Russo III, versión 2.0: por qué el nuevo Boca arranca con el frío de julio

El Xeneize vuelve a las prácticas con objetivos claros y mucho recorrido por atravesar. Los desafíos del DT tras haber trabajado un mes con el plantel y la comparación con ciclos anteriores.

Aquellos turbulentos días de fines de mayo aceleraron todos los procesos. Se venía el Mundial de Clubes y no había tiempo para muchos preámbulos ni mucho menos para excusas. Boca necesitaba respuestas y Miguel Ángel Russo las ofreció, poniéndose el overol y aportando su experiencia y espalda para templar la situación y llevar al equipo a los Estados Unidos a completar un trabajo más que decoroso. Con esa medalla, la vuelta al país tiene una oportunidad única: arrancar de cero, con el bagaje de lo ya transitado.

Sí, porque más allá de que el paso por la Copa del Mundo lo pudo haber dejado herido, no fue así. Y si bien hace ya más de un mes que llegó, su tercer ciclo en Boca comenzará formalmente este martes, en parte gracias a que su imagen quedó fortalecida a partir de un equipo que cambió su cara respecto del pobrísimo final de torneo en materia local, y que eso le permitió no malgastar su crédito inicial.

Ese balance positivo le da a Russo la potestad para plantarse de frente a los objetivos del resto del año con resto para tomar decisiones, tanto en el armado del plantel como en la apuesta futbolística que prefiera. Sin correr de atrás con la urgencia de una tabla adversa (el Clausura arranca de cero y la tabla anual lo tiene encumbrado), la diferencia con ciclos anteriores es notoria.

Los casos anteriores

Por ejemplo, su antecesor Fernando Gago tuvo que remontar de inicio un andar en caída para arañar un puesto de pre Copa Libertadores, a la postre el gran fracaso de su gestión por no poder superar una llave accesible. Pero lo cierto -más allá de los errores puntuales del ciclo- es que desde que se inició, estaba condicionado por la herencia. Y que ni siquiera las instancias de mata-mata lo salvaron, ya que el primer porrazo lo tuvo a poco de asumir en la insólita derrota ante Vélez por Copa Argentina.

Otro que se sumó con el caballo andando fue Jorge Almirón en 2023, siempre al riesgo del colapso aunque llevando el equipo a la final de la Copa Libertadores. Sin embargo, el dubitativo comienzo de ese año y los pésimos números a nivel local decretaron la primera ausencia en la máxima competencia por no llegar con los puntos.

Sí pudo comenzar de cero Diego Martínez en el inicio de 2024, pero en su caso fue el poco peso de su nombre en el club (y en el fútbol) para bancar las difíciles. Y sin que se considere lo bueno que hizo su equipo durante algún tramo del año, la falta de resultados lo fue arrinconando hasta eyectarlo del cargo sin mucho margen de acción.

Las ventajas de Miguel

Ante esas comparaciones, para Miguelo la situación queda planteada con algunas ventajas: primero, porque la “pretemporada” la hizo con una competencia de elite, donde pudo ver en directo y en acción el estado del plantel con el que cuenta. Segundo, porque se trajo del Mundial un respeto a su figura (capaz de acomodar bastante del descalabro de su equipo en un par de semanas) que le renueva el voto de confianza que siempre tuvo por parte de la gente de Boca.

Y tercero, porque el cambio de fichas en cuanto a los referentes marcará el inicio de un nuevo Boca. Ya sin el discutido Marcos Rojo (señalado desde antes de la llegada de Russo pero con el DT tomando la decisión final tras una discusión en EEUU) y con la llegada del Campeón del Mundo Leandro Paredes. Aunque -claro está- también los resultados irán dando su veredicto. Y Boca los necesita más que nunca.

Fuente OLE