Sobre una de las paredes del luminoso despacho de Jimena Latorre luce un enorme y hermoso friso escrito en negro sobre fondo blanco y en caligrafía china. Significa, en ese idioma, la palabra “energía”, que resume al menos tres facetas de su gestión en el gabinete de Alfredo Cornejo: el área específica de gobierno, la apuesta a tentar a los extranjeros (orientales, entre oros) con los potenciales de Mendoza y el énfasis que le imprime a su trabajo, en el tercer y segundo pisos del ala oeste de la Casa de Gobierno, donde recibe a Mendoza Today.
-Minería, petróleo, energía. Usted transita por tres ámbitos históricamente masculinos, identificados con gorras, botas de goma y mamelucos. ¿Cómo se lleva con eso?
-Bastante bien. Aunque lo que dice es cierto, las mujeres participamos cada vez más en la confeción de los proyectos, paneles, gestión, etcétera. Le diría que la proporción es 80 por ciento hombres, 20 por ciento mujeres. Setenta-treinta, en el mejor de los casos.
-¿No acompañan estas industrias en las transformaciones de la sociedad, donde las mujeres tienen mayor protagonismo que antes?
-Sí, claro, se va mejorando. Cada vez se incorporan más ingenieras, economistas y profesionales en funciones gerenciales. Mientas por el lado de la operación de campo, la tecnologización provoca que ya no sea tan necesario el uso de la fuerza física para trabajar. Ésa es una oportunidad que se está aprovechando.
-¿Hay casos concretos o es parte de un relato “políticamente correcto”?
-Sí… hay casos concretos. En Chile, por ejemplo, la empresa BHP, considerada la mayor empresa minera del mundo, alcanzó la paridad total en sus distintas capas jerárquicas. Hay muchas otras que trabajan en ese sentido. Son avances importantes.

-¿Se imaginaba en un puesto público así, tan vinculado a las “ciencias duras”?
-Bueno, yo soy abogada y siempre me incliné por la administración, el derecho público, los resortes regulatorios. Pero no se olvide que en este ministerio no trabajo sólo yo. Es un grupo, donde hay expertos en esas “ciencias duras” a las que se refiere, economistas, especialistas en recursos humanos y otras actividades más. Somos un equipo.
-Otro contraste que tiene su función es unificar en un mismo ministerio industrias extractivas, como la minería y la petrolífera, con la preservación del ambiente. ¿Cómo hace para nadar entre “el agua y el aceite”?
-No es una novedad. Hay muchos países que se manejan así. La clave es levantar la vara de los controles. Con Alfredo (Cornejo, el gobernador de Mendoza), primero ordenamos la legislación para los inversores y también cambiamos el paradigma del control, que ya no es concebido como un castigo si viene alguien y no hace las cosas como corresponde o está dañando el ambiente, sino como una prevención para no tener que llegar a la sanción.
-Hay quienes dicen que esa vara no se aplica por igual a todos. La agricultura, a su medida, también contamina, como casi toda la actividad humana.
-Antes que nada, como le dije, la función de fiscalización debe dejar de ser vista como una sanción. Pero también nos interesa tener una mirada integral: además de lo ambiental, hay que considerar el desarrollo económico y social que aportan. Trabajar con sinergia. No eludir los conflictos, pero abordarlos desde las leyes que regulan cada segmento de la economía.
-¿Usted me asegura entonces que tiene la mirada puesta también en la agricultura?
-Por supuesto. La agricultura es muy importante para Mendoza y no queremos que eso cambie, sino que se integre con otras industrias. Estamos hablando de recursos renovables, como el agro, y no renovables, como los minerales y el petróleo. Y no se trata sólo del uso del agua, que es muy importante, sino de aspectos como puede ser el agotamiento del suelo, entre otros factores ambientales.
-Hay que ampliar la matriz productiva de Mendoza, como todos creemos. Con la minería hay avances que Rodolfo Suárez propuso el primer día de gobierno, pero no pudo porque salió la gente a la calle. ¿Qué pasó? ¿Cambió la gente, está más instruida y permisiva? ¿O simplemente es una gestión más eficiente, más “paso a paso”?
-Hay una ventana de oportunidad importante que ha sido la demanda de la sociedad. Eso cambió en estos años. La crisis del país provoca que la gente demande no sólo soluciones de los gobiernos, sino también herramientas para conseguir trabajo, desenvolverse, satisfacer sus necesidades, tener mejores sueldos. Fíjese, si no, cuántos ingenieros que estudian en Mendoza han tenido que emigrar a San Juan o Neuquén.
-Y a las empresas grandes, ¿qué les dicen para que se tienten con Mendoza? Porque una parte del trabajo ha sido viajar: Canadá, Estados Unidos, China…
-Que tenemos reglas perdurables. Que aquí van a ser fiscalizados, pero con leyes claras que contemplan la inversión, la recuperación y resarcimiento por recupero. Hemos tenido conversaciones con el sector público y privado de distintos países, hemos estado presentes en ferias y foros que nos ponen en contacto con grandes inversores.
