Buenos Aires, 3 de julio de 2025 – Total News Agency-TNA--Las diferencias internas en el corazón del Gobierno de Javier Milei quedaron al desnudo esta semana tras una serie de episodios que reflejan la creciente tensión entre dos líneas de acción opuestas: el “menemismo”, que promueve una construcción política cerrada, sin concesiones, y el “caputismo”, que insiste en tejer acuerdos con otros espacios para sostener la gobernabilidad en el Congreso.
El martes, luego de la reunión de Gabinete en Casa Rosada, se esperaba una cumbre política entre los principales referentes libertarios. Sin embargo, el encuentro nunca se concretó. Aunque todos los actores relevantes —Karina Milei, Martín y “Lule” Menem, Santiago Caputo y Guillermo Francos— se encontraron en el entorno de la oficina del vicejefe de Interior Lisandro Catalán, reinó la descoordinación y el desinterés por el diálogo cara a cara.
Este clima de fragmentación se vio reflejado un día después en la Cámara de Diputados, donde el oficialismo sufrió un duro revés. La sesión especial se cayó por falta de quorum tras una escandalosa pelea entre legisladores de Unión por la Patria y La Libertad Avanza, lo que impidió debatir temas sensibles como la baja de retenciones y la reforma a la ley de decretos de necesidad y urgencia. Pese a que la escena fue desordenada y espontánea, expuso que el Gobierno ya no puede contar con el respaldo automático de sus antiguos aliados parlamentarios.
Desde diputados de Innovación Federal hasta radicales moderados, pasando por legisladores libertarios díscolos, un amplio abanico de aliados habituales mostró su descontento. Muchos respaldaron iniciativas ajenas a la Casa Rosada, como la emergencia sanitaria pediátrica impulsada por el conflicto en el Hospital Garrahan y el nuevo esquema de financiamiento universitario. El malestar se vincula con el rechazo oficial a distribuir recursos a las provincias y a la negativa a compartir espacios en las listas electorales.
Estas señales revelan una lucha estratégica profunda: mientras los armadores vinculados a Karina Milei y los hermanos Menem apuestan por “ir con la propia” y construir territorialidad sin ceder posiciones, el entorno de Santiago Caputo —incluido el ministro de Economía Luis Caputo y el propio Francos— propone negociar con oficialismos provinciales para ampliar bloques legislativos y garantizar respaldo a las reformas estructurales que se planean para después de 2026.
El dilema se vuelve más apremiante en un año electoral. La discusión gira en torno a si se deben ceder casilleros en provincias clave como Entre Ríos, Salta, Chaco o Río Negro para evitar divisiones y ganar bancas en el Congreso, o si debe mantenerse una línea dura y competir en todos los distritos bajo la bandera libertaria. “Lo que no se paga con billetera, se paga con política”, repiten los acordistas. En cambio, los intransigentes sostienen que “pactar con la casta” sería traicionar el mandato original de Milei.
Ambos sectores aseguran interpretar fielmente la voluntad del Presidente. Mientras el “territorialismo” repite que la orden es no negociar con estructuras tradicionales, el ala dialoguista asegura que ya hubo, a comienzos de año, un mandato presidencial para aplicar una estrategia dual: mostrar firmeza, pero garantizar acuerdos mínimos para evitar derrotas parlamentarias que comprometan la estabilidad fiscal y los objetivos del acuerdo con el FMI.
El resultado de las próximas elecciones definirá el curso de acción. Si el oficialismo logra sumar bancas, las reformas de fondo —como la previsional, la laboral y la tributaria— podrían avanzar con mayor facilidad. Pero hasta entonces, las divisiones internas amenazan con paralizar al Gobierno. Varios dirigentes esperan que sea el propio Milei quien defina el rumbo en las próximas semanas, como única forma de ordenar las filas antes de que el deterioro político impacte de lleno en la gestión.