Independiente Rivadavia, campeón de la Copa Argentina, es el fiel reflejo de un fútbol parejo y en el que cada equipo, con buena racha y entendiendo sus limitaciones, puede coronar.
“En la Copa Argentina puede pasar cualquiera…”, dice el slogan publicitario del torneo. A esa frase se le podría agregar que en el fútbol argentino todos pueden ganar y que el más poderoso puede caer ante el más humilde. Independiente Rivadavia, levantando el trofeo nacional, es el fiel reflejo de que el que menos tiene le puede ganar al que mejor juega (Argentinos). Como ya sucedió con Platense en el Apertura, dos equipos que se armaron para tratar de mantener la categoría, en el 2026 jugarán la Libertadores.
Un conjunto que sabe de sus limitaciones pero también de sus virtudes. Las explotó en el primer Cordobazo de esta Copa Argentina ante River con ese triunfo por penales. Y repitió anoche: se puso dos goles arriba, aguantó la primera expulsión, supo sobrellevar el descuento rápido, pero la segunda roja y la lesión de su arquero fueron demasiado para evitar el 2-2 final del Bicho. Ya en los penales mostró otra vez temple de acero, para no fallar ante un gigante como Romero y para saber que Gonzalo Marinelli tenía experiencia y títulos en el lomo: se convirtió en el dueño de la historia de la primera estrella para Mendoza en el fútbol profesional.
Independiente Rivadavia, con uno de los presupuestos más bajos del fútbol argentino, tiene categoría individual en Sebastián Villa y Alex Arce y con ellos generó un equipo que se metió en los libros, como Patronato en el 2022 y Central Córdoba en 2024. Claro, en el fútbol argentino puede ganar cualquiera.
Fuente OLE

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