Miami, 28 de julio de 2025 – Total News Agency – TNA-La creciente crisis del fentanilo en América, alimentada por una compleja red transnacional de crimen organizado, tiene a China como el epicentro de los precursores químicos que nutren la producción de esta droga sintética, según informes recientes. En alianza con cárteles mexicanos, principalmente el Cártel de Sinaloa y el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), esta industria ilícita no solo redefine el narcotráfico, sino que plantea serios riesgos para la seguridad y la estabilidad geopolítica de la región.
China se ha consolidado como el principal proveedor de precursores y pre-precursores químicos para el fentanilo desde al menos 2012, con al menos 188 empresas farmacéuticas en provincias como Hebei y Hubei vinculadas a esta actividad, muchas de ellas con nexos directos al Partido Comunista de China (PCCh), según un informe de la Fundación Andrés Bello. A pesar de que en 2019 China prohibió los derivados del fentanilo, la exportación de precursores esenciales continúa, lo que genera cuestionamientos sobre la efectividad de las medidas de control.
“Si el PCCh ejerce un control estricto sobre los sectores económicos y políticos, es razonable preguntarse por qué no actúa con mayor firmeza contra el tráfico de precursores”, señaló Yadira Gálvez, especialista en seguridad de la Universidad Nacional Autónoma de México, en entrevista con Diálogo. Gálvez destacó dos interpretaciones: una posible estrategia deliberada para causar daño, reminiscente de la Guerra del Opio, o una omisión intencional con fines similares.
Un informe del Comité Selecto de la Cámara de Representantes de Estados Unidos sobre Competencia Estratégica con el PCCh revela que el gobierno chino subsidia la producción y exportación de estas sustancias mediante devoluciones fiscales, incluso cuando son ilegales o carecen de uso médico. Además, empresas vinculadas al narcotráfico, algunas operando desde prisiones, aprovechan plataformas digitales para comercializar estos compuestos sin enfrentar medidas contundentes de las autoridades chinas.
Los cárteles mexicanos han capitalizado esta falta de regulación, importando precursores a través de la web oscura, empresas fachada y aplicaciones encriptadas, con pagos en criptomonedas y envíos encubiertos, según InSight Crime. En México, el fentanilo no solo se produce para el mercado estadounidense, sino que su consumo interno está creciendo, especialmente en los estados del norte, mientras que su tráfico hacia países como Argentina, Brasil, Chile y Colombia, mezclado con otras drogas, agrava la crisis regional, de acuerdo con un reporte de la Brookings Institution.
La Fundación Andrés Bello advierte que más del 80 por ciento de los insumos para drogas sintéticas en Sudamérica provienen de China, y proyectos de infraestructura como el puerto de Chancay en Perú, operado por la empresa china COSCO, podrían ser utilizados por grupos criminales para facilitar el tráfico. Este panorama se complica por la falta de capacidad forense en muchos países latinoamericanos para detectar el fentanilo, lo que subestima su prevalencia, según Brookings.
Estados Unidos ha intensificado sanciones contra personas y entidades chinas por colaborar con cárteles mexicanos, reportan Aristegui Noticias y The New York Times. Sin embargo, la cooperación internacional sigue siendo limitada. “Asumir que el fentanilo es un problema exclusivo de Estados Unidos es un error”, afirmó Gálvez. “La región necesita fortalecer la cooperación y presionar a China para que asuma su responsabilidad en el control de precursores”.
La crisis del fentanilo, desde las fábricas chinas hasta los laboratorios clandestinos mexicanos, desafía a los gobiernos a desarrollar estrategias más sofisticadas para enfrentar una amenaza que no solo afecta la salud pública, sino también la seguridad y la estabilidad geopolítica del hemisferio.