Nunca hay una jornada igual a otra en el Grupo de Desaparecidos de la Comisaría General de Policía Judicial . El 10 de agosto, con la mayoría de españoles de vacaciones y la perspectiva de tener un día más o menos tranquilo, se recibió una alerta según la cual se había presentado una denuncia en Polonia por la desaparición de una mujer y se pedía colaboración a la Policía española para localizarla. Los datos de partida eran escasos: el nombre, Krystyna Marcelina Sikorska ; el año de nacimiento, 1990; estatura, 1,65 metros; complexión, delgada; una fotografía, y que había viajado a España el 8 de junio por vía aérea sin ni siquiera decírselo a su familia. Tenía problemas psicológicos desde su infancia y su idea era asistir a una fiesta turística en Málaga, pero tampoco había constancia que hubiera viajado allí, porque sus allegados habían perdido toda comunicación con ella.A partir de ahí, como hacen con cada desaparición, los agentes comenzaron a buscar las piezas para encajar el puzzle . Primero, claro, era necesario confirmar que había llegado a Madrid y comprobar después si se había alojado en algún hotel, de la capital o de Málaga. Su nombre estaba registrado en uno del centro de de la primera localidad, y también tenía reserva en otro de la capital costasoleña, aunque nunca llegó a presentarse en el establecimiento. El siguiente paso estaba claro: los agentes acudieron al hotel de Madrid en el que sí había estado alejada para entrevistarse con el director. Y la información que obtuvieron añadía nuevos interrogantes al caso: Krystyna Marcelina no sólo había pernoctado allí, sino que decidió prorrogar su estancia, que pagó por adelantado . Sin embargo, un día desapareció y cuando el personal del hotel entró en su habitación comprobó que se había dejado allí buena parte de sus pertenencias, incluidas algunas compras que había hecho, en concreto una maleta y ropa… El dato era inquietante, porque podía indicar que no había regresado al establecimiento por una causa de fuerza mayor, ya fuera un accidente, una enfermedad o un hecho criminal.Noticia Relacionada estandar Si ¿Quién es la mujer de rosa? Cadáveres a la espera de una identidad Elena Burés No importa los años que hayan pasado, ningún caso se queda en un cajón. Y los hechos lo demuestranLos investigadores se llevaron las pertenencias de la desaparecida, sobre todo porque había que obtener una muestra biológica suya para, en su caso, poder cotejar el ADN con algún cuerpo de una mujer sin identificar que se pudiera encontrar. Los especialistas de la Comisaría General de Policía Científica se encargaron de obtener ese perfil genético, con éxito.Para resolver un caso de desaparición uno de los objetivos principales es reconstruir sus últimos movimientos. Llegar al punto concreto donde se pierde la pista del buscado es clave para obtener otra información clave como su vestimenta, si por la forma de caminar o actuar se puede deducir que está enferma, herida o bajo algún síndrome, si iba acompañada… Es un trabajo minucioso, que ocupa muchas horas, pero imprescindible.Por el análisis de las cámaras de seguridad de establecimientos próximos al hotel en el que se alojaba se averiguó que el día de su desaparición Krystyna Marcelina había cogido un autobús de la EMT, así que no quedaba más remedio que visionar las grabaciones de los establecimientos próximos a cada parada de esa línea para saber dónde se había bajado. Tras días visionando horas y horas de imágenes se supo que llegó hasta el barrio de Hortaleza, no lejos de donde trabajan los investigadores, y que el momento en el que se le perdió definitivamente la pista era un estanco de la calle Valdetorres del Jarama 31 , donde las cámaras registraron su imagen. A la dueña del local no le había llamado la atención su actitud, según dijo.Difusión de la desaparición realizada por el CNDES ABCEn paralelo a estas gestiones –las características del caso hacían que fuese prioritario para el Grupo de Desaparecidos– se tuvo acceso a la localización de los cajeros donde había sacado dinero , pero de nuevo esa información reforzaba los malos augurios sobre la suerte que podía haber corrido Krystyna Marcelina: la última vez que extrajo dinero era el 10 de agosto, y ya habían pasado bastantes días de eso. También se pidió autorización judicial para pedir a las compañías la conservación de los datos telefónicos , por si había contactado con algún amigo, conocido o cualquier otra persona, y se vio que la