En sus últimas dos apariciones en medios de comunicación, el presidente Javier Milei explicó con furia que los movimientos alcistas del dólar tienen que ver con una conspiración que incluye a la vicepresidenta Victoria Villarruel, al Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz y a un puñado de bancos de capital nacional de la Argentina, todos coordinados entre sí.
Al hacerlo, además, citó como para dar contexto el título de un libro que -reveló- está repasando últimamente con el economista Juan Carlos de Pablo, y que se titula “La política económica en una sociedad conflictiva: el caso argentino”. Para resaltar sus conceptos centrales, Milei lo rebautiza habitualmente con su sello y dice: “Debería decir ‘en una sociedad de hijos de puta'”.

El texto, publicado en 1973 por la editorial Amorrortu, fue escrito por el investigador en temas de desarrollo de Harvard Richard Mallon en colaboración con quien más tarde sería ministro de Economía del gobierno de Raúl Alfonsín, Juan Vital Sourrouille.
“Fue un libro pionero en poner la política en el análisis de la política económica, en línea con lo que han desarrollado otros pensadores como Adolfo Canitrot, por ejemplo, que consideran que la cuestión política no está de adorno a la hora de llevar a cabo un plan”, explica De Pablo, a quien el jefe de Estado suele citar como “profesor”.
“El núcleo del libro es que la toma de decisiones nunca se da en el vacío”, agrega el analista. “Hoy es una obviedad pensar que las expectativas de las elecciones juegan, pero entonces era un aporte poner la política en el análisis”, completa.
Por fuera del título, que este libro aparezca en boca de Milei es toda una novedad. Con el período que va de 1948 hasta 1970 bajó análisis, el texto aborda un tema de análisis habitual en la academia que es por qué la Argentina no consigue desarrollarse de forma sostenida y cómo juegan las pujas de la sociedad en ese camino.
Para responderlo plantea una hipótesis central en aquellos años: la idea de que hay una brecha de productividad entre la industria, que crece en los centros urbanos de la mano de un modelo capitalista moderno, y el campo, donde lo que prima de acuerdo con el trabajo es un sistema casi rentístico que además justamente provee las divisas para que las fábricas funcionen.
Sourrouille y Mallon esbozan que a través de la política hay que darle a la industria los incentivos para crecer y desarrollarse sin que ello genere una crisis en el sector externo.
La solución aparece de la mano de un tipo de cambio alto y estable que le permita al sector manufacturero ser más competitivo pero evitando un impacto negativo en los precios con políticas fiscales -como la aplicación de retenciones sobre el complejo agroexportador- y con política de ingresos.
En la revista Alquimias Económicas, el investigador Ricardo Carciofi escribió en su momento que los autores del libro que tiene en mente el Presidente están pensando en cómo resolver el “dualismo sectorial”. Básicamente cómo reformar el sector agrícola de algún modo y al mismo tiempo cómo potenciar las exportaciones industriales en un mundo donde empezaba a hablarse de experiencias como la de Corea del Sur.
Cuando escucharon a Milei citar el texto, los estudiosos de esta materia en la Argentina que tiene una larga producción intelectual no pudieron evitar preguntarse si efectivamente lo habrá leído.
Las casualidades subrayan esa inquietud. En la primera entrevista donde lo nombró, con Gabriel Anello en radio Mitre, el Presidente estaba nada menos que en el camión de la emisora en la Exposición Rural. ¿Estaba reivindicando ahí mismo un texto que promueve la aplicación de derechos de exportación minutos después de haber anunciado que las reducía?

Al mismo tiempo, el trabajo en cuestión hace foco también en la aplicación de acuerdos de precios y salarios. Según el libro, el Estado debe “asegurar, en primer lugar, que el tipo de cambio, las tarifas de servicios públicos, las tasas de interés y otros precios claves que están bajo su control (incluso el pago de prestaciones a los jubilados) aumentarán, por lo menos, en la misma medida que el nivel general de precios”.
¿El primer presidente liberal libertario está promoviendo un libro que hace gala de estas intervenciones para suavizar los conflictos? ¿O únicamente se quedó con el título y todavía no lo leyó? ¿Qué pensará cuando lo abra y lo hojee?
La otra pregunta es sobre qué busca De Pablo al acercarle un texto así a un Presidente que está tan en las antípodas. “Lo que le importa a Juan Carlos es que Milei registre la expresión “sociedad conflictiva”, para que le preste atención y le dé importancia a la política, a la negociación, a la idea de que hay que acordar con un otro”, explican los que conocen al economista que comparte largos encuentros con el primer mandatario en la residencia presidencial de Olivos.
Si ése fuera el objetivo, por ahora está lejos. Milei solo lo usó de insumo para justificar que está rodeado de gente que lo quiere perjudicar y que por eso se confabula en su contra. Hay dos escenarios posibles: que persista en su tesis equivocada sobre lo que plantea el texto de hace 50 años, o que lo abra y descubra de qué se trata.
Por lo demás, el texto incluye un párrafo clave para el futuro del modelo actual, y de cualquier modelo en la Argentina: “Tal vez la conclusión más importante de este estudio resida en que, siempre que el equilibrio en los pagos externos sea mantenido por medio de una sana expansión de las exportaciones, la estabilidad de precios y el crecimiento serán complementarios y no antagónicos”.
Fuente El Cronista