Buenos Aires, 1 de septiembre de 2025-Total News Agency-TNA-La Libertad Avanza (LLA) sufrió en Corrientes un tropiezo de magnitud: el candidato a gobernador, Lisandro Almirón, quedó cuarto y lejos de la discusión por el poder provincial. El resultado se suma a desempeños fallidos en Santa Fe, Formosa y Salta, y golpea la aspiración oficial de “pintar de violeta” el mapa nacional. En la conducción nacional ya admitían que sería arduo volver competitivo a Almirón frente a un oficialismo consolidado —Gustavo Valdés y el entramado radical que han gobernado por años— y por la propia irascibilidad del postulante. Ni la irrupción de figuras de campaña, ni el cierre con incidentes y cruces con el oficialismo, lograron atenuar la tendencia.
La derrota llega, además, sin respaldo territorial de alto rango: no hubo desembarco de ministros ni de referentes nacionales —salvo contactos puntuales de Martín Menem— y se frustró un entendimiento con el gobierno local. En paralelo, desde el búnker libertario se denunciaron prácticas “feudales”, reparto de mercadería junto a boletas y maniobras con telegramas electorales; acusaciones que no modificaron el veredicto de las urnas. El comando de Almirón, pese a todo, destaca haber “hecho pie” con concejales y escaños legislativos locales.
El revés vuelve a poner bajo la lupa la táctica provincial del dúo Karina-“Lule” Menem. En Corrientes, Lule inició conversaciones con Valdés y una tercera pata con “Camau” Espínola, pero la negociación naufragó: la contraparte adjudica el fracaso a exigencias “desmedidas” para listas provinciales y nacionales, e incluso al pedido de renombrar el frente Vamos Corrientes como LLA. El contraste con Chaco, donde radicales y libertarios sellaron un acuerdo exitoso en mayo, alimenta reproches internos.
Como en Santa Fe, el tropiezo correntino reaviva la disputa entre el círculo de Santiago Caputo y el armado de Lule Menem: una parte del oficialismo sostiene que LLA debió acordar con el poder local o directamente no exponerse en esta elección. “Contar diputados y senadores nacionales el 26 de octubre” —repiten en la Casa Rosada— es la prioridad, pero los porrazos provinciales erosionan el clima previo a Buenos Aires, donde Javier Milei aspiraba a “clavar el último clavo al cajón del kirchnerismo”.
La raíz política del deterioro, señalan en el oficialismo, es el escándalo de audios que involucra al ex titular de la ANDIS, Diego Spagnuolo, y la posterior filtración de registros atribuidos a Karina Milei. A diferencia de la respuesta lenta y errática ante el caso ANDIS, el Gobierno reaccionó velozmente ante los nuevos audios, pero el daño ya impacta en la credibilidad, en la agenda pública y en la autoridad legislativa, con una sucesión de traspiés parlamentarios y señales financieras adversas. La crisis expuso fisuras del sistema de toma de decisiones —el “triángulo de hierro” Milei-Karina-Caputo— y reencendió la interna con los Menem, con pedidos de responsabilidades que tensan el corazón del dispositivo político.
En ese marco, la foto correntina funciona como síntesis: una campaña aislada, sin alianzas territoriales sólidas, con centralidad de la marca presidencial —“Lisandro Almirón es Javier Milei”— que no alcanzó para perforar el techo local; y un telón de fondo nacional dominado por filtraciones, cruces y pérdida de control de agenda. El “vaso medio lleno” que esgrime el almironismo —anclaje legislativo y municipal— queda condicionado al desempeño del Ejecutivo nacional y al ordenamiento de la interna.
Lo que viene: el oficialismo buscará recuperarse de Corrientes y llegar competitivo a la provincia de Buenos Aires, donde los sondeos que circulan en Gobierno anticipan una derrota holgada en la Tercera Sección y un escenario más cerrado en la Primera. En paralelo, puertas adentro crece la expectativa de una reorganización de la administración hacia fin de año para oxigenar la gestión. El tamaño del ajuste político dependerá, en buena medida, de lo que ocurra en octubre.