Buenos Aires, 1 de julio de 2025 – Total News Agency-TNA--En medio de un clima internacional marcado por la creciente tensión entre potencias nucleares y la amenaza latente de una Tercera Guerra Mundial, la atención global comienza a enfocarse en aquellos territorios que podrían quedar a salvo de los efectos más devastadores de un eventual conflicto a gran escala. En ese contexto, Chile ha sido señalado como el único país de América Latina con condiciones geográficas, políticas y económicas que lo posicionan como posible “refugio” en caso de un enfrentamiento global.
Según diversos estudios y análisis de organizaciones internacionales vinculadas a la seguridad estratégica y el riesgo geopolítico, existen apenas cuatro países en el mundo con características que los harían menos vulnerables frente a una catástrofe mundial: Fiyi, Islandia, Nueva Zelanda y Chile. En este reducido grupo, la nación sudamericana se destaca como la única opción viable dentro del continente latinoamericano.
La razón principal que sustenta esta consideración es la combinación de factores geográficos, climáticos, demográficos y diplomáticos. Chile cuenta con una vasta y compleja geografía, dominada por la cordillera de los Andes y una extensa costa que lo separa de focos de tensión directa. Este aislamiento natural, combinado con una estructura política estable, una economía sólida y recursos naturales estratégicos —como reservas hídricas, capacidad agrícola y minería— lo convierte en una alternativa viable ante el caos global.
La ciudad de Santiago, capital del país, representa un nodo clave en este esquema. Su ubicación, enmarcada entre cordillera y océano, sumada a su infraestructura moderna y relaciones diplomáticas activas con países de Occidente, le otorgan un valor adicional como eventual centro de recepción de refugiados o reubicación estratégica.
En tanto, las otras tres naciones que completan el listado global —Fiyi, Islandia y Nueva Zelanda— también reúnen atributos específicos que las colocan en una posición de relativo resguardo ante un conflicto internacional de gran escala. Fiyi, por su ubicación en el Pacífico Sur y su baja densidad poblacional; Islandia, por su autosuficiencia energética y distancia de centros de poder; y Nueva Zelanda, por su estabilidad institucional, alto desarrollo agrícola y alejamiento de rutas militares.
La elección de estos países responde, además, al creciente interés de ciudadanos de todo el mundo en encontrar “zonas seguras” que permitan minimizar el impacto de una guerra que, de concretarse, podría incluir el uso de armas nucleares, colapsos financieros y crisis humanitarias a gran escala.
En este escenario de incertidumbre, Chile aparece como una excepción en América Latina. Si bien el continente en su conjunto mantiene cierta distancia geográfica de los principales focos de conflicto, la fragilidad institucional, los desequilibrios económicos y la polarización política que afecta a varios países de la región dificultan su consideración como refugios viables.
La creciente percepción del país andino como una alternativa de resguardo incluso ha comenzado a influir en decisiones migratorias, estrategias de inversión y movimientos discretos de ciudadanos de alto poder adquisitivo que buscan estabilidad futura en tiempos de volatilidad global.
Aunque ningún país puede considerarse completamente inmune a las consecuencias de una guerra mundial, la posibilidad de minimizar los riesgos posiciona a Chile en el radar estratégico de analistas, inversores y ciudadanos que buscan anticiparse a un posible quiebre del orden internacional. ¿La Patagonia Argentina podria se otra opción?