Por Daniel Romero
Buenos Aires, 5 de noviembre de 2025 – Total News Agency-TNA –La caída de una avioneta con matrícula boliviana cargada de 140 kilos de cocaína en el departamento de Rosario de la Frontera, provincia de Salta, abre nuevamente la interrogante sobre el control aéreo en las fronteras argentinas. Dos personas fueron detenidas y la aeronave fue hallada calcinada junto a un vehículo de apoyo incendiado, mientras rastrillajes de la Gendarmería Nacional Argentina (GNA), la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) y la policía local siguen en curso. Lo que no se hace.
El incidente pone de relieve que, pese a los anuncios oficiales de radarización y patrullaje aéreo, decenas de avionetas cruzan cada día los cielos del norte argentino sin ser interceptadas hasta que se precipitan o ameritan detección terrestre por denuncias de vecinos. Desde el Gobierno señalan que el control aéreo mejora, pero las fuerzas de seguridad admiten que “los aviones vuelan muy bajo” y “por debajo del radar” lo que dificulta la captura preventiva. Estimular a vecinos que alerten a las autoridades sobre el paso de una avioneta, no esta en los planes.
El sistema de radares de largo alcance desplegados en la frontera norte —entre los que figura el modelo RPA-240T desarrollado por INVAP e instalado en Tostado, Santa Fe, por la Fuerza Aérea Argentina (FAA) — fue concebido precisamente para monitorear vuelos irregulares en espacio aéreo argentino. Sin embargo, informes de operaciones rodales al narcotráfico indican que la vigilancia no siempre alcanza a impedir el aterrizaje o la descarga de cargamentos en zonas remotas.
La pregunta central es contundente: ¿por qué no se despliegan aviones de persecución en tiempo real o se autorizan derribos cuando las apariciones de aeronaves sin plan de vuelo y matrícula extranjera se repiten? Las respuestas oscilan entre la falta de recursos, la imposibilidad legal, los vacíos operativos y la visibilidad política del control aéreo. En 2016, el marco legal permitía a la FAA “intimidar, advertir y derribar” aeronaves narcos. Sin embargo, los operativos actuales siguen siendo escasos o tardíos.
En el caso de Rosario de la Frontera, la avioneta contaba con tanques suplementarios de nafta, lo que muestra una estrategia deliberada de tráfico de larga distancia. El vehículo de apoyo quemado habría sido parte de la logística de descarga terrestre. Los detenidos están bajo custodia, pero el fiscal federal Eduardo Villalba mantiene la reserva de detalles mientras avanza con la investigación.
Organismos especializados estiman que el uso de avionetas pequeñas y vuelos a baja altura reduce el tiempo de exposición al radar y complica la detección. Un estudio de la región indica que el modelo de vulnerabilidad aérea se sostiene en “esquemas de vuelo muy bajo, sin plan de vuelo, con rutas irregulares que sólo se detectan cuando la aeronave ya está en territorio nacional o ha aterrizado”, al parecer instalar puestos de avisjae no esta en los planes de las autoridades.
Lo que subyace es un problema estructural de soberanía del espacio aéreo argentino. El sistema formal de detección existe, pero su eficacia depende de intercambios de información, coordinación interinstitucional, cobertura territorial efectiva y capacidad de acción inmediata. En la conferencia de prensa del vocero presidencial Manuel Adorni se admitió que hace falta “muchos más helicópteros” para que la GNA llegue a zona de aterrizaje en tiempo útil, sin duda no pensaron en algo muy divulgado hpy dia, los drones.
El caso abre varias líneas de reflexión: primero, la necesidad de plantear públicamente cuántos vuelos irregulares se detectan versus cuántos se interceptan; segundo, si la lógica de perseguir en tierra —cuando la avioneta ya se estrelló o aterrizó— no indica un cambio de paradigma: del control aéreo activo al control de los efectos; tercero, si la decisión política está detrás de una estrategia de after facto, o si existe una falta estructural de recursos (radarización, aviones interceptores, personal capacitado) que permite la fuga sistemática de cargamentos. La conclusión es simple, o hay impericia, o existe corrupción. Hoy dia la tecnología brinda muchas herramientas que no se estan utilizando.
La gravedad es alta: una avioneta que es descubierta tras estrellarse significa que cruzó varias capas de control —espacio aéreo nacional, zona de aterrizaje remota, logística de descarga— sin ser detectada a tiempo. Y más aún: el narcotráfico por vía aérea no representa una amenaza menor, sino un vector que las fuerzas consideran altamente prioritario.
Para la Argentina, la pregunta es: ¿cuándo pasará del discurso de “lucha sin cuartel” al despliegue real de medios, al control preventivo y a la intercepción aérea autónoma? Hasta que ese cambio no se concrete, cada caída o incautación seguirá siendo reactiva, y los cargamentos que logran tocar suelo argentino sin ser detectados seguirán alzando vuelo.

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