Gracias al avance de tecnologías como el telescopio James Webb y el desarrollo de algoritmos de inteligencia artificial, la detección de exoplanetas potencialmente habitables dejó de ser una rareza para convertirse en una herramienta clave de la exploración astronómica.
La humanidad ya confirmó la existencia de más de 5.000 exoplanetas fuera del sistema solar, muchos de ellos situados en lo que se conoce como “zona habitable”: una franja alrededor de su estrella donde las condiciones permitirían la presencia de agua líquida, esencial para la vida tal como la conocemos.
Telescopios espaciales que rastrean vida a años luz
La revolución en la búsqueda de mundos lejanos se disparó con misiones como Kepler y TESS, que identifican planetas por la leve disminución en el brillo de una estrella cuando un cuerpo pasa frente a ella. Sin embargo, el salto cualitativo llegó con el telescopio espacial James Webb (JWST).
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Este observatorio de última generación ya logró detectar elementos clave en las atmósferas de planetas lejanos, como oxígeno, metano o vapor de agua, que podrían indicar procesos biológicos en curso.
En particular, sorprendió a la comunidad científica la observación de K2-18b, un exoplaneta a 124 años luz, con rastros de vapor de agua y posibles moléculas orgánicas como el dimetil sulfuro, que en la Tierra solo producen ciertos microorganismos marinos.
¿Qué condiciones debe reunir un planeta para ser considerado habitable?
La mera ubicación en la zona habitable no garantiza que un planeta pueda albergar vida. Los astrónomos también evalúan variables como:
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La presencia de atmósfera estable
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El tamaño y masa, similares a los de la Tierra
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Un campo magnético protector contra radiación
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La estabilidad de la estrella anfitriona, para evitar explosiones o variaciones extremas de temperatura
Estos factores combinados pueden convertir a un planeta en un candidato viable para futuras misiones de exploración, e incluso, en el largo plazo, para la colonización humana.
Inteligencia artificial: la nueva aliada en el estudio del cosmos
La cantidad de datos que generan los telescopios espaciales es abrumadora. En este contexto, la IA se convirtió en un recurso indispensable para analizar información y detectar señales reales de exoplanetas.
Uno de los proyectos más destacados es ExoMiner, desarrollado por la NASA, que utiliza redes neuronales entrenadas para distinguir entre verdaderos planetas y errores instrumentales. Esta herramienta ya permitió identificar cientos de nuevos cuerpos celestes con una eficiencia muy superior a los métodos tradicionales.
El futuro está en la Tierra: telescopios gigantes que miran al espacio
Aunque el foco está en el espacio exterior, los avances no se limitan a los observatorios en órbita. La próxima década traerá una nueva generación de telescopios terrestres como el Extremely Large Telescope (ELT) en el desierto de Atacama (Chile) y el Thirty Meter Telescope (TMT) en Hawái.
Estas instalaciones permitirán:
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Observar atmósferas de exoplanetas con altísima resolución
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Analizar en profundidad su composición química
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Obtener imágenes directas de mundos lejanos
Fuente El Cronista