el oído a las prepagas, por ejemplo, cuyos ejecutivos viajan a Madrid para verlo. Y no son pocos los que le adjudican peso sobre el Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom), donde lo apodan “Jefecito”, y en la empresa estatal de telecomunicaciones, Arsat. También, sobre el PAMI y algunos lo señalan como un factor hasta en la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE).
No son pocos, también, los que le adjudican una baza en la disputa entre los laboratorios nacionales –donde pisa fuerte Hugo Sigman, también radicado en Madrid- y los laboratorios internacionales, que pugnan por el sostenimiento o derogación de una resolución que conlleva ganancias multimillonarias para unos u otros y que Mario Lugones, padre de Rodrigo y ministro de Salud, conserva en un cajón. ¿La respuesta del hijo a quienes le preguntan? “Yo todavía no vi ese tema”.
La agenda es variada. “Rolo” Lugones también aportó “miradas” sobre la privatización de IMPSA, la otrora metalúrgica de Enrique Pescarmona. También sobre cómo proceder con el Correo Oficial, y con Trenes Argentinos, entre otros activos estatales. Pero a su lado insisten y reafirman que sólo “ayuda a pensar”, sin involucrarse en la gestión, ni en seducir a potenciales compradores, una línea roja que algunos relativizan en Buenos Aires.

“Lugones practica el lobby al estilo americano. Busca oportunidades para sus clientes y acerca puntas, y si prospera cobra honorarios por su labor”, detalla un hombre que lo conoce bien porque fue y es su cliente. “Ahora le está buscando compradores a las empresas estatales que el Gobierno quiere vender, con un eventual ‘success fee’ si se concreta”, abunda.
Otro interlocutor asiduo de Lugones que habló con La Nación le adjudicó al consultor un rol parecido, pero distinto: analizar las empresas estatales que el equipo del titular de la Agencia de Transformación de Empresas Públicas, Diego Chaher, debe privatizar, transferir o cerrar. Es decir, un proceso farragoso que abarca múltiples dimensiones: el político, el administrativo, el financiero, el comercial, el sindical y el comunicacional, entre otros.
Ante consultas de La Nación, junto a Lugones niegan de manera rotunda que se aboque a buscar compradores para los activos estatales, aunque confirman una función más amplia en la materia. “Opina sobre cómo se debería avanzar con cada empresa estatal, una suerte de hoja de ruta sobre cómo debería hacerse, no desde lo legal, sino desde la opinión pública”.
La disparidad de visiones resulta notable. En Buenos Aires le adjudican a Lugones incluso un rol en el intento del Grupo Werthein, Marcelo Mindlin y de la familia Sielecki por quedarse con Telefónica de Argentina, que terminó por adquirir el Grupo Clarín. Ante la pregunta de La Nación, lo desmintieron junto al consultor, junto a Mindlin y desde Clarín, pero la versión contraria resulta imparable en la City porteña.

Distinto es el panorama en otros activos que son estatales. Por ejemplo, IMPSA, la metalúrgica de Pescarmona que quedó bajo control accionario estatal en 2021 y que a principios de este año se preadjudicó a la firma estadounidense ARC Energy, por un aporte de capital de US$27 millones y asumir como propia una deuda de US$ 576 millones. Según les transmitió Lugones a varios funcionarios, la privatización estuvo mal hecha. “Debieron buscar a otro oferente para que hubiera más de un interesado y una puja de precios, pero no fue posible”, les planteó entonces a sus interlocutores.
El problema, delineó Lugones en sus conversaciones con funcionarios es que muchas empresas estatales no tienen valor real de mercado y contratar a un banco internacional para que busque potenciales compradores es muy costoso, como se abocó el JP Morgan a la venta de Telefónica de Argentina. En ese contexto, desprenderse de ciertos activos resulta todo un desafío para el Gobierno.
Los “sospechosos de siempre”
Aún así, hay que intentarlo, repitió Lugones ante varios de esos funcionarios. Entre ellos, Camilo Baldini, presidente del Correo Argentino, otra empresa que Milei busca privatizar. “La premisa de Lugones es que el comprador no sea un empresario argentino, para evitar a los ‘sospechosos de siempre’, que sea una compañía especializada que modernice los servicios postales y que les permita a productores de Salta o de la Patagonia, por ejemplo, vender sus productos y que en 24 horas estén en la casa del comprador en Buenos Aires; eso motorizará las economías regionales y sumará apoyo de la opinión pública”, detalló uno de sus interlocutores.
Junto a Lugones insisten, sin embargo, en trazar una línea roja, lo que ejemplifican con otro activo estatal. “Él no está en la gestión, ni le interesa estar. Puede opinar sobre qué hacer con Trenes Argentinos, por ejemplo, pero no tiene los teléfonos, ni el know how para buscar compradores”.
En ciertas ocasiones, sin embargo, sus clientes le han pedido asistencia adicional. Como el gobernador de Catamarca, Raúl Jalil, que derivó en “Rolo” Lugones las conversaciones con representantes del proyecto minero cuprífero MARA, una fusión de las mineras Agua Rica y Alumbrera. Los recibió en unas oficinas de Callao y Las Heras, entre botellas de whisky que él y sus socios de la consultora Move trajeron de sus viajes de consultoría. Hay escoceses, irlandeses y japoneses, entre otros lares del mundo. Algunos, muy buenos.
Fuente La Nación