A David Arnoff le pasó una de esas cosas milagrosas que siempre tienen desenlace insospechado, a las que llaman “estar en el sitio adecuado en el momento adecuado”. En su caso fue la escena punk de Los Ángeles a mediados de los setenta, donde su personalidad encontró el caldo de cultivo perfecto para expresarse artísticamente. En lugar de guitarra, bajo, batería o micrófono, él eligió la cámara, un instrumento que le permitió retratar lo que ocurría en la ciudad y viajar a otros epicentros punk para fotografiar a los Ramones, Patti Smith, The Cramps, Nico, Stray Cats, Johnny Thunders, Blondie, Dead Kennedys, X, los Dead Boys y Stiv Bators, The Gun Club, Nick Cave, Devo, Siouxsie, The Dream Syndicate, Buzzcocks, The Damned… Imaginen si tiene para contar.
Tras exponer en el Punk Rock Museum en Las Vegas, The Grammy Museum de Los Ángeles o el Museo de Arte Moderno de Nueva York, y de haber llevado sus imágenes también a Londres, Tokio, La Haya, Berlín y París, Arnoff inaugurará en persona su primera muestra en Madrid el próximo martes en la Coctelería 12 Botellas (c/ Belén 7, 19.30 h), con fotografías de su libro Shot in the Dark (Disparos en la oscuridad, ed. Liburuak).
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—¿Es su primera vez en España? ¿Qué espera de esta visita?
—Fui a Barcelona hace unos 25 años y a Madrid allá por 1972. Ha pasado mucho tiempo. Tengo muchas ganas de conocer a todo el mundo en persona. Espero no beber demasiado en Doce Botellas (risas). Y pido disculpas por adelantado a todo el mundo por no hablar español.
—¿Sabes algo sobre la historia y los artistas del punk español?
—No mucho. Conozco a Los Saicos, Wau y los Arrrghs y algunos otros a través de Munster y Bang! Records. Y recuerdo a Los Bravos.
—¿Cómo fue el proceso de creación de Shot in the Dark? Long Gone John, de Sympathy for the Record Industry, fue clave para que el proyecto despegara, ¿verdad?
—John fue absolutamente clave. Se puso en contacto conmigo de improviso, cuando nadie más estaba interesado. Y me puso en contacto con el diseñador, Mark Cox, que se convirtió en un amigo muy cercano. Los dos trabajamos en el diseño durante aproximadamente un año. Mark también hizo la edición en inglés, pero lamentablemente falleció antes de que se publicara.
Arriba, Stiv Bators. Abajo, Blondie y la portada de Disparos en la oscuridad (ed. Liburuak).
—¿Cómo se seleccionaron las imágenes del libro que se expondrán en la exposición de Madrid?
—Confío plenamente en Laura, de Liburuak. Tiene buen gusto y entiende mi punto de vista, así que le dejé la selección a ella.
—¿Cómo describiría la escena punk de los años 70 a un adolescente de hoy en día?
—Sería muy difícil de explicar. Tendría que decirle que era una “escena” bastante pequeña y que duró muy poco tiempo. Solo podría describirle bien la parte de Los Ángeles.
—Creo que siempre ha trabajado de forma independiente, ¿verdad? ¿Ha sido siempre una decisión deliberada e inquebrantable o simplemente ha acabado siendo así? ¿Cómo cree que ha influido eso en su carrera? ¿Qué ventajas y desventajas ha tenido?
—Sí, fue deliberado. Simplemente no quiero que nadie me diga qué o a quién fotografiar. Así que la ventaja siempre ha sido que trabajo según mis propios términos. La única desventaja, supongo, podría ser que ganaba menos dinero. Pero eso nunca me importó.
«¿Anécdotas del camerino del Whisky A Go Go? Mmm… sin comentarios. Aunque una vez tuve que sacar a mi novia de allí a rastras.»
—¿Es cierto que nunca hablaba con discográficas y solo trabajaba directamente con las bandas? ¿No tenía eso, en última instancia, consecuencias económicas negativas si su trabajo se utilizaba de repente sin su conocimiento?
