Este imponente castillo, construido en el siglo XIII y ampliado en los siglos XIV y XV, fue un lugar clave durante el reinado de varios reyes castellanos, como Juan II -que lo mandó levantar en 1440 sobre la fortaleza anterior-, Enrique IV -que ordenó la construcción de la torre del homenaje en 1445- y los Reyes Católicos: la reina Isabel lo utilizó como residencia y prisión política para los enemigos del reino, y su trascendencia y concurrencia de preclaros varones y damas lo convirtieron en el enclave ideal para el desarrollo de historias románticas y trágicas .
El contexto histórico de Medina del Campo, con su cercanía a la corte, sitúa esta historia entre los siglos XV o XVI, cuando el castillo vivió su época de esplendor como lugar estratégico y residencia real.Cuenta la leyenda que la bella sobrina de un rey -podría ser, sin ir más lejos, Fernando el Católico- se había enamorado de un mozo de menor rango social que no contaba con el favor real, una relación del todo imposible debido a un matrimonio ya concertado entre la muchacha y un noble. La joven y su amante vivían su pasión en secreto, robando momentos al protocolo entre los muros y las mazmorras del castillo, escenario ardiente e improvisado de sus encuentros clandestinos, hasta que un vecino, celoso de la felicidad de la pareja, denunció a los amantes.
El muchacho fue encerrado en la célebre torre, con la esperanza de que la sobrina aceptara el matrimonio impuesto.El río Zapardiel Sin embargo, ella se negó persistentemente, pasaron unos pocos años de férrea promesa de amor y, ante la obstinación de la joven, el rey perdió la paciencia y ordenó la ejecución del enamorado. En su desesperación, la sobrina se quitó la vida arrojándose al río Zapardiel. Desde entonces, el río se secó, pero cada 50 años se desborda, como si las lágrimas de la joven lo llenaran, causando inundaciones que castigan a los habitantes de Medina del Campo, acaso en venganza por su delación. Y es cierto que el Zapardiel sufre sequías extremas y que históricamente se han registrado inundaciones ocasionales, como las de 1956 y 1997. Ciertamente, en las historias de amor prohibido de la época medieval y renacentista, es bastante común que el amante de menor rango social fuese castigado severamente, ya sea con prisión, destierro o ejecución, especialmente si la joven estaba vinculada a la realeza, como es el caso.
Por otro lado, los matrimonios concertados eran comunes entre la nobleza y una sobrina de un rey, como Fernando o Isabel, estaba sujeta a estas normas. El desenlace trágico de los amantes explica en parte la presencia del fantasma, que, según el folclore, aún ronda el Castillo de la Mota. La tradición local habla de la historia de la sobrina del rey, mujer que encaja con los relatos de un espíritu femenino que vaga por las estancias o la torre del homenaje. Estos testimonios describen lamentos, sombras y presencias que evocan tristeza, lo que apuntala la tesis de un alma en pena atrapada por un amor truncado o no correspondido.Noticia Relacionada FANTASMAS Y CASTILLOS (VIII) reportaje Si Voces, rostros y damas de blanco en la fortaleza de Buen Amor David Felipe Arranz La relación prohibida entre Alonso de Fonseca y Quijada, obispo de Ávila, y la dama Teresa de las Cuevas ha tenido continuidad: sus espíritus aún vagan al encuentro por la fortalezaLas historias de fantasmas femeninos vinculadas a amores imposibles son comunes en castillos y palacios españoles, como en el caso de la Casa de las Siete Chimeneas en Madrid o la leyenda de doña Inés de Castro en Castilla.
Otro relato de carácter histórico y más posibilidades de veracidad se refiere incluso a dos caballeros que compitieron por una espada y que se enfrentaron en violentas pruebas mortales, de las que solo uno de ellos dos pudo salir con vida. También César Borgia fue uno de los más ilustres prisioneros de la torre del homenaje, de la que se escapó en 1506: y, aunque en las fuentes no se menciona la terrible historia de la sobrina real y el mancebo, entre tantas venganzas, celos e imposibilidades de un ascensor social, bien pudo ocurrir.
Fuente ABC