Río de Janeiro, 28 octubre 2025 – Total News Agency – TNA –Río de Janeiro vivió este martes una de las jornadas más sangrientas de su historia reciente. Una megaoperación policial con 2.500 agentes, helicópteros, blindados y drones dejó al menos 64 muertos —entre ellos cuatro policías— y más de 80 detenidos, en un operativo dirigido contra el Comando Vermelho, la organización criminal más poderosa del país.

Una ofensiva sin precedentes
La operación comenzó antes del amanecer en los complejos de favelas de Alemão y Penha, en el norte carioca, con el objetivo de capturar a Edgar Alves de Andrade, alias “Doca” o “Urso”, considerado jefe regional del Comando Vermelho. Las fuerzas policiales bloquearon accesos, irrumpieron con vehículos blindados y avanzaron casa por casa, mientras helicópteros y drones sobrevolaban la zona detectando movimientos sospechosos.
Las autoridades informaron la incautación de 42 fusiles de alto calibre y la detención de 81 personas. El operativo incluyó más de 30 blindados, dos helicópteros de apoyo y una decena de vehículos de demolición para abrir paso en las callejuelas cerradas por barricadas incendiadas.
El enemigo público número uno
“Doca”, nacido en el estado de Paraíba en 1970, es señalado por la Fiscalía como responsable de múltiples homicidios, tráfico de drogas, tortura y asociación criminal. Su estructura criminal controlaba los puntos de venta de narcóticos en Penha, Vila Cruzeiro y Morro do São Simão, además de coordinar ataques a delegaciones policiales. Las autoridades ofrecen una recompensa de 100.000 reales (unos 17.500 dólares) por información que conduzca a su captura.
El gobernador del estado, Cláudio Castro, calificó la acción como “una guerra” y defendió la intervención: “Río no puede ser rehén de grupos criminales”. En los últimos años, Castro ha impulsado una política de “mano dura” que, según organizaciones de derechos humanos, ha multiplicado los enfrentamientos letales en las favelas.
El costo humano y las críticas
La ofensiva desató una ola de violencia que paralizó amplios sectores del norte de la ciudad. Más de 200.000 personas quedaron afectadas por la suspensión del transporte y de los servicios públicos. Se cerraron 45 escuelas, se desviaron 12 líneas de colectivos y los hospitales reportaron decenas de heridos.

Vecinos de Penha y Alemão relataron horas de pánico bajo fuego cruzado, con ráfagas de fusil, drones lanzando granadas y helicópteros sobrevolando a baja altura. “Parecía una guerra”, describió un residente al cierre de la jornada.
Diversas organizaciones de derechos humanos denunciaron el uso excesivo de la fuerza. Human Rights Watch recordó que en Río de Janeiro existe un largo historial de ejecuciones extrajudiciales en operaciones policiales y advirtió que esta ofensiva “puede agravar el ciclo de violencia estructural que sufre la ciudad”.
Una amenaza que trasciende fronteras
El Comando Vermelho, nacido en 1979 en una cárcel de Río, se transformó en una red criminal de alcance nacional. Su estructura combina capos presos, lugartenientes en las favelas y redes de lavado de dinero que se extienden a varios estados brasileños. El grupo controla servicios básicos y ejerce poder territorial en barrios donde el Estado ha estado históricamente ausente.

Expertos en seguridad advierten que el grupo, más que una organización criminal tradicional, actúa como un aparato paramilitar con capacidad para desafiar al Estado. Según el observatorio World of Crime, las operaciones más letales en la historia de Río de Janeiro han ocurrido durante la actual gestión del gobernador Castro, lo que reabre el debate sobre los límites del uso de la fuerza en áreas densamente pobladas.

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