
Antes de las elecciones legislativas de la provincia de Buenos Aires, varios libertarios salieron a cuestionar las anunciadas candidaturas testimoniales de varios aspirantes a la legislatura provincial.
El ex ministro del interior Lisandro Catalán fue uno, que la calificó como “estafa”, su sucesor, el diputado nacional electo por PBA Diego Santilli, avaló la idea de que es un “juego a que me votás y no entro”. Lo propio decía el mismo Manuel Adorni.
El ex vocero presidencial fue electo como legislador porteño pero no asumirá su banca ya que fue designado por el presidente Javier Milei como jefe de Gabinete en reemplazo de Guillermo Francos.
“Las candidaturas testimoniales son un fraude al electorado, y yo no estoy en esa situación”, aclaró el flamante ministro coordinador. Aclaró que, a diferencia de esas candidaturas, él ya estaba trabajando activamente en la Legislatura y mantenía un compromiso real con esa función, por lo que su cambio de rol no implica evadir responsabilidades electorales.
Básicamente, para el oficialismo, la diferencia entre la candidatura testimonial y la no asunción depende del momento en el que se anuncie la “estafa”, si es antes o después de las elecciones.
Sin embargo, es un punto que no se puede pasar por alto, porque en los hechos, el resultado es exactamente el mismo. Un candidato que fue elegido para representar a su electorado en un órgano legislativo que finalmente no asume sus responsabilidades.
Sin embargo –y esto a tono personal de quien escribe estas líneas-, el caso de Santilli y Adorni es aún más grave y, en todo caso, más “fraudulento”, teniendo en cuenta que en el caso de, por ejemplo, la vicegobernadora bonaerense Verónica Magario, anunció antes del acto electoral que no asumiría, dejando la potestad al votante de avalar o no las candidaturas testimoniales.
En lo referente a los recientemente designados en el Ejecutivo Nacional, una vez electos terminaron demostrando que, a pesar de la intención de asumir sus bancas que -aseguran- existía, finalmente no cumplirán el rol para el que fueron votados, agravando así el “fraude” que aseguraron no compartir.
Vale aclarar que no es que se quiera defender la candidatura testimonial de una facción de la política, en todo caso siempre está mal, aún habiéndose anunciado antes de las elecciones, ya que funciona como una trampa para el elector poco informado que puede no conocer quiénes finalmente ingresarán al organismo legislativo, ya sea provincial o nacional.
Pero tampoco se puede dejar pasar de largo una burda mentira, como la oficialista, en la que se sostiene que no eran candidatos testimoniales cuando, en los hechos, sí lo fueron. Ni Adorni ni Santilli asumirán sus bancas finalmente, eso es lo que cuenta en última instancia.
Este artículo se publicó primero en Mendoza Today.
Fuente Mendoza Today

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