Batalla de los Reyes: todo lo que ponen en juego Boca e Independiente en el clásico de cuartos

Se enfrentan en la Bombonera por un lugar entre los cuatro mejores del Apertura. Historia de los cruces más destacados entre los clubes que más ganaron fuera del país.

El fútbol, su composición a la hora de analizarlo y todo lo que lo rodea en torno a esos partidos que se llevan la atención de todos, suele tener a la historia como principal motivo de confrontación. La rivalidad, algún morbo de por medio y todo lo que se pone en juego en 90 minutos. Como los que jugarán Boca e Independiente este lunes desde las 21.30 en la Bombonera, en los que cada uno de los 22 que salten a la cancha cargarán en sus espaldas con la obligación de un presente de necesidades, pero también el peso favorable de todas las Copas que sus antecesores supieron conseguir.

Es que, si bien se trata de una competencia nacional, también es un duelo entre los dos equipos más ganadores de la historia del fútbol argentino a nivel internacional: cada uno ostenta 18 conquistas fronteras afuera. En diferentes épocas y algo lejanas ya en el tiempo, pero sin ninguna otra camiseta que los haya podido superar.

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Independiente campeón de la Copa Libertadores 1984.

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Justamente esa distancia con los tiempos más gloriosos le da más valor a este cruce por los cuartos de final del Torneo Apertura, porque los enfrenta en una instancia decisiva y de igual a igual después de muchos años, o más bien de décadas, sin que se disputen algo que quien lo pierda pudiera lamentar y que -al contrario- le diera al ganador la fuerza necesaria para saberse triunfador de un cruce con tintes de final anticipada.

Independiente campeón de la Copa Libertadores 1984.

Cruces de todo tipo

Repasando, la última vez que se enfrentaron mano a mano fue en la Copa Sudamericana 2012, una serie que ganó Independiente con dos empates que lo beneficiaron por mayor cantidad de goles como visitante.

Y más allá de cruces menos recordados y las vueltas olímpicas xeneizes en la cara de Independiente gracias a lo que dictaron los calendarios, los hitos más fuertes que los tuvieron mano a mano fueron las dos finales de la extinta Supercopa que los encontró definiendo las ediciones de 1989 y 1994, la primera para el Boca del Cai Aimar (muy festejada por ser el primer título xeneize desde 1981), y la segunda que el Rojo de Miguel Ángel Brindisi le ganó a un Boca dirigido por César Luis Menotti.

Esas finales fueron de ida y vuelta y se resolvieron en Avellaneda, sede del partido más importante de las últimas décadas con algo fuerte en juego: aquel en que Lucas Pusineri sostuvo a su equipo en la punta del Apertura 2002 a través de un cabezazo agónico para evitar que Boca lo supere en la punta a una fecha del final de aquel torneo, hasta acá último festejo local para el Rojo.

Lo último del Bocha

Así como ese punto del equipo del Tolo Gallego resultó decisivo para coronarse, los dos triunfos del Independiente del Indio Solari contra el Boca del Pato Pastoriza en la Temporada 1988/89, le dieron al último gran equipo comandado en cancha por Ricardo Enrique Bochini la ventaja decisiva para terminar campeón. Fueron dos 2 a 1 (ambos con un gol del Bocha) que dejaron sentada la superioridad del Rojo en aquellos años, aún habiendo entrado ya en su sequía de Copa Libertadores que ya superó las cuatro décadas. Para Boca, en esos tiempos con dos conquistas continentales en su haber, lejos estaba aún de competir por el cetro de Rey de Copas.

Cambio de época

La historia actual, está claro, es bien diferente. El tiempo de urgencias de Boca lo obliga a seguir avanzando para evitar el colapso, en un año que arrancó de la peor manera posible. Independiente, en tanto, corre con una ventaja: la de ser uno de los equipos del momento y haber conseguido un funcionamiento aún sin nombres rutilantes.

Y más allá de los puntos fuertes que presentará cada uno en cancha y de los favoritismos (que se terminarán con el pitazo inicial de Nicolás Ramírez), tal vez lo que más termine pesando para rotular el partido como una final de Reyes sea lo que se juega cada uno.

En el caso del local, gran parte de su año futbolístico. La chance de seguir soñando con viajar al Mundial de Clubes con un título bajo el brazo y que ésto implique estar ya clasificado a la Libertadores 2026. También se juega no seguir acumulando fracasos como los que acostumbraron a su rival a ver las peleas grandes desde lejos.

Eso es lo que se juega el Rojo: dar otro paso para volver a ser. De plantarse en un estadio en el que supo festejar y en el que hoy acumula más de una década sin festejos. Y ante un rival que en las últimas décadas le arrebató hasta la ventaja en el historial.

Batalla de Reyes

No será una ceremonia de coronación, pero sí un paso en pos de recuperar el cetro. Una batalla terrenal, contemplando estos tiempos. Pero, al fin y al cabo, una batalla de Reyes.

Fuente OLE