Cambridge, 23 de julio de 2025 – Total News Agency‑TNA– Un nuevo estudio liderado por geofísicos de la Universidad de Harvard concluye que la acumulación de agua en represas construidas por el ser humano ha provocado el desplazamiento del eje de rotación de la Tierra en más de un metro durante los últimos dos siglos. La investigación, publicada en la revista especializada Geophysical Research Letters, sostiene que esta redistribución masiva de agua provocó también una leve caída del nivel global del mar y constituye una evidencia directa del impacto geofísico de la actividad humana sobre el planeta.

El equipo, encabezado por la investigadora Natasha Valencic del Departamento de Ciencias de la Tierra y Planetarias de Harvard, analizó datos sobre 6.862 represas construidas entre 1835 y 2011, cuyas reservas almacenadas serían suficientes para llenar dos veces el Gran Cañón. Según sus cálculos, la redistribución de masa asociada a estas infraestructuras habría generado un proceso de desplazamiento polar verdadero (TPW, por sus siglas en inglés), provocando un corrimiento acumulado de unos 113 centímetros del eje terrestre en ese período.
Dos siglos, dos fases de desplazamiento
La investigación identificó dos etapas diferenciadas. La primera, entre 1835 y 1954, coincidió con una fuerte construcción de presas en Norteamérica y Europa, lo que desplazó el Polo Norte unos 20,5 centímetros hacia el meridiano 103 este, que atraviesa Rusia, Mongolia, China y la península de Indochina.
La segunda fase, entre 1954 y 2011, se produjo por la expansión de represas en África Oriental y Asia, causando un movimiento adicional de 57 centímetros del eje polar hacia el meridiano 117 oeste, que recorre el oeste de América del Norte y el Pacífico Sur.

Una Tierra que se tambalea
El fenómeno se explica porque la litosfera, la capa más externa y sólida del planeta, flota sobre un manto viscoso y puede desplazarse si se altera la distribución de la masa superficial. Así como una pelota de baloncesto cambia su equilibrio si se le adhiere una masa en uno de sus lados, la Tierra también se “tambalea” si se modifican sus cargas superficiales, lo que reorienta el eje de rotación respecto a la corteza.
“La acumulación de agua en represas, al redistribuir la masa, produce un pequeño pero real cambio en la orientación de la Tierra respecto a su eje de rotación”, explicó Valencic. A pesar de que el movimiento no implica consecuencias catastróficas —y está lejos de producir una era glacial—, sí revela una interacción directa entre la ingeniería humana y la geodinámica planetaria.
Un impacto global sobre el nivel del mar
El estudio también destaca que las represas no solo modificaron el eje terrestre, sino que redujeron el nivel global del mar. Al retener agua que de otro modo estaría en los océanos, la humanidad provocó una baja estimada de 21 milímetros en el nivel del mar. Según Valencic, este efecto debe ser considerado en los cálculos actuales sobre el ascenso oceánico por cambio climático, ya que representa cerca de una cuarta parte del incremento promedio del nivel del mar registrado durante el siglo XX, que fue de 1,2 milímetros anuales.
“El lugar donde se construyen los embalses altera la geometría del aumento del nivel del mar. Estos efectos regionales pueden ser importantes”, advirtió la autora.
Una señal para el futuro climático
Los autores concluyen que este tipo de investigaciones pueden ser clave para prever cómo se moverán los polos si continúan derritiéndose los principales glaciares del planeta. Los cambios en la distribución de masas sólidas o líquidas sobre la Tierra —ya sea por obras humanas o fenómenos naturales— podrían redefinir no solo el eje de rotación, sino también patrones geográficos del nivel del mar y, con ellos, impactos sobre ecosistemas costeros y ciudades vulnerables.