Helados y calor forman la pareja inseparable del verano: cuando el termómetro se dispara, el consumo de tarrinas, polos y cucuruchos se dispara aún más en las cajas de los supermercados.
Con los precios de las grandes marcas coqueteando con los 8 € por envase, cada vez más familias se refugian en la fiebre de marca blanca, que promete alivio al bolsillo y algo de frescor.
Mercadona lidera la carrera con su sello Hacendado: los más de cuatro millones de helados diarios que salen de la planta de Helados Estiu en Valencia certifican que, al menos para Juan Roig, la calidad “made in casa” lleva firma valenciana.
Grupo Farga se esconde tras el apellido italiano de Gelatelli (Lidl) y demuestra que la tradición catalana también sabe conquistar congeladores europeos con mochis, “protein bars” y algún que otro antojo tropical.
Ni vainilla, ni chocolate: los helados italianos de Aldi que arrasan este verano
V. G.
Aldi juega a la sorpresa con Mucci: sus tarrinas veganas y sorbetes de horchata nacen de una red de proveedores nacionales que la cadena mantiene celosamente anónimos, pero siempre bajo el paraguas del “80 % producto español”.
Carrefour, fiel a su mantra de “nadie fabrica para nosotros”, produce sus propios conos, polos y tarrinas en sus centros logísticos; un modelo de circuito cerrado que deja claro quién manda en el lineal.
Varían según la empresa
Día diversifica y reparte juego entre varias factorías: La Menorquina pone la base, La Casa añade los cacahuetes de Conguitos y otras plantas europeas terminan de redondear una oferta donde el “Helado vampiro” sigue mordiendo fuerte.
La enseña Auchan de Alcampo confía sus recetas a la valenciana Ice Cream F.C.S.A., responsable de esos polos de cola y lima-limón que monopolizan los congeladores cuando aprieta la canícula.
Fuente El Confidencial