Los pronósticos económicos siempre son subjetivos, porque dependen de qué probabilidad le asigna el pronosticador a una determinada situación o hecho. También tienen un componente de riesgo, porque esa proyección suele hacerse sobre datos parciales (o incompletos). Uno puede pensar que los números determinan un rumbo y que si esos números marcan un desvío, lo razonable es apostar a una corrección. Pero no hay que olvidarse que en el terreno económico y financiero siempre hay una asimetría de información. Cuando pasamos por alto que los demás jugadores de la mesa tienen cartas y también juegan, el pronóstico puede salir mal.

El primer tuit de Scott Bessent, anunciando que el gobierno de Estados Unidos estaba dispuesto a hacer lo que fuese necesario para ayudar a Javier Milei, no estaba en el radar de nadie. Había un recuerdo del compromiso que el secretario del Tesoro había hecho durante su visita en abril. Pero nada más. Generó un esperable entusiasmo inicial en los inversores y analistas, Pero ese sentimiento quedó diluido en la ansiedad cortoplacista de los argentinos. Contribuyó, hay que reconocerlo, el nacimiento, desarrollo y cierre (parcial) del caso Espert.
Los siguientes tuits de Bessent, invitando a Luis Caputo y su equipo a negociar la ayuda, tuvieron un efecto limitado. Otra vez, el hecho de que pasaran días sin anuncios hacía temer que todo quedara en la nada. Como si no estuviese en el horizonte la visita de Milei a Donald Trump, ámbito natural para que se presente el paquete de asistencia. Bonos en baja, acciones en rojo y dólar apuntando al techo de la banda cambiaria.
Para esas horas, las apuestas en Buenos Aires estaban puestas en un cambio de régimen cambiario y una devaluación del peso. Nadie esperaba que sobrevivan las bandas y el dólar intervenido. El mercado esperaba flotación.
La participación de Kristalina Georgieva en este diálogo trilateral dio otra señal. El gobierno estadounidense no iba a actuar por su cuenta, sin consultar al principal prestamista y auditor de la Argentina. Vale la pena recordar que EE.UU. es el principal socio del FMI.

El Fondo había aceptado recalibrar el programa en junio, después de su primera revisión. Y por lo tanto, era un poco osado apostar a que el organismo convalidara cambios en el plan que ayudó a diseñar y rediseñar, solo cuatro meses después. Las bandas cambiarias, nacidas en esa mesa, van a cumplir apenas siete meses.
Vamos al último tuit de Bessent, emitido hace unas horas. ¿Estaba en el radar? Sí, porque reafirma lo que dijo en el primero. Sin embargo, el mercado había perdido la fe en sus apariciones salvadoras y ya no lo esperaba, como tampoco esperaba que hubiera una intervención directa del Tesoro de EE.UU. Nadie le había asignado una gran probabilidad a este hecho, porque todos los pronósticos miraban solo los dólares que le quedaban a Caputo en el BCRA para vender y contener el precio doméstico. Ayer la cuenta daba u$s exiguos u$s 300 millones y todos esperaban días caóticos.
El secretario del Tesoro anunció esta tarde, finalmente, que había dispuesto la compra de pesos en el mercado local, operando a través de tres bancos: Santander, Citi y JP Morgan. En realidad hizo una operación de contado con liqui inverso: con sus dólares compró bonos y los vendió en pesos. También comunicó que el swap de monedas por u$s 20.000 millones está cerrado.
Esta acción traduce un respaldo inédito para la Argentina. Es difícil cuantificar el impacto que puede tener en el mercado, pero sin duda muestra hasta dónde está dispuesto a llegar EE.UU. en defensa de un aliado. Tanto Bessent como Kristalina Georgieva más tarde, en otro tuit, consideraron que el programa económico argentino es sólido y merece ser defendido. Con menos ansiedad, seguramente, ahora resta esperar detalles y proyectar con información fehaciente cómo siguen las variables financieras.
Ultimo comentario. El deseo de alcanzar una mayor gobernabilidad no era una condición formal de esta asistencia, pero estaba sobre la mesa. Es el factor que impulsó el reencuentro del Presidente con Mauricio Macri. Y también se vislumbra un revivir del toma y daca con los gobernadores. El miércoles la Cámara de Diputados postergó una definición sobre la reforma al régimen de los DNU gracias a inesperados cambios de votos de diputados provinciales. Ya de madrugada, pasó lo mismo con el proyecto que impulsaba un reparto federal del impuesto a los Combustibles. Gracias a un puñado de ausencias la propuesta no alcanzó la mayoría necesaria. La máquina de negociar de Santiago Caputo volvió a funcionar.
Fuente El Cronista