El staff de economistas del FMI se autopercibe “engañado”. Se acerca el final de la temporada alta de oferta de dólares de la cosecha gruesa, con liquidaciones promedio de u$s 200 millones diarios y un junio récord que probablemente supere los 4.000 millones. El BCRA debería comprar u$s 10.0000 millones hasta diciembre para cumplir la meta de reservas. Hasta ahora no adquirió ni un sólo dólar.
El plan de emitir deuda para sumar reservas es una alternativa que no termina de convencer. El equipo económico rechaza comprar dentro de la banda porque implicaría un dólar más alto y eso atentaría contra la desinflación, la única prioridad oficial hasta las elecciones. A partir de junio de 2024, la cuenta corriente del balance de pagos dejó de ser superavitaria y acumula un rojo de u$s 12.300 millones en 11 meses. Desde entonces, la dupla Milei-Caputo construyó “puentes” que mantuvieron la estabilización sin sobresaltos. Inicialmente, el extraordinario blanqueo de capitales y el impulso al crédito en dólares.
Cuando se agotó, una baja transitoria de retenciones para alentar la liquidación de agro- dólares y el acuerdo con el FMI con un desembolso inicial de u$s 13.500 millones, incluyen- do organismos internacionales. Javier Milei escribió recientemente contra los “llorones del déficit de cuenta corriente”, argumentando que dicho déficit no era un debilidad del plan, sino una manifestación de fortaleza.
Según el Presidente, ese déficit refleja que el “ahorro externo” está financiando un proceso de inversión en sectores estratégicos (Vaca Muerta, minería, agro), expresado en la suba de importaciones de bienes de capital. Sin déficit fiscal, el déficit de la cuenta corriente se explica por el exceso de gasto/inversión del sector privado financiado por capitales externos. Un proceso de acumulación de capital necesario para cimentar el crecimiento futuro.

Banco Central de la República Argentina. (Fuente: archivo).
El planteo nos retrotrae a polémicas del pasado, como en los ‘90: ¿el “ahorro externo” financia un proceso virtuoso o un boom importador que desplaza producción nacional y el “deme dos” de los argentinos en el exterior, siempre temporal? Entre enero y abril 2025, las importaciones de bienes de capital aumentaron 69,3% (u$s 4.862 millones) y Piezas y Accesorios para Bienes de Capital 32% (u$s 5.225 millones), mientras que las importaciones de bienes de consumo crecieron 69,1% (u$s 3.474 millones).
Al mismo tiempo, el saldo de turismo emisivo versus el receptivo alcanzó los 5,1 millones de personas -récord desde 2018-y la cuenta de “turismo al exterior” podría superar este año los u$s 11.000 millones. La discusión está abierta y remite a un interrogante de fondo: cuán dispuesto está el sector privado a financiar la transición hacia “Argentina 2030” cuando, en teoría, de concretarse las inversiones, deberían “sobrar dólares” generados por el salto exportador. Nadie lo sabe.
El Gobierno asegura que una vez despejada la incertidumbre electoral -el “Riesgo Kuka”, Milei dixit- el riesgo país se derrumbará, porque habrá una avalancha de capitales que no dejarán pasar la oportunidad de una “Argentina baratísima” (sic. Milei). El problema es si el riesgo país actual depende también de otros factores, como la compra de reservas a otro nivel de tipo de cambio. Es lo que señaló el último staff report del FMI: “reconstruir reservas de forma decisiva” y “limitar los riesgos de sobrevaluación”.
Un ex banquero de Wall Street, clave durante la era Macri, explica por qué los dólares aparecen con cuentagotas. Primero, grandes fondos de inversión que perdieron fortunas durante la gestión Macri no están dispuestos a arriesgarse para ver si “esta vez es diferente”. Segundo, dice que el déficit de cuenta corriente se sostiene sólo con “carry trade” y que, otra vez, Argentina quedó demasiado cara en dólares lo cual, junto con el cepo para empresas, dificulta identificar negocios rentables en la economía real.
Pese a las promesas del RIGI, por ahora son más las multinacionales que desinvierten (Ex- xon, Petronas, Telefónica, HSBC, P&G) y venden activos a compañías nacionales. Desde diciembre de 2023, la inversión extranjera directa cayó en u$s 1.700 millones. En tanto, los ahorros siguen yendo al colchón: desde el plan de “reparación histórica de ahorros”, los depósitos en dólares cayeron en u$s 480 millones.
El plan de colocar deuda en pesos entre inversores extranjeros para sumar reservas (u$s 7 mil millones hasta fin de año) es el “nuevo puente” para apuntalar el esquema hasta octubre. Dólar bajo, desinflación, crédito y boom de ventas de bienes durables, en teoría un combo electoral imbatible. Antes, habrá que superar el test típico del segundo semestre electoral, cuando se reduce la oferta de divisas del agro, mientras crece la demanda por turismo, energía y cobertura por incertidumbre política.
Eduardo Constantini advirtió los límites de la estrategia: “El inversor financiero ve la cantidad de deuda que vence en 2026, en 2027 y son cantidades importantes. Entonces, quiere ver que el Banco Central esté acumulando reservas, pero como resultado de las exportaciones o las inversiones, no sólo del endeudamiento.
El Gobierno ha comenzado a sacar con éxito, porque tiene mucha imaginación, bonos y entonces están aumentando las reservas, al mismo tiempo que aumenta el endeudamiento… En el corto plazo es aceptable pero, en el largo plazo, lo veo peligroso. Se va acumulando una demanda de dólares potenciales, porque el inversor extranjero que compra un bono en pesos vendiendo sus dólares, necesita una salida, esa salida es una demanda de dólares futura.” Hay cada vez más “mandriles”.
Fuente El Cronista