Ciudad de México, 12 octubre 2025 – Total News Agency – TNA.-Durante la primera mitad de 2025, la piratería marítima experimentó un aumento global de más del 50 % con respecto al mismo período de 2024, lo que marca el mayor repunte desde 2020, según el último informe de la Oficina Marítima Internacional (IMB).
Concentración regional y dinámicas subregistradas
En América Latina, entre el 10 % y el 15 % de los incidentes de piratería mundial tienen lugar en sus aguas, de acuerdo con el investigador Brandon Prins. Aunque estas cifras son menores que en áreas como África Oriental o el Sudeste Asiático, la región ha atravesado picos alarmantes en la última década, particularmente en momentos de crisis económica o sanitaria.
Los ataques tienden a concentrarse en áreas críticas como el Golfo de México, el Caribe colombiano y venezolano, y la costa pacífica entre Ecuador y Perú. También se han documentado casos en Brasil, Surinam, Guyana y en tramos fluviales del Amazonas u Orinoco.
Gran parte de estos incidentes no se denuncia. Las posibles razones incluyen el temor a paralizar actividades económicas, aumentos en seguros o que las víctimas mismas participen en actividades al margen de la ley (cargas no declaradas, rutas alternativas). Además, al ocurrir dentro de aguas jurisdiccionales —hasta 12 millas náuticas de la costa— muchos hechos se clasifican como “robos armados” en lugar de piratería, dificultando su medición real.
Actores locales y vínculos con el crimen organizado
Los grupos que cometen estos asaltos suelen ser pequeños, dispersos y conformados por habitantes costeros con escasas opciones económicas. Pescadores o antiguos marineros pasan frecuentemente a integrarse en estas redes.
En años recientes, algunos atacantes han asumido filiaciones con organizaciones más grandes. En Ecuador, por ejemplo, un combo en el Golfo de Guayaquil se autodenominó parte de la banda Los Lobos, como ya informó InsightCrime. En Colombia, las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC) han incursionado en ataques fluviales en el río Magdalena, obligando a pagar “impuestos de guerra” a embarcaciones.

En México, se han registrado conexiones entre atacantes marítimos y carteles de drogas, mientras que en el Caribe venezolano existe colaboración con bandas delictivas terrestres. En puertos como Callao, Macapá o Guayaquil, se advierte la integración entre redes de contrabando locales y operaciones marítimas. La corrupción institucional, añade Prins, agrava el problema, ya que facilita la participación o complicidad de agentes estatales con grupos piratas.
Métodos, objetivos e impacto
A diferencia de otras zonas del mundo, la modalidad latinoamericana se caracteriza por ataques veloces. Los agresores emplean lanchas pequeñas y armamento rudimentario —machetes, palos, cuchillos, ocasionalmente armas de fuego— con el objetivo de intimidar sin provocar muertes.
Sus víctimas varían: desde embarcaciones comerciales hasta yates privados. Las plataformas petrolíferas también han sido blanco en el Golfo de México. Por lo general, el botín es modesto: combustible, motores, víveres, pescado; no se suelen utilizar secuestros u obtención de rescates como estrategia predominante.
Aunque no siempre se traza un vínculo directo con otras economías ilícitas, los espacios operativos coinciden con rutas de narcotráfico, pesca ilegal o trata de personas. En México, por ejemplo, los carteles Sinaloa, Jalisco Nueva Generación y del Golfo ejercen presión sobre comunidades pesqueras. En Venezuela, las redes piratas actúan en lagos o costas extorsionando a pescadores. Muchos pescadores pobres se transforman en piratas o complementan actividades ilegales con asaltos marítimos.
Retos para la actuación estatal
La combinación del subregistro, la clasificación legal de los delitos y la debilidad institucional impide dimensionar con precisión el fenómeno. Para varios Estados costeros, admitir la presencia de piratería en sus aguas confronta los límites legales y simbólicos del término, aunque los hechos sean casi idénticos.
México, Colombia, Ecuador y Venezuela emergen como escenarios principales de un fenómeno que crece simultáneo al deterioro socioeconómico y la expansión del crimen organizado.
Fuentes consultadas:
Oficina Marítima Internacional (IMB)
Brandon Prins, Universidad de Tennessee-Knoxville
Cyrus Mody, Cámara de Comercio Internacional (ICC)