Buenos Aires, 9 de julio de 2025 – Total News Agency-TNA-El suicidio del suboficial Alejandro Tijerina, ocurrido el pasado sábado por la noche dentro del Hospital Churruca, volvió a encender las alarmas sobre el grave deterioro del sistema de salud de las fuerzas de seguridad y el estado de abandono institucional que enfrentan sus integrantes. Alejandro Tijerina, conocido como “Mustafá” entre sus compañeros, era integrante de la Policía Federal Argentina, exchofer presidencial y custodio de figuras de alto perfil como el ex secretario del ex Presidente Carlos MenemRamón, Hernández y la familia Fortabat.

Según confirmaron fuentes policiales, Tijerina ingresó solo al hospital alrededor de las 17 horas. Tras deambular por los pasillos, encontró un baño, se encerró y alrededor de las 21 horas se quitó la vida con su arma reglamentaria. Llevaba su uniforme, su gorra, su carnet y su chaleco antibalas. En su poder se hallaron nueve proyectiles, pero utilizó sólo uno. Dejó cuatro cartas: dirigidas a su madre, a su esposa, a sus hijos y al director del hospital, todas selladas cuidadosamente.
El hecho causó conmoción en los círculos internos de la Policía Federal y desató una oleada de denuncias sobre el vaciamiento progresivo del Hospital Churruca, durante décadas una institución emblemática para la atención médica de las fuerzas de seguridad. A través de frecuencias policiales y redes internas, compañeros de Tijerina aseguraron que su estado de salud era crítico y que había sido abandonado por la obra social IOSFA.
“Estaba todo mal con la obra social. Dejó las cartas. Fue decidido a matarse. La jefatura quiso tapar todo. Pedimos la morgue por la frecuencia y no mandaron nada”, relató un colega entre lágrimas.
El caso no es aislado. Desde hace tiempo, entidades como FASIPP (Federación de Asociaciones de Suboficiales y Personal Policial) vienen alertando sobre la profunda crisis del sistema sanitario policial: falta de profesionales, carencias de insumos, turnos demorados, ausencia de acompañamiento psicológico y burocracia paralizante. Muchos efectivos, señalan, enfrentan enfermedades graves sin cobertura adecuada, ni contención emocional.
La situación de la obra social IOSFA es igualmente crítica, con denuncias reiteradas por su colapso administrativo y operativo. A pesar de haberse anunciado recientemente una ambiciosa reconfiguración de las fuerzas federales —que incluye a la Policía Federal, Gendarmería y Prefectura—, no se ha informado ninguna medida concreta destinada a mejorar las condiciones del sistema de salud que los asiste.
La muerte de Tijerina se dio en silencio, pero con un mensaje claro. Murió uniformado, dentro del hospital que alguna vez representó seguridad y atención digna para los servidores públicos. No pidió licencia ni se escondió: eligió hacer visible su tragedia como una forma de denuncia extrema.
Desde APROPOL y otros espacios policiales exigen respuestas inmediatas. “Esto no fue un hecho aislado. Fue el resultado de un sistema que enferma, abandona y descarta”, sostuvieron en un comunicado.
La causa quedó en manos del juzgado correspondiente y se espera que las cartas dejadas por el suboficial sean incorporadas a la investigación. Mientras tanto, en el corazón del sistema de seguridad federal, crece el clamor por un cambio profundo.