
El presidente Javier Milei no puede hacerse el desentendido. Hablaron las urnas y los mercados y tuvo que salir a calmar las aguas. Eso es finalmente lo que buscó lograr con la presentación del presupuesto 2026.
La cadena nacional para explicar de qué se trata no fue más que un intento por dar a conocer ciertas medidas que apuntan al electorado (principalmente el más afectado por el ajuste del Gobierno Nacional) y al sector privado con fines de inversión.
No es casual que haya anunciado incrementos en salud, jubilaciones y universidades pero sin renunciar al “equilibrio fiscal” (nótese que ya casi no se usa la palabra superávit) ni que lo haya hecho a través de una cadena nacional.
Tampoco es casual que se haya referido a la necesidad de construir consensos, luego de un año en el que los gobernadores demostraron tener poder de fuego en el Congreso de la Nación provocándole más de un dolor de cabeza al presidente.
Es decir, con su discurso, abarcó la mayor parte de los reclamos con el fin de enfriar las calles y hacerlo de forma abierta y pública le permitió darle un marco social a esta idea de generar algunos cambios en el rumbo de la gestión.
Es un gesto que dio por iniciada la campaña electoral con la mira puesta en el 26 de octubre, momento en el que el presupuesto podría aún no estar aprobado por el Congreso que tiene fecha límite para darle un resultado hasta el 30 de noviembre.
Para entonces, a pesar de que los resultados electorales le sean favorables al oficialismo, aún no asumirían sus bancas los legisladores nacionales electos, por lo que el Gobierno necesita aprobar la iniciativa con la conformación actual del Congreso.
De allí también se desprende la necesidad de generar esos consensos de los que habló el presidente, porque si no hay un acuerdo y la Casa Rosada se mantiene inflexible nuevamente se prorrogará el presupuesto 2023, algo que lo convertiría de inédito en insólito.
Por otro lado, el descontento en varios sectores, principalmente el englobado en el sistema previsional, obligó al gobierno a dar un giro al timón. En esa línea la necesidad de comunicar algunos incrementos.
De hecho, según un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), los gastos del Estado se redujeron un 31% durante la gestión Milei, pero el ajuste recayó principalmente en la salud, la educación y la obra pública. Una contradicción teniendo en cuenta que Milei había sostenido que “el ajuste lo va a pagar la política”.
Hoy necesita dar incentivos para poder ganar la elección en octubre. El discurso del 2023 ya quedó obsoleto y debe mostrar gestión. Eso es justamente lo que intenta por estas horas, dar vuelta parte del discurso de la oposición, y darle señales a sectores sociales y a los mercados para que no pierdan la confianza en el Gobierno. Para Milei es un win-win, pero habrá que ver cómo se traduce en las urnas.
Este artículo se publicó primero en Mendoza Today.
Fuente Mendoza Today