Qué pasó en Llao Llao
Bariloche, 7 de septiembre de 2025-Total News Agency-TNA-Durante cuatro días, el Hotel Llao Llao volvió a reunir a la mesa chica del poder económico y político: ministros, gobernadores, tecnócratas, ejecutivos C-level y consultores debatieron, con micrófono y en pasillos, sobre el día después de la elección bonaerense. La convención anual del IAEF funcionó como caja de resonancia de ansiedades e hipótesis: ¿qué hace el Gobierno si gana cómodo en Buenos Aires?, ¿qué hace si pierde por margen amplio?, ¿cuánto aguanta la ingeniería cambiaria sin más reservas?, ¿qué lectura hará Wall Street de un resultado que se nacionalizó por decisión de los propios protagonistas?
Hubo señales políticas (presencias de primera línea), técnicas (diagnósticos de Banco Central y Finanzas) y simbólicas (una gigantografía con el organigrama de Vialidad que ocupó decenas de metros). Y, por encima de ese ruido, un paper de JP Morgan que se viralizó entre acreditados y marcó la vara con la que el mercado pretende leer la noche: si la brecha en la Provincia es corta o si el oficialismo gana, mejora el “pricing” de continuidad; si el peronismo se impone por mucho, se abre un período de estrés de activos y mayor presión sobre el tipo de cambio.
Lo que dijo el Gobierno (y lo que evitó decir)
El mensaje oficial combinó tres ideas: 1) no dramatizar la volatilidad preelectoral (“año electoral, mercado nervioso”); 2) no usar dólares del FMI para apagar incendios de corto plazo; 3) mantener la prioridad antiinflación por sobre objetivos de tipo de cambio. Finanzas cerró con un claim político (“va a salir bien, votemos bien en octubre”), apuntando a disipar el riesgo de un giro brusco del programa. El BCRA, por su parte, subrayó que no tiene “apuro” en recomponer reservas: prefiere sostener tasas, encajes y administración fina antes que quemar munición escasa y cara.
Lo que no se explicitó en escena —pero sobrevoló cada charla— fueron los límites prácticos de ese guion si el resultado bonaerense complica la gobernabilidad: el Tesoro necesitará reabrir gradualmente el mercado para refinanciar compromisos; una derrota amplia encarecería esa reapertura, tensaría el frente cambiario y forzaría a calibrar otra vez la mezcla tasas/intervención/crawling.
Lo que exige el sector privado
La encuesta EY-IAEF entre más de cien compañías líderes deja una foto que sintetiza los pasillos: tablero 2026 con 80%-plus de empresas predispuestas a aumentar inversión/ rentabilidad si hay horizonte, pero con una lista corta de condiciones de posibilidad —plan consistente, reforma tributaria pro-inversión, esquema cambiario más estable, protección efectiva a inversiones—. Los ejecutivos, además, aterrizaron el debate: apertura sí, pero con secuencia y enforcement; de lo contrario, la combinación de contrabando y costos locales deja a la industria formal en desventaja. Telecom, línea blanca y electrónica vuelven a ilustrar el dilema entre competencia, impuestos internos, logística y reglas previsibles.
Qué mira Wall Street
El paper de JP Morgan que circuló en Llao Llao ordena la lectura externa: si la Provincia muestra una ventaja ajustada del peronismo o una victoria de La Libertad Avanza, el mercado tiende a suponer continuidad de programa y alivio de tasas reales en el margen; si hay triunfo opositor por amplio margen, el “riesgo político” rebrota, empuja al tipo de cambio hacia el techo de la banda y obliga a una respuesta de liquidez (más colocaciones del Tesoro, ventas del BCRA o ambas), con impacto contractivo sobre actividad y cuentas fiscales. A esa matriz se suman señales de corto plazo: riesgo país sobre 900, Merval errático, dólar inquieto pese a intervenciones y una liquidez bancaria que opera con piso elevado por encajes y stress de fondeo.