—Hablaba con las discográficas cuando era necesario, normalmente después de hacer las fotos. Pero siempre obtenían mi permiso para utilizarlas, aunque en algunas ocasiones no me gustó cómo se reproducían, recortaban o acreditaban las fotos. En realidad, hoy en día es peor, con Internet y los piratas.
—¿Qué le gusta más como fotógrafo? ¿Las sesiones de posado o los conciertos?
—Me gustan mucho más las sesiones fuera del escenario. Son más personales. Las fotos en directo pueden acabar pareciendo el trabajo de otra persona. Además, los conciertos son más divertidos si no estoy trabajando.
—Pasó muchas horas en el camerino del Whisky A Go Go junto a docenas de artistas. ¿Cuáles son las mejores historias y anécdotas que guarda de allí?
—Mmm… sin comentarios. Aunque una vez tuve que sacar a mi novia de allí a rastras.
The Cramps (D. Arnoff).
—¿Quiénes son los artistas más intimidantes que ha conocido? ¿Y los más abiertos y accesibles?
—Ivy, de los Cramps, me dio un poco de miedo la segunda vez que la vi, pero resultó que solo era un poco callada. No conecté mucho con Willy DeVille ni con The Police, pero es que los miembros de The Police ni siquiera se llevaban bien entre ellos. Por lo demás, siempre me pareció que todo el mundo era bastante accesible. Solo me mantenía alejado de los mánagers.
—En el trabajo, ¿dejaba que florecieran las amistades si había buena química? Si es así, ¿quiénes acabaron convirtiéndose en sus mejores amigos en el mundo de la música? ¿O intentaba mantener la distancia?
—Stiv era, con diferencia, mi mejor amigo. Peter Perrett sigue siendo un buen amigo. Es incómodo destacar a algunas personas, pero los miembros de The Damned, Gun Club… No, guardar distancias es demasiado difícil. Nunca he elegido, ni he tenido que hacerlo, mantenerme alejado de nadie.
—A mediados de los 80, ¿sintió que la música se estaba alejando de lo que le interesaba y quiso explorar otras cosas para fotografiar?
—Las bandas empezaron a parecerme poco interesantes por aquella época, muy monótonas y sin personalidad. Aunque hubo algunas excepciones, como The Godfathers, Scientists, Flesh for Lulu y Thee Hypnotics. Además, Bad Seeds y Gun Club seguían en activo. Sin embargo, nunca me planteé fotografiar nada que no fueran bandas. Me gusta mucho más la música que la fotografía. Pero a menudo fotografío a mi zorro favorito en el cementerio de al lado.
Arriba, Nick Cave. Abajo, Patti Smith y Johnny Ramone (D. Arnoff).
—¿Qué le pareció Londres cuando se mudó allí? ¿Qué es lo que más le atrae de la escena musical londinense actual?
—Me encantó Londres cuando me mudé allí, al igual que cuando lo visité en 1972. Sigue siendo mi ciudad favorita del mundo. Pero, al igual que en el resto del mundo, parece que no hay escena musical alguna.
—En su opinión, ¿cómo han envejecido las bandas punk californianas de los 70? ¿Sabía que The Avengers tocaron aquí en Madrid hace unas semanas?
—Siempre me ha gustado X y seguían siendo geniales en directo cuando los vi por última vez hace poco. Y el reciente Alphabetland es tan bueno como sus cuatro primeros álbumes. Son los primeros de mi lista de bandas punk californianas. No he seguido a The Avengers.
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—¿Cree que el punk rock sigue vivo? ¿Habrá una nueva ola de punk en el futuro?
—En cuanto a si el punk rock está vivo ahora o lo estará en el futuro, ese término significa cosas diferentes para cada persona y lo encuentro tan limitante que llega a ser insignificante. Las bandas son solo bandas. No necesitamos etiquetarlas. Pero siempre hay algunas bandas buenas si sabes dónde buscarlas. Para mí, las mejores de Londres en este momento son Fallen Leaves, Miraculous Mule, Jim Jones y Miranda Sex Garden.
Fuente: ABC
                                
                                
			
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