Por Enrique Guillermo Avogadro
“Todo el mundo quiere vivir a expensas del Estado, pero olvidan que el Estado vive a expensas de todo el mundo”.
Federico Bastiat
Finalmente, el Gobierno comenzó a terminar, mediante la reducción de aranceles de importación, con los absurdos privilegios que la Argentina otorgó, por muchos años, a las plantas ensambladoras –no fábricas– de Tierra del Fuego, encabezadas por Newsan (Rubén Cherñajovsky) y Mirgor (Nicolás Caputo). El truco consistía en recibir, sobre todo de China, los componentes por separado y armar los productos finales en las plantas fueguinas para venderlos en todo el territorio nacional; y era, para todos los partidos políticos, una fuente casi inagotable de financiamiento espurio.
Ardió Troya y el Gobernador (Gustavo Melella – PJ/K), con un fuerte apoyo de la UOM local se puso al frente de la protesta con apelaciones a la “soberanía”, el “trabajo local”, la “radicación poblacional”, etc. Esa pseudo industria, tan protegida – cuesta al Estado US$ 1000 millones anuales – da trabajo a 7 mil personas que, es cierto, viven en un clima sumamente hostil, y también lo es que, cuando esas empresas se instalan, produce una migración interna que beneficia a la Provincia, pero ello no puede seguir siendo solventado por todos los habitantes del país, obligados además a pagar precios sideralmente superiores a las vigentes en el extranjero – por la imposibilidad de importarlos – por celulares, televisores, equipos de aire acondicionado, etc.
Esa distorsión entre los precios internos y externos se repite en muchas otras actividades – vacunas, textiles, calzado, indumentaria, etc. – que requieren de barreras aduaneras para sobrevivir, porque son incapaces de competir libremente, pese a que disponen de materias primas, tecnología de punta y recursos humanos de primer nivel, pero hacen lobby para seguir cazando en el zoológico aunque se trate de un mercado, el local, tan reducido: somos sólo 47 millones, pero ¿cuántos podemos, realmente, comprar una prenda de vestir o un par de zapatos nuevos por año? Pero también es innegable que el Estado – que en eso está – debe sacar su pata de encima a la actividad económica, reduciendo y racionalizando absurdos impuestos y cargas sociales (incluyendo la bastarda “industria del juicio”) y, sobre todo, garantizando reglas claras y permanentes, para que se concreten las inversiones necesarias, se reconvierta la industria y se facilite su competencia internacional, con el agregado de generación de puestos de trabajo registrados y bien pagos.
Mañana, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y pese a que sólo se elegirán legisladores porteños (los ex concejales), ese giro copernicano será parte de la elección, por la estúpida nacionalización de esa contienda menor, ya que el pero-kirchnerismo (encarnado en Leandro Santoro) busca volver a ese trágico pasado de decadencia nacional y corrupción, donde cada funcionario que debía administrar los permisos de importación (SIDA) cobraba un peaje; si esa facción obtuviera la mayor cantidad de votos será responsabilidad exclusiva de La Libertad Avanza, pero el costo lo pagaremos todos. Y si ese escenario se repite en octubre en la Provincia de Buenos Aires, la peor catástrofe se habrá hecho realidad.
Si no fuera por la batallita que está librando LLA contra PRO para quedarse con todos los votos de centro-derecha, sonaría realmente ridículo que tanto Javier Milei cuanto Mauricio Macri se hayan puesto al hombro las respectivas campañas para cargos tan menores, pero éste se juega la supervivencia de su partido, que fue hegemónico en los últimos 20 años en la Ciudad. La moneda está en el aire y los encuestadores no pueden hacer predicciones ajustadas porque, como hemos visto en las elecciones celebradas en cuatro provincias el domingo, la abstención se impuso y alcanzó en alguna de ellas a casi al 50% del electorado, ya ese factor debe sumar el 15% de indecisos que aún se declaran así.
Me parece que, como sucede con las restantes formaciones políticas, ya es demasiado tarde para intentar evitar que el Presidente lo logre, y la prueba más clara es que, cuando se pregunta en los focus group quién encabeza la oposición, una clara mayoría responde “nadie”. Y quedó demostrado en las recientes elecciones provinciales, en las que los oficialismos locales se impusieron, el PJ/K cayó como un piano, el PRO quedó en cuarto lugar y la izquierda prácticamente desapareció.
Desde el jueves, la posibilidad de Cristina Fernández de postularse a algún cargo público y su misma libertad ambulatoria está sólo en manos de la Corte Suprema, que ya ha recibido el dictamen –no vinculante- del Procurador General en la causa “Vialidad”, y recomendó condenarla también por el delito de asociación ilícita, que aumentaría la pena a doce años de prisión. El alto Tribunal no tiene plazo para resolver, pero hoy está bajo observación de la ciudadanía por la frustración de la “ficha limpia”, aunque debe decidir, prioritariamente, la recusación que ella formulara contra su ex amigo y cómplice Ricardo Lorenzetti.
En el orden internacional, al cual volverá la semana próxima, varios escenarios han cambiado: Medio Oriente, por la exitosa visita que Donald Trump realizó a la zona y por la oferta de Irán de desmantelar su armamento nuclear (¿lo tiene?); la guerra ruso-ucraniana, por el plantón de Vladimir Putin a la cumbre en Estambul, convocada para buscar la paz; el Mar de la China, por la creciente presión de Beijing sobre Taiwán; y el conflicto entre India y Pakistán, por la firma de un pacto de cese del fuego.