Escenario A: oficialismo gana o pierde por poco en Buenos Aires
Un “close call” —o una victoria del oficialismo— convalida el relato de continuidad y le compra tiempo al programa. Implicancias:
- Dólar y reservas. Menos presión inmediata; continuidad de microintervenciones y crawling contenido; foco en acumular reservas sin vaciar el “colchón” de multilaterales.
- Tasas. Sesgo alto por más tiempo, con eventuales recortes marginales si afloja la demanda de cobertura; prioridad a quebrar inercias de precios/expectativas.
- Bonos y equity. Rebote técnico si cede el riesgo político; selectividad en corporativos y utilities reguladas; trade de “capacidad de pago” sobre “volumen de crecimiento”.
- Política. Mayor capacidad de negociar en Provincia y, por arrastre, en el Congreso nacional de cara a Presupuesto y paquetes de reformas.
Riesgo del escenario: si el veranito electoral no se acompaña con señales fiscales/ cambiarias tangibles, el rally puede ser corto; la aceleración reformista sin anclas sociales claras también tensiona.
Escenario B: oposición gana holgadamente en Buenos Aires
Un margen amplio del peronismo reordena precios y poder:
- Dólar y reservas. El tipo de cambio buscaría el techo de la zona de intervención; el BCRA debería elegir entre vender (erosionando poder de fuego) o subir más el costo del peso; ambas opciones enfrían actividad.
- Tasas. Persisten altas; mayor premio por riesgo en deuda del Tesoro y papeles indexados; rollover más caro.
- Bonos y equity. Castigo inicial y búsqueda de refugio en flujos exportadores y nombres con cobertura natural.
- Política. La Provincia se convierte en plataforma de negociación dura; crece el precio de cada voto en la Legislatura bonaerense y en el Congreso; el oficialismo recalibra gabinete y timing de leyes.
Riesgo del escenario: espiral de “más tasa-menos reservas” si la señal política se lee como bloqueo a reformas; ese loop alimenta duda macro y castiga expectativas.
Lo que callan los funcionarios y lo que piden los empresarios
Silencios oficiales. Cuánto devengará el costo de sostener el dólar sin reservas líquidas abundantes; cómo se encara la normalización de cepos sin shock de precios; qué ancla fiscal/ institucional se ofrece si la ventana externa no abre al ritmo deseado.
Demandas privadas. Hoja de ruta concreta para desbrozar impuestos distorsivos; enforcement aduanero para competir con la economía informal; cronograma realista de desregulación sector por sector (logística, energía, créditos, fintech); reglas de amortización e incentivos a CAPEX que sobrevivan a la política.
El frente energético, la carta de largo plazo
La presencia de figuras del ecosistema nuclear y de la ingeniería estatal volvió a poner sobre la mesa un vector de competitividad: energía abundante y barata para procesos intensivos —incluida la IA—. El potencial es claro; el cuello de botella, también: financiación y credibilidad institucional. Sin contratos robustos y gobernanza regulatoria, los proyectos quedan en “modo powerpoint”. El mercado no compra promesas sin “bankability”.
La nacionalización de una elección provincial
La Provincia fue nacionalizada por ambos bandos: la Casa Rosada apostó a transformar el comicio en plebiscito del cambio; el peronismo buscó inscribirlo como límite al ajuste. La paradoja es que esa narrativa sube el “beta” financiero de un resultado que, en un país normal, sería local. Con ese subtexto, el dato de participación y la brecha final en las secciones peso-pesado (Primera y Tercera) ganan relevancia macro: si mueven la lectura de gobernabilidad, mueven el precio de los activos.
Línea de fondo
Llao Llao dejó una conclusión transversal: el programa económico no cambia por una elección, pero el precio de sostenerlo sí. Si Buenos Aires no rompe el puente político, el Gobierno gana tiempo para profundizar anclas y ordenar el carry sin quemar reservas. Si lo rompe, el costo inmediato se paga en dólar, tasas y actividad. JP Morgan y compañía no votan, pero financian: leerán la noche en clave de continuidad/ bloqueo y, en función de eso, calibrarán apetito. El lunes no cierra ninguna historia; apenas empieza el segundo tiempo.