Por Astrid Pikielny
El destinatario atiende la llamada telefónica desde algún lugar de la ciudad de París. No usa WhatsApp, evita las redes sociales y sus libros –consagrados por el público y la crítica, traducidos a 35 lenguas– constituyen un verdadero fenómeno editorial. Solo en Francia, El mago del Kremlin (Seix Barral), la gran novela sobre Vladimir Putin y el todopoderoso hechicero del régimen ruso, vendió 800.000 ejemplares. Se trata de uno de los pensadores globales más destacados e influyentes. Sociólogo, ensayista y asesor político, Giuliano da Empoli (Francia, 1973) acaba de publicar La hora de los depredadores (Seix Barral), un recorrido por los nuevos líderes que modelan el mundo mediante la violencia, la fuerza bruta, el engaño y la disrupción caótica. De Donald Trump, Nayib Bukele y el príncipe saudí Mohamed bin Salmán (MBS) a Elon Musk, la IA o Mark Zuckerberg, entre otros, Da Empoli se asoma a una galería de “autócratas desacomplejados, conquistadores de la tecnología, reaccionarios y conspiradores impacientes por pelearse” que ponen en jaque a las democracias liberales y al orden mundial multilateral que hoy agonizan, impotentes, frente a estos líderes extremistas y gigantes de la tecnología. Según Da Empoli, Javier Milei integra la liga de “depredadores disruptivos que buscan instalar un sistema diferente prometiendo un milagro”. Sin embargo, el presidente argentino está mostrando dificultades. “Cumplió parte de su milagro al bajar la inflación, pero en términos generales, Milei no parece estar funcionando porque necesita rescate financiero. Y, por supuesto, cuando no podés cumplir el milagro que prometiste, te encontrás en una posición crítica”, sostiene días antes de llegar a Buenos Aires para presentar su último libro. El anuncio del rescate de Trump a Milei, dice Da Empoli, refleja bien cómo funciona la red de depredadores. “Es interesante ver cómo funciona esta alianza de depredadores en la que se apoyan y se ayudan mutuamente. Trump y la gente que apoya a Milei tienen una mirada global de lo que está sucediendo y quieren un cambio de régimen en todos lados, no solo en los Estados Unidos”, plantea el escritor, que además de dirigir el think tank Volta, en Milán, da clases en el Instituto de Estudios Políticos de París (Sciences Po).

“Los oligarcas digitales odian al establishment y sus reglas; odian a las viejas élites, no solo a los políticos sino a los medios de comunicación y a los periodistas”
–Podría decirse que El mago del Kremlin, Los ingenieros del caos y La hora de los depredadores terminan conformando una trilogía sobre la naturaleza del poder, una mirada sobre cómo se construye, se agita y se utiliza el poder en las sociedades contemporáneas. Entre otras cuestiones, usted muestra las “relaciones peligrosas” entre los líderes políticos disruptivos y los gigantes de la tecnología. ¿Cree que, en perspectiva, su obra puede verse de ese modo? –Sí, la verdad es que no fue hecho de forma consciente, pero pienso que puestos uno al lado del otro, los tres libros terminaron siendo parte de un proyecto que se fue desarrollando gradualmente. Y ahora estoy escribiendo otro libro, una novela que, de algún modo, creo que será el cierre de esto. Lo que estos libros describen es el tipo de convergencia entre algo muy antiguo que es la existencia del poder sin límites y, ahora, las figuras políticas de los depredadores, que también representan figuras muy antiguas: solo les interesa el poder y restablecerlo de forma brutal. Los ingenieros del caos describe cómo estos líderes premodernos interactúan en la arena tecnológica posmoderna, en un teatro tecnológico y digital muy violento, que recompensa la agresión, los comportamientos extremos, la transgresión y el incumplimiento de las reglas. En El mago del Kremlin teníamos a esta pareja, a Putin y su asesor político, su “spin doctor”. Y ahora es, definitivamente, la hora de los depredadores. –A lo largo de la historia hubo muchos líderes brutales, muchos “villanos”. Quizás lo novedoso sea precisamente la confluencia entre política y tecnología, la forma en la que se alían y potencian “los depredadores políticos” y “los depredadores tecnológicos”. –Sí, lo que es sorprendente es que cuando estos oligarcas digitales aparecieron, eran jóvenes que usaban buzos con capuchas, lucían muy bien, hablaban de comunicación universal, interacción y libertad de expresión, y colaboraron para que Barack Obama y otros líderes moderados y normales fueran electos. Y lo que vemos ahora es que independientemente de su preferencia política individual, los oligarcas digitales se parecen mucho más a los depredadores extremistas que a los líderes moderados; están más alineados a los animales políticos extremistas que a los líderes moderados. –¿Por qué cree que sucede eso? –Porque de alguna manera son lo mismo: son outsiders. Los oligarcas digitales odian al establishment y sus reglas; odian a las viejas élites, no solo a los políticos sino a los medios de comunicación y a los periodistas; odian las reglas. No quieren que su poder esté limitado por reglas, quieren “moverse rápido y romper cosas”, como dice el lema de Facebook. Por eso tienen un alineamiento natural con líderes políticos extremos como Trump, Milei, Bukele y otros líderes de extrema derecha en Europa. Eso está sucediendo de una forma muy natural y, al principio, los observadores más tradicionales no pudieron ver esto. Y nos sorprendemos por el hecho de que Musk haya ido tan lejos en su apoyo a Trump, más allá de que ahora estén peleados, también apoya a Bolsonaro, a Milei y a la extrema derecha en Europa. De alguna manera, esto es muy natural y deberíamos haberlo visto venir. Pero no lo vimos. –Esta alianza representa una amenaza para las democracias liberales. No parece haber herramientas adecuadas para contrarrestar esta ofensiva de quienes están permanentemente conspirando contra la democracia. –Creo que es muy poderosa la alianza entre gobiernos autoritarios o iliberales que tienen esta dimensión premoderna y esta máquina digital que recompensa agresión y extremismo. Básicamente, lo que hace esta alianza es luchar para un cambio de régimen a nivel global. Quieren deshacerse de poderes, contrapoderes, pesos y contrapesos y de todas las reglas de la democracia liberal. Creo que, desafortunadamente, las viejas élites, tanto de izquierda como de derecha, no terminan de entender cuál es el desafío hoy. Todavía quieren aparentar que viven en el viejo mundo en el que se podían abordar los temas y las agresiones de forma tecnocrática, racional, como si fuera una presentación de PowerPoint. Esto es lo que están haciendo los líderes europeos y, también, el Partido Demócrata de los Estados Unidos, por eso lo llamo “el partido de los abogados”, porque desde 1980, todos los candidatos demócratas a la presidencia y la vicepresidencia fueron abogados, solamente abogados. Algunos de ellos fueron políticos muy talentosos, como Bill Clinton y Obama. Pueden o no gustarte, pero fueron buenos políticos, incluso desde el punto de vista técnico. Frente a Trump, este tipo de líderes, que no son líderes fuertes, son abogados, gritan: “¡Usted no puede hacer esto! ¡Está violando la ley!”. Y es verdad que Trump y los otros lo están haciendo, pero se trata de una ofensiva política y no se puede enfrentar una ofensiva política con herramientas de abogados. También se necesita pelear políticamente. No estamos enfrentándonos a eventos puntuales, estamos enfrentándonos a una era diferente.

“Milei encaja en el paradigma de depredadores disruptivos que buscan instalar un sistema diferente prometiendo un milagro; diciendo que necesitan romper todos los códigos y las reglas para tener éxito y conseguir ese milagro”
–Estos “depredadores” son temerarios y su fuente de poder es la inestabilidad, el caos, la imprevisibilidad. De hecho, usted dice que “el caos ya no es el arma de los rebeldes sino el sello de los más fuertes”. ¿Podría profundizar cómo piensan y actúan? ¿Y qué tipo de relación tienen con la crueldad? –Creo que su fuerza deriva precisamente del hecho de que la mayoría de las personas piensa que el sistema está bloqueado, que, aunque votes una opción u otra, nada va a cambiar, las élites colapsaron, los problemas no se abordan ni se resuelven, incluso, empeoran. En ese contexto, en el que no hay poder real y nadie puede hacer nada, la promesa de los depredadores es una forma de milagro. El milagro, en teología, es Dios que, bypassesa las leyes y las reglas humanas para producir un impacto en la realidad, en un caso específico, en una situación en la que interviene directamente. Creo que la promesa en los depredadores es la misma en el sentido de que dicen: “Ok, violamos la ley, rompemos las reglas, pero necesitamos hacer esto para producir un impacto en la realidad, en los problemas reales de la gente”. Y dependiendo del contexto puede ser el crimen, la inmigración ilegal, la inflación o el costo de vida. Creo que, en cierto modo, esa es una promesa muy poderosa. Esto es muy fuerte y funciona muy bien en un ambiente modelado digitalmente en el que cualquier tipo de acción, aun si solo es una declaración, tracciona y produce mucha energía y capital político. Aun ejerciendo el poder de forma cruel, humillando a los otros de forma violenta o inesperada, sigue siendo una forma de usar el poder y exhibir el uso de ese poder en un contexto en el que la gente se siente impotente, que nada se hace y que nada puede ser hecho. Este es, para mí, el punto principal. –Naturalmente, su mirada sobre esta era es pesimista y sombría. Pero aun en tiempos de depredadores, hay ejemplos de “cazadores cazados”. Pensemos en Jair Bolsonaro, condenado a 27 años de prisión por haber atentado contra la democracia. Podría decirse que ese depredador terminó literalmente “cazado”. Brasil logró hacer con un golpista lo que no hizo Estados Unidos con Trump. –Brasil realmente está dando al mundo una inmensa lección sobre el cumplimiento de la ley y la división de poderes. Es una enorme lección a pesar de las amenazas de Trump, que de hecho está implementando, con aranceles del 50% a las importaciones brasileñas y las sanciones y presiones contra los jueces de la Corte como si fueran criminales. –La historia también da ejemplos de populistas que atraviesan estas etapas: un poder al que es fácil de acceder, difícil de mantener y fácil de perder. Si seguimos con la metáfora de los depredadores, podemos decir que, en Italia, Forza Italia se comió a la casta, Cinque Stelle se comió a Berlusconi y Meloni se los comió a todos, justo cuando Matteo Salvini pensaba que le tocaba a él y era su hora. En el caso de la Argentina, Milei, en estado de fragilidad política y financiera, necesitó ser rescatado por Trump, el gran depredador. A veces la vulnerabilidad es mayor de lo que parece. Nada es para siempre. –Estoy de acuerdo. El péndulo oscila. Y oscila muy, muy rápido, particularmente en el caso de ciertos líderes populistas o nacionalistas que en general tienen problemas en mantener el poder. Pero la diferencia con los Estados Unidos es que estamos viendo un serio intento por bloquear el péndulo y deshacerse de él, por eliminar el péndulo. Es la intención de pasar de un sistema democrático liberal a un sistema que no es democrático liberal. Y esto se hace a través de la tecnología y con tecnología, diríamos, con una enorme contribución de la tecnología. Esto es realmente nuevo y no sabemos cómo termina. Tiendo a estar de acuerdo con vos cuando decís que puede haber algunos depredadores cachorros que vayan y vengan y que terminen siendo presas y cazados. Esto es lo que nos muestra la historia, incluso la historia reciente: esto es lo que le pasó a Bolsonaro en Brasil y quizás pueda pasarle a Milei en la Argentina. Pero lo que está pasando en los Estados Unidos con la convergencia entre los depredadores políticos y los depredadores tecnológicos es algo nuevo: es la presión por un cambio de régimen. Hay un intento por instalar un sistema diferente. Quizás no lo logren, pero, ¿estamos seguros de que en los Estados Unidos habrá elecciones libres y justas en tres años cuando, en teoría, Trump termine su mandato? Puede ser que haya. Pero puede ser que no haya. Nadie sabe. –Mencionamos a Milei y el anuncio del salvataje unilateral por parte de Trump. ¿Cómo describiría a Milei? ¿Y qué ve en esa operación de rescate? –Milei encaja en este paradigma de depredadores disruptivos que buscan instalar un sistema diferente prometiendo un milagro; diciendo que necesitan romper todos los códigos y las reglas para tener éxito y conseguir ese milagro. Y para eso, dicen que necesitan barrer las viejas élites y el viejo establishment con sus reglas y rituales. En el caso de Milei específicamente, diría que está más alineado a las élites tecnológicas que los otros depredadores, porque cuando uno piensa en Trump o en otros líderes nacionalistas o de extrema derecha en Europa, ellos quieren barrer todo el viejo sistema, pero quieren barreras, bordes y quieren proteger su propia nación. Y los depredadores tecnológicos no son eso: imaginan un mundo de circulación completamente liberado, gobernado por negocios. Así que, de algún modo, Milei representa un sueño para los oligarcas tecnológicos porque está completamente alineado con ellos. No sorprende que tenga una relación tan buena con Musk y muchos otros. El problema de Milei es que parece que no es capaz de cumplir el milagro que prometió. Y, por supuesto, cuando no podés cumplir el milagro que prometiste, te encontrás en una posición crítica. Mirá a Bukele, que es uno de ellos también. Bukele prometió un milagro y rompió las reglas para cumplir ese milagro, que en su caso era bajar la criminalidad y hasta ahora ha cumplido su promesa, ha entregado el milagro. Por supuesto, abolió el estado de derecho en El Salvador, no hay más juicios ni jueces, pero el crimen bajó. Por supuesto, será malo para la democracia de El Salvador y su futuro, pero hasta ahora ha sido “un milagro exitoso” en su promesa. –Y usted dice que Milei no es exitoso. O no tanto. –Milei parece menos exitoso en su capacidad para cumplir la promesa. Cumplió parte de su milagro al bajar la inflación, pero en términos generales, no parece estar funcionando porque necesita rescate financiero, algo altamente problemático. Es interesante ver cómo funciona esta alianza de depredadores, una alianza en la que se apoyan y se ayudan mutuamente. En ese sentido, Trump y la gente que apoya a Milei tienen una mirada global de lo que está sucediendo y quieren un cambio de régimen en todos lados, no solo en los Estados Unidos. –Por último, quisiera preguntarle por el proceso de escritura. Antes de escribir este libro, usted estaba trabajando en uno de ficción, pero decidió dejarlo porque consideró que la realidad le ofrecía personajes y escenas de novela que iban más allá de la imaginación. De hecho, La hora de los depredadores está trabajado con elementos de novela, aunque no haya ni un dato ficcional. –Es exactamente así. Hay tiempos en los que la realidad va más allá de la ficción, más rápido que la ficción. La ficción, además, necesita ser coherente, creíble, verosímil, de otro modo, el lector no te cree. La realidad no tiene ese problema y puede ser tan absurda como sea. En ese sentido, ofrece ventajas. La solución que encontré para este libro es intentar abordar la realidad como si fuera ficción: todo es verdad y no le explico las cosas al lector, sino que se las muestro construyendo las escenas y personajes, mirando los detalles en primera persona. Creo que en estos tiempos la realidad puede ser tratada como la más excitante y absurda de las ficciones.
Fuente La Nación