-Las empresas locales también quieren una porción de la torta, no quizás en la “parte pesada” de la exploración y extracción, pero sí como proveedores de bienes y servicios.
-Claro, porque Mendoza tiene una economía muy diversificada. Y ésa es ahora una gran ventaja. No sólo es la vitivinicultura y la agricultura en general, sino también la industria metalmecánica, las siderúrgica, el transporte… Ya están, pero tendrán más oportunidades.
-Otro tanto, puede pasar con la lengua norte de Vaca Muerta, con respecto al petróleo.
-Claro, hay que “levantar a la vaca” (sonrisas por la broma) y los yacimientos petrolíferos no convencionales. Pero también hay que levantar las capas geológicas de minerales, que aportarían grandes beneficios económicos. Hablamos de proyectos a largo plazo por supuesto. Pero se está olvidando de otra realidad, que contempla este ministerio y es muy importante.
-¿A qué se refiere?
-Al desarrollo de energías renovables, como los paneles de generación solar, para comenzar a pensar en una transformación también de la matriz eléctrica de la Argentina, a partir de la energía fotovoltaica. Y estamos ordenando esa inversión, porque los inversores de aquí tampoco se van a animar a invertir si no les aseguramos a quién y dónde van a vender la energía que generan.
–De todos modos, Jimena, usted ni Cornejo están de acuerdo con el “compre local”.
-No, porque eso genera una distorsión de abajo para arriba, que puede entorpecer las decisiones de inversión. Preferimos acompañar a las empresas de la provincia a que compitan, que entren en ese negocio de una manera propositiva no coercitiva. Así van a crecer y levantar su capacidad.
-Como le pasó al vino…
-Claro, sí. Pero volviendo a la minería, los mendocinos estamos acostumbrados a competir y somos proveedores de proyectos de la industria en la zona andina. No nos da miedo, pero tampoco queremos rivalizar ni estamos de acuerdo con levantar barreras entre las provincias.
-Hablando de provincias, el nuevo vínculo de Javier Milei con los gobernadores se basa en depositar todo el peso de las obras de infraestructura en las provincias. Antes, un dique, un camino estratégico los hacía la Nación. Ahora se las arregla cada una como puede, si puede.
-Para nosotros es beneficioso. Mendoza venía sacando músculo con ese tema, porque veníamos de un gobierno provincial con un signo político distinto en la provincia. Hoy las diferencias tienen que ver más con el efectismo que con la realidad, se desarrollan muchas en las faz discursivas. Tenemos gente trabajando en eso y en manejar las diferencias, como ocurrió con la idea de bajar el IVE (Interrupción Voluntaria del Embarazo. Igual, no se olvide que muchos son gastos reembolsables.
-¿Y la política? Qué paradójico que mientras a nivel nacional el radicalismo se desvanece, sigue dominando la escena política en Mendoza y otros pocos distritos del país.
-Puedo hablarle de Mendoza. Aquí las razones es que hemos vuelto a las raíces de nuestro sistema institucional y nos hemos acercado a la opinión y las necesidades del electorado, que evalúa la gestión concreta de los gobiernos provinciales. Luego, la aparición de nuevos actores a nivel nacional, los outsiders han ido reconfigurando el mapa de la política argentina.

-Paredes adentro del Ministerio de Energía y Ambiente también parecen aplicar criterios innovadores, a menos para el Estado, como el ajuste de remuneración por productividad. ¿Cómo marcha el plan?
-Sí, es el “item productividad”. No somos los únicos. Es adaptarse a la realidad. Ya pasa con los maestros, con los médicos. La evaluación se realiza cada tres meses, considerando los incentivos y la proactividad. Están previstos así, desarrollar un régimen de promoción interna que motoriza una mejor carrera en la Administración Pública.
-¿Cómo evalúa usted misma su trabajo?
-Hemos hecho avances importantes, en un proyecto que tiene distintos caminos. En primer término, modificamos el Código de Procedimiento Minero, visibilizamos en el exterior a Mendoza como zona de alto potencial para atraer inversiones, apostamos al distrito minero para impulsar desde allí esta industria y hoy podemos decir que tenemos al menos cuatro grandes proyectos de escala mundial y otros que pueden venir en el futuro.
– Hay un proyecto sobre el derecho a la eutanasia voluntaria que usted presentó cuando era diputada nacional. ¿En qué quedó esa idea de la “muerte digna”?
-Sigue teniendo estado parlamentario. Me ayudó mucho el doctor Daniel Ostropolsky (el jurista mendocino que falleció de ELA) y en su momento, cuando yo dejé la banca en el Congreso, Pamela Verasay (diputada nacional del radicalismo por Mendoza) y otros legisladores se ocuparon de mantenerlo en vigencia, para que no se cayera. Es cierto que hoy no es un tema de prioridad de ningún partido, pero nunca voy a abandonarlo.
Este artículo se publicó primero en Mendoza Today.
Fuente Mendoza Today