Por Redacción
Buenos Aires, 8 de noviembre de 2025 – Total News Agency-TNA –La profunda alianza energética entre Rusia y China abre un espacio estratégico del que la Argentina puede ser protagonista si aprovecha sus recursos en el yacimiento Vaca Muerta. Tras las sanciones occidentales, Moscú ha cerrado filas con Pekín y redirigido gran parte de sus flujos energéticos hacia Asia. Este viraje no sólo reconfigura los mapas del petróleo, el gas y el gas natural licuado (GNL) sino que impacta en la posición de países productores emergentes que aspiran a insertarse en mercados internacionales confiables.
La cooperación ruso-china ya no es un experimento puntual. Desde 2022, ambos países sellaron acuerdos ambiciosos en gasoductos, crudo, carbón y energías nucleares, además de diseñar mecanismos de pago en monedas locales, eludiendo parcialmente el dólar USA. Según el análisis del discurso de expertos, esta alianza —y particularmente el proyecto del gasoducto Power of Siberia 2 que se prevé transporte hasta 50.000 millones m³ de gas al año hacia China— fortalece la posición geopolítica del bloque euroasiático y presiona por una mayor diversificación de proveedores en Europa, Asia y América Latina.
En este contexto, Argentina mira a situarse como alternativa creíble de suministro energético. Vaca Muerta, base del shale y gas no convencional en Neuquén, se ofrece como pilar de esa apuesta exportadora. Estudios técnicos señalan que el país podría ingresar al selecto grupo de exportadores de GNL si concreta un proyecto de dos buques flotantes de licuefacción y monta la infraestructura necesaria hacia fines de la década. Asimismo, Argentina posee crudo, gas y litio, recursos clave en la transición energética global, lo que suma valor geopolítico a su oferta.
El nuevo tablero ofrece oportunidades concretas. Por un lado, la saturación del gas ruso hacia Asia permite abrir un espacio para nuevos oferentes de GNL y petróleo; por otro, Europa persiste en diversificar sus fuentes fuera de Rusia y Medio Oriente, lo cual habilita a Argentina a ganar terreno. Además, el retroceso del diésel ruso en algunos mercados latinoamericanos abre nichos para petróleo argentino si el país acelera su crecimiento productivo hacia más de un millón de barriles diarios.
Sin embargo, el escenario también presenta riesgos estructurales. Si China consolida contratos a muy largo plazo con Rusia, Qatar y EE. UU., y orienta su demanda hacia esos bloques, podría bloquear la entrada de nuevos operadores. Además, Argentina debe sortear desafíos internos: desarrollar infraestructura exportadora, mejorar régimen regulatorio, estabilizar marco macroeconómico y superar la barrera de la competencia global en costos de producción y transporte.
La profundización del eje ruso-china marca, en definitiva, un cambio de era en la geopolítica de la energía: los flujos se reordenan, los precios se ajustan y la competencia global se intensifica. Para Argentina se abre un momento decisivo: puede aprovechar esa transformación global desde Vaca Muerta, desplegar una estrategia inteligente de inserción internacional y jugar su carta exportadora. Pero también debe consolidar las condiciones domésticas para no quedar fuera de un mercado que ya no se define solo en función de la abundancia de recursos, sino de infraestructura, logística, financiamiento y geopolítica.

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