
Muy distinto a las épocas de gloria, crecimiento sostenido y mucho entusiasmo, esta Primavera recibió al turismo argentino con el viento de frente. Pero de pie y “con las reglas” claras, sobre todo después del resultado electoral de octubre, que ratificó el rumbo del modelo económico argentino. La certidumbre de saber hacia dónde se encamina el país es positivo, aunque los números en lo inmediato siembren dudas. Así lo reconoce a Mendoza Today Edmundo “Edy” Day, presidente de la Asociación Empresaria, Hotelero, Gastronómica y Afines de Mendoza (AEHGA).
Aunque las estadísticas de este fin de semana largo y las perspectivas del verano se muestren esperanzadoras, el balance tendrá algunos números en rojo. Las noticias hablan de menos puestos de trabajo en el sector y, por ahora, toma de empleo solamente temporario.
-¿Un enorme desafío para el turismo verdad?. Con las bellezas naturales y el vino (en el caso de Mendoza) ya no alcanza.
-Fue un invierno difícil comparado con otros. Pero estamos empezando a recibir un poco más de extranjeros El gobierno nacional dio prioridad al ordenamiento macroeconómico y la transición dependió de la actividad y situación de cada empresa para cambiar de modelo económico. Pasamos de un esquema de subsidios y déficit a uno de déficit cero. Comenzó a bajar la inflación, pero esto provocó que el dólar se abaratara para nosotros. Al mejorar los sueldos en dólares, la gente percibe que saca mucho más rendimiento gastándolos en países vecinos en lugar de viajar al interior del país, que resulta caro.
–Entonces, como empresarios, el sector apoya a Javier Milei, pese a las dificultades.
-Esa transición de arreglar la macroeconomía se opuso a la microeconomía de varias actividades. Vemos que el gobierno prioriza claramente el petróleo, el gas, la minería, el agro de la Pampa Húmeda, la industria automotriz y la parte financiera, mientras que el turismo, el comercio y la construcción quedaron relegados.
-¿Cuál sería la mejor salida ante este escenario?
-Antes que nada, hay que decir que el modelo económico ha sido ratificado al ganar con el 53% de los votos, lo que significa que seguiremos por este camino. A nuestros socios ya les hemos comentado que lo que viene es más de lo mismo: dólar barato y la necesidad de aprender a que las empresas funcionen en este contexto que vino para quedarse. No hay que albergar falsas expectativas de devaluación o subsidios tipo “Previaje”. Ahora hay mucho trabajo interno para definir qué productos y servicios requiere la gente y buscar un nuevo equilibrio entre oferta y demanda, porque lo que funcionaba hace dos años ya no sirve.
-La tarifa diferenciada para mendocinos y argentinos, ¿es una alternativa real?
-Respecto a la posibilidad de tarifas diferenciadas para incentivar al argentino a quedarse y cobrarle más al extranjero, la realidad es otra. Este año las tarifas bajaron (un hotel de 100 dólares pasó a 70), pero los costos en dólares subieron, generando un efecto de ahogo. La hotelería es un negocio de costos fijos altos y mano de obra intensiva; no funciona sin una plantilla importante de personal. Además, hoy somos muy transparentes: el precio que se ve aquí es el mismo que ve alguien en Brasil o Estados Unidos. Comercializar debe ser sencillo; hay que facilitar las cosas porque el cliente te da unos 30 segundos de su tiempo. Si el proceso de compra o descuento es complejo, hacen clic en otro lado. No es tan fácil instrumentar tarifas diferenciadas.
-Pero es el factor principal por el que la gente decide irse a la Costa Argentina, venir a Mendoza, veranear en Chile o sacar un pasaje a Brasil.
-Con la campaña que lanzamos junto al Emetur, entendemos que el precio es un factor decisivo. Ayuda mucho que el turista tenga cerrado cuánto le costará el alojamiento, el restaurante y la excursión. Sin embargo, el problema de fondo sigue siendo que la gente en Argentina gana poco dinero. Aunque hagamos mil estrategias, si el país no crece y no mejoran los ingresos, la situación seguirá complicada. Nos toca revisar la empresa puertas adentro, agregar valor a los servicios (atención al huésped, check-in electrónico, traslados) y esforzarnos más por conquistar a la gente, ya que es probable que los precios se muevan hacia abajo. Hay que ser muy eficientes. La ventaja de la estabilidad es que ahora podemos presupuestar con el lápiz más fino, algo imposible con la inflación anterior.
-Algunos hoteleros y dueños de restaurantes les parece injusta la situación. En 2001, el turismo, entre otros pocos sectores, “salvó” de alguna manera el país. Mendoza, por ejemplo, ganó renombre internacional. Y ahora parecen olvidados.
– Sobre si el sector está desatendido tras 20 años de crecimiento, objetivamente sí. En el modelo de Milei, actividades como la obra pública o el turismo no se perciben como las grandes generadoras de dinero inmediato. Se apuesta a que el transporte de gas, el litio y la minería generen empleos de calidad para que, eventualmente, esa gente tenga dinero para gastar en turismo. Buscan mejorar la macroeconomía para que los futuros huéspedes tengan una billetera más abultada, pero ese derrame a la microeconomía tarda años. En el intertanto, debemos encontrar soluciones internas para aguantar la transición. Las prioridades actuales de la gente son comer, la educación y la salud; viajar queda para cuando se pueda.

-A veces ha sido por el “rebote” del dólar, que estuvo “planchado” algunos años. Fue bueno para unos, malo para otros.
-Afortunadamente, la brecha cambiaria con los países vecinos se está equilibrando. Brasil se ha encarecido un poco y surgen costos adicionales, como las vacunas, lo que puede hacer que el turismo interno vuelva a ser conveniente. En cuanto a las nuevas rutas aéreas, las aerolíneas buscan rentabilidad: si en un avión caben 200 personas, lo ideal para el negocio es que viajen 100 de un lugar y 100 del otro.
-¿Cómo ven las nuevas ruta aéreas desde y hacia Mendoza? ¿Cómo gente que se va o gente que puede venir?
-Lo ideal es que las rutas aéreas sean equilibradas: que viajen argentinos a Brasil, pero que también vengan brasileños a Mendoza. Hay un segmento que se mueve mucho por precio, específicamente el de una, dos y tres estrellas. Es similar a lo que ocurría con Chile cuando venían a comprar productos básicos porque les resultaba barato. Sin embargo, Mendoza también cuenta con un público que no busca precio, sino el valor agregado del destino. Este segmento, que ocupa hoteles de cuatro y cinco estrellas o posadas de lujo, viaja por la marca Mendoza, la propuesta del vino, la gastronomía y el turismo aventura. Aunque estadísticamente es menor, es un público que se mantiene estable y no depende tanto de las fluctuaciones económicas.
-¿Está de acuerdo con el criterio del Gobierno provincial, que convoca a grandes inversores para el desarrollo de zonas como el perilago de Potrerillos?
-Para mejorar la infraestructura turística en zonas como Potrerillos, la realidad indica que se necesitan dos o tres grandes inversores iniciales. Es necesario otorgarles ciertos beneficios y condiciones para que desarrollen las obras pesadas: caminos, cloacas, sistemas de agua y parquización. Es difícil que esto lo logren pequeños emprendedores de forma aislada. Una vez que los grandes jugadores establecen la base, puede entrar una segunda etapa con particulares y empresas más chicas que ofrezcan alojamiento y actividades. Hoy en día, las pequeñas empresas están enfocadas en sobrevivir y difícilmente pueden acceder a mercados de capitales para grandes inversiones iniciales.
–¿Qué opina del mito “Mendoza es cara”?
-Hay que entender que la macroeconomía del país cambió drásticamente y toda la Argentina quedó cara en dólares tras el ordenamiento económico. Sin embargo, la campaña “Manso” (Manso Alojamiento, Manso Menú) ha puesto a Mendoza nuevamente en el mapa, ofreciendo precios concretos y competitivos. Tenemos bodegas con degustaciones a 15.000 pesos, menús de hasta 30.000 y alojamientos entre 70.000 y 100.000 pesos. Hay más de 250 prestadores, incluyendo zonas como San Rafael y Potrerillos, que ofrecen productos accesibles. Esto demuestra que hay opciones para el turista que decide por precio.
-Claro, pero Mendoza se “globalizó” tanto que quedó cara para los argentinos, que vivimos en un país empobrecido.
-Es que existen productos icónicos que no compiten por precio, sino por su propuesta de valor, como bodegas premiadas o restaurantes con estrellas Michelin. Estos servicios tienen costos elevados debido a la calidad de su vajilla, la cantidad de personal y la presencia de sommeliers. Hace 25 años esto no existía; hoy tenemos vinos con 100 puntos Parker y una gastronomía de primer nivel. El sector ha demostrado una gran capacidad de transformación.
-¿Han cerrado muchos hoteles desde que asumió Milei?
-No he visto hoteles cerrar, aunque sí algunos restaurantes, especialmente franquicias con alquileres altos. En la hotelería, los socios han tenido que aportar capital propio para sostener la estructura y aguantar la temporada baja. Entendiendo que es parte de los ciclos empresariales. Hubo un momento con buenas tasas de financiamiento que ayudó a transitar la crisis antes de los cambios financieros de julio. En cuanto al empleo, se mantuvo la planta permanente, pero no se renovaron contratos eventuales o de temporada. Ha sido una tormenta fuerte que nos obligó a ser más eficientes, como cerrar pisos enteros en hoteles grandes para reducir costos fijos, pero el sector sigue en pie.
-Dicen también que en países como la Argentina el turismo es una de las actividades más sensibles, tanto a lo bueno como a lo malo.
-Así es. Por ejemplo, un volcán con cenizas puede dejarte dos meses sin trabajar, y al poco tiempo la gente está desesperada por volver. En cuanto al personal, aunque las empresas siguen en pie, hubo reducción