
El peronismo se rearma tras la derrota en las elecciones legislativas del pasado domingo. Tiene dos años para encontrar un espacio en común donde converjan las diferentes facciones de ese movimiento con el fin de disputar el poder en 2027.
Por su parte, el presidente Javier Milei se encuentra en un momento de total algarabía. Con los inesperados resultados y una ventaja superadora sobre Fuerza Patria (15 puntos porcentuales), el Gobierno Nacional se siente con el poder suficiente para poder condicionar a aquellos que quieran sumarse a sus ambiciosos planes.
Parte de ello se pudo ver el pasado jueves cuando reunió a un grupo de gobernadores en la Casa Rosada con el fin de poder discutir ciertos proyectos de relevancia como las reformas impositiva y laboral.
El Gobierno sabe que a partir de la última elección cuenta con un terreno político mucho más holgado, como también sabe que necesita de los aliados y dialoguistas para poder llevar adelante su plan de gobierno sin sufrir trabas en el Congreso de la Nación.
Los próximos dos años, entonces, puede estimarse que se verá, por un lado, un oficialismo más abierto al diálogo y menos confrontativo con fuerzas de centro y, por el otro, un peronismo que profundizará indudablemente su postura opositora.
Ambos enfrentarán el mismo desafío, conseguir quedarse con la Casa Rosada tras las elecciones generales del 2027 en un escenario de polarización que recuerda otras elecciones pasadas como las del 2015.
Milei buscará la reelección, ya lo anunció. Por otro lado todo el peronismo tiene la tarea casi imposible de subirse al mismo barco que deberá, indefectiblemente, tener un capitán claro al mando.
Quien más chances tiene de postularse a la presidencia es el gobernador bonaerense Axel Kicillof. Lo cierto es que desde hace diez años quiere ser el candidato, pero fue sistemáticamente reemplazado por Daniel Scioli (2015), Alberto Fernández (2019) y Sergio Massa (2023).
Ese fue uno de los motivos de disputa con la ex presidenta Cristina Kirchner de quien, desde principios del 2024, intentó despegarse, una estrategia que debió abandonar, al menos temporalmente, tras la condena de la titular del Partido Justicialista.
Ello no corre de eje sus aspiraciones y tiene un punto a favor. Tal como demostraron las últimas tres elecciones presidenciales, el peronismo intenta no repetir nombres. Los cuadros competitivos se reducen y Kicillof allí emerge como el posible competidor de Milei.
La puja no será fácil, ya que no es el único con deseos de ocupar el sillón de Rivadavia. Hay un cúmulo de dirigentes de La Cámpora que buscan instaurar otros cuadros políticos, aunque con bajas chances de ganar una elección.
Milei sonríe. Siente que el escenario no podría ser más ventajoso. Enfrentarse con Kicillof representaría una disputa que considera ganada. Es literalmente tener en frente al polo opuesto de la ideología tanto política como económica.
Si a ello se suma la moderación del presidente y un diálogo más ameno con partidos de la centro derecha, con la consecuente generación de acuerdos a mediano plazo, el mandatario tiene serias chances de continuar con cuatro años más de Gobierno.
Si bien falta mucho para las elecciones presidenciales, los acuerdos llevan tiempo y los principales dirigentes políticos ya se perfilan de cara al 2027. La batalla Milei-Kicillof, por ahora, es el escenario más probable. Nuevamente, Milei sonríe.
Fuente Mendoza Today
 
                                 
                                 
			
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