“No hacen falta reservas”, dijo el presidente Javier Milei el viernes en el discurso de casi tres horas que dio en una radio. Fue la última de las declaraciones que desde el Gobierno vienen encadenando para contradecir la principal diferencia de enfoque con buena parte de los economistas que, incluso compartiendo el rumbo de la gestión, advierten que es el momento de sumar dólares al Banco Central.

Ahora, en el equipo económico se suman a la polémica con una definición de fondo: “Lo que importa son las reservas netas en el largo plazo y hoy estamos cubiertos con lo que nos dio el Fondo Monetario Internacional”, aseguran, y completan: “Eso va a haber que devolverlo, algo que vendrá con la evolución normal de la consolidación macroeconómica”.
Ayer el Banco Central terminó con reservas brutas en u$s 38.395 millones, pero en la entidad monetaria no se fían de ese dato. “Las reservas brutas ni las miramos”, dicen. Y respecto de todo el proceso toman el caso de Uruguay como un antecedente para validar el rumbo elegido: “El programa del FMI para Uruguay en 2002 fue por el 18% del PBI y para el 2006 aproximadamente ya estaban en posición de repagarlo”, afirma una de las principales espadas de la conducción económica.
Con este argumento le dan una vuelta de tuerca más a la toma de posición de la Casa Rosada que desde que se firmó el acuerdo con el Fondo, que tiene metas concretas de acumulación de dólares en el BCRA para junio y diciembre ha bajado la línea de que sólo comprará divisas en caso de que la cotización llegue al piso de las bandas de flotación establecidas. Es decir, por ahora, no se ha comprado nada.
Debate de economistas
La definición que talla en el Gobierno llama la atención porque es justamente al revés de la conclusión a la que llega por ejemplo el economista Martín Rapetti, de la consultora Equilibra, en un reciente documento titulado “Gobierno vs. Econochantas: El debate sobre la sostenibilidad del tipo de cambio bajo”, donde compara la evolución de las reservas actual con los procesos que afrontaron Perú y Uruguay, los otros casos de economías bimonetarias que toma el FMI en el último acuerdo con nuestro país.
“El argumento del gobierno de que para flotar no se necesitan reservas es errado y contrario a toda la evidencia empírica”, escribe Rapetti, que ante la consulta de este diario por el caso citado por la administración actual es contundente: “En 2002, Uruguay tenía un tipo de cambio real recontra alto y superávit de cuenta corriente. Y de ahí hasta 2006 acumuló reservas netas todos los años.
De acuerdo con su consultora, los países bimonetarios de la región que flotan, es decir Perú y Uruguay, tienen bancos centrales con reservas de entre el 20 y el 35%. La Argentina hoy con toda la furia no llega al 5%. “El FMI los ha señalado como referencia para la flotación futura de Argentina. Por eso el acuerdo exige que se revierta la magra situación del BCRA y se acumulen muchas reservas durante los próximos años”, escribe Rapetti. “Aún cumpliendo el desafío, tendríamos menos de la mitad de lo que han mantenido Perú y Uruguay para flotar sanamente”, completa.
¿Pasajero?
En el mercado financiero se dividen entre los que consideran que esta postura puede ser pasajera y que llegado el caso, tras las elecciones puede revisarse una vez que el objetivo de contener el dólar y la inflación como sea quede de lado. “Tal vez en el mediano plazo coincidan en el corazón del argumento del Fondo, pero ahora el timing político es otro”, se la juegan en un banco. En este escenario, se supone que tras los comicios podría validarse una suba del tipo de cambio más cerca del techo de la banda para alimentar las compras de dólares.
Pero también existe la posibilidad de que la forma de acumular reservas directamente quede asociada a distintas operaciones de deuda desde el Tesoro. Porque a ello se refirió también Milei en su aparición del fin de semana. Pasó inadvertido pero le puso número a la vuelta de la Argentina a los mercados de capitales: afirmó que cuando el riesgo país llegue a 550 puntos básicos el país estará en condiciones de salir nuevamente a los mercados, renegociar los vencimientos de capital y por ende no requerirá de dólares contantes y sonantes para pagarles a los acreedores. “No hace falta acumular reservas”, insistió.
Hay un punto ciego en ese razonamiento: ¿puede seguir bajando el riesgo país si no se acumulan reservas? Para el Ministerio de Economía, con sólo mostrar que están dispuestos a todo con tal de sostener el superávit financiero debería bastar para que el costo del endeudamiento de la Argentina baje. Pero para otros actores que haya un rojo creciente en la cuenta de dólares es una señal de alarma y conspira contra la vuelta a los mercados.
De acuerdo con las estimaciones de Rapetti, uno de los economistas más maltratados por el Poder Ejecutivo y sus punteros en redes sociales, la Argentina tendría necesidades de dólares para 2026-2030 por unos US$214mil millones, equivalentes a entre el 5 y el 6% del PBI o al 31 o 36% de las exportaciones por año. El cálculo se hace con una proyección de un déficit de cuenta corriente anual de entre 1,5 y 2% del PBI.
“Dada nuestra historia y la situación actual, nos parece muy improbable que se abra un escenario de financiamiento externo tan favorable para solventar necesidades que son tan altas”, indica. Según ha manifestado el Presidente, con el tipo de cambio bajo se promoverá que el sector privado consiga los dólares. “El sector privado nunca obtuvo financiamiento externo por tanto tiempo y por tanta magnitud como el que se estima para 26-30”, indica el documento. “No vemos qué cambió tan rápida y profundamente en el país como para que esta vez la trayectoria sea tan diferente”, concluye.
Fuente El Cronista