El sarampión es una de las enfermedades que figuran en la lista de patologías erradicables de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Porque es un virus relativamente estable, que no muta tanto como la gripe; sólo se transmite entre humanos, sin reservorio animal; y, sobre todo, porque existe una vacuna segura, eficaz y, por lo general, accesible a nivel internacional. De hecho, las serias complicaciones que este virus ejerce en el organismo humano pueden sonar como a un problema de antaño. Sin embargo, en los últimos meses se está registrando un volumen creciente de casos en Andalucía que está planteando una incidencia que no se veía desde hace más de una década. Según el informe remitido por la Consejería de Salud y Consumo el pasado martes —nuevo avance de una serie de seguimiento semanal—, desde que comenzó 2025 se han confirmado hasta 58 casos en el territorio andaluz, derivados de hasta diez brotes de los que cinco siguen activos. Las dos infecciones más recientes, de esta misma semana, se circunscriben a un brote previamente identificado en la localidad onubense de Lucena del Puerto.Desde el departamento de Salud Pública y Ordenación Farmacéutica de la Junta se traslada un mensaje de tranquilidad en tanto que Andalucía cuenta con unas coberturas vacunales del 95 por ciento. Sin embargo, el discurso choca con la estrategia de sensibilización lanzada por la Consejería que, desde hace semanas, trata de hacer entender a la población de que el sarampión «no es un juego».«Es el virus más contagioso que conocemos. Un enfermo puede contaminar a 20 personas de su entorno si son susceptibles de infectarse», explica el director de esta unidad, Manuel Fernández Zurbarán , que recuerda los datos de muertes por este virus recabados por la OMS: 100.000 personas, sobre todo menores de 5 años, a nivel mundial tan sólo en 2023. Aunque no se llegue al extremo del deceso, lo cierto es que puede resultar grave tanto en bebés como en adultos, provocando neumonías, otitis o incluso encefalitis . «No se debe banalizar», recalca.Manuel Fernández Zurbarán ABCEste facultativo especializado en Medicina Preventiva y Salud Pública recalca que este virus de infección respiratoria «no necesita un contacto tan estrecho como la gripe o el Covid para propagarse». «Basta estar en la misma sala de espera de un hospital o en un habitáculo cerrado como un avión o autobús. Porque además aguanta dos horas en suspensión aunque la persona ya no esté», añade.Llamada a la vacunaciónEl sarampión se combate con una profilaxis que se integra en la inyección de la triple vírica —las otras dos enfermedades son la rubeola y la parotiditis —. Tras una primera dosis que se aplica a los 12 meses —antes no es viable porque el sistema inmunitario del niño aún no está preparado para combatir el virus vivo, pero atenuado, que se le inocula y desarrollar los anticuerpos—, y que deja una protección general del 93 por ciento, se administra una segunda a los tres años que eleva la protección al 97%. Esto quiere decir que hay un tres por ciento de la población a la que no le hace efecto y que puede infectarse en algún brote actual. «Que el resto sí esté vacunado es una manera indirecta de protegerles», aclara. La propia OMS estima que en lo que va de siglo XXI se han podido salvar 60 millones de vidas en todo el mundo gracias a la vacuna. Una consecuencia de los flujos de personas De los 58 casos registrados en Andalucía entre enero y abril, el 29 por ciento ha sido importado, con el norte de África y Europa como principales focos por estrategias de vacunación no comparables a las españolas en tiempo o alcance. No se debe olvidar que, desde octubre de 2023, Marruecos está sufriendo un intenso brote de sarampión con más de 40.000 casos notificados, y que 15 países de la UE concentran otros 3.000.El problema es que, aunque inicialmente se generan brotes en el seno de la propia familia, y por tanto, localizados, pronto terminan generando casos ‘autóctonos’. Un ejemplo fue el de la guardería de Fuengirola, que a partir de un caso importado se dio el contagio a un niño pequeño que terminó infectando a otros niños, al ser esta franja etaria una en la que no se puede administrar aún la vacuna. Es la consecuencia directa de un mundo tan comunicado como el actual. Por otra parte, la campaña de prevención tira de la estética colorida de los videojuegos de los años 80 y 90. No es casual, pues va orientada a esa horquilla de andaluces de casi 50 años que puede que no fuesen vacunados en su niñez y tampoco hayan pasado la enfermedad de manera natural.Los esfuerzos y preocupación, por tanto, están más enfocados a erradicar el sarampión que a un potencial problema de salud pública. «Tenemos un dispositivo preparado para hacer frente a los brotes, que además vacuna a diario», añade sobre un operativo al que se va a reforzar con 200 dosis extra en un depósito en cada hospital de referencia provincial andaluz —400 en el caso de Málaga por ser el territorio más afectado, con 32 casos—. En cualquier caso, la vacuna, gratuita, es accesible desde cualquier centro de salud.La inmunización suele ser de por vida, «aunque puede que personas vacunadas hace 30 años se contagien ahora y cursen un sarampión leve, sin exantemas ni erupciones ». La situación que atraviesa Andalucía desde luego no es una cuestión aislada, sino que responde a una tendencia global. «En Canadá no se registraban tantos casos desde 1998 y Estados Unidos , considerado en fase de eliminación del sarampión, ha vuelto a niveles previos», concluye. Ante eso, sólo queda apostar por el principal escudo, la vacunación, para no volver a los 2.272 casos andaluces del año 2011.
Fuente ABC