última comunicación era del 9 del mismo mes. Desde entonces el terminal estaba apagado. Otra mala señal.Era obligatorio igualmente recabar información de los servicios sanitarios, de hospitales y del Samur y el Suma 112, para saber si la mujer estaba ingresada o había sufrido algún tipo de daño. Se comprobó que el 10 de agosto había sido tratada en un centro después de sufrir un desvanecimiento en plena calle y ser recogida por una ambulancia, pero fue dada de alta horas después al no encontrarse ninguna patología relevante en su examen médico.Se la había tragado la tierraSi a eso se le unía el hecho de que la familia no sabía nada de ella; que no tenía a nadie cercano en Madrid; que no hablaba español y su inglés era muy deficiente; sus problemas psicológicos y el tiempo transcurrido, el caso amenazaba con enquistarse, como sucede en alguna ocasión a pesar de todos los esfuerzos de la Policía, que además ya había comprobado que no había rastro de ella ni en el aeropuerto, ni en las estaciones de tren ni tampoco en las de autobús . Literalmente, se la había tragado la tierra.En las desapariciones es clave el trato con la familia, que vive una situación de mucha incertidumbre y que necesita apoyo. Además, esas conversaciones sirven para conocer mejor a la persona desaparecida y eso a veces abre líneas de investigación que inicialmente no se han tenido en cuenta. Por supuesto, la Policía también lo hizo en este caso y el contacto con los allegados era constante .Llegados a ese punto de impasse en la investigación, donde el trabajo policial ya tenía pocas vías por las que avanzar, se decidió pedir la colaboración ciudadana. Había pasado más de un mes de la desaparición y las expectativas no eran buenas. La Policía sabía además, por experiencia, la gran penetración que tienen sus redes sociales en la sociedad, así que era el momento de apelar a la colaboración ciudadana .La Policía pudo reconstruir sus pasos hasta un estanco muy lejano a su hotel con las imágenes de decenas de cámaras de seguridadEl 17 de septiembre, con la autorización de la familia aunque éste no era imprscindible, el gabinete de prensa de la Policía difundió por sus redes un vídeo, elaborado por sus profesionales, en los que se difundía la imagen, los datos y el lugar donde se perdió la pista de Krystyna Marcelina por si alguien podía dar algún dato de su paradero. Ya desde el principio su imagen estaba en la web del Centro Nacional de Desaparecidos y también se había difundido la información a todas las comisarías para que los agentes de Seguridad Ciudadana tuvieran el asunto presente.No habían pasado ni 24 horas cuando se comprobó lo acertado de la decisión. Una vecina, Susana, llamó por la mañana a la Comisaría de Carabanchel y explicó que había visto la noticia de la desaparición en Telemadrid y que creía que la persona de la fotografía podía ser una mujer que desde hacía días dormía en la calle del Toboso.Los agentes de un zeta se movilizaron de inmediato y localizaron a esta persona a la altura del número 25 de la citada vía, a 15 kilómetros de donde se la vio por última vez. No había duda. Era la mujer buscada, aunque se informó de inmediato al Grupo de Desaparecidos para confirmarlo. Además, en la misma calle la examinó el Samur, que certificó que estaba en perfecto estado físico, aunque sufría confusión mental.Solidaridad vecinalLos investigadores del caso, satisfechos por el desenlace, se hicieron cargo de la situación. Lo primero era preguntarla si quería acompañarles al complejo policial de Canillas, a lo que accedió, y eso facilitó mucho las cosas. Si se hubiera negado no se habría podido hacer nada, porque no había cometido delito alguno. Y en segundo lugar se le planteó si autorizaba a que se comunicara la localización a su familia, a lo que tampoco se opuso. Eso sí; advirtió de que no quería volver a Polonia . Unos familiares que viven fuera de Madrid se hicieron cargo de ella por la tarde.¿Qué había hecho todos esos días desaparecida? Sólo se sabe que estuvo los últimos en esa zona y que los vecinos la ayudaron llevándola ropa y comida . Es más; alguno de ellos la aconsejó que no fuera a una determinada zona del barrio porque allí tenía más peligro de ser atacada y que se quedara donde fue encontrada, porque había más luz. Tuvo mucha suerte; por la solidaridad ciudadana y porque la Policía había conseguido sacarla de un lugar donde era especialmente vulnerable. En definitiva, tenía otra oportunidad.
Fuente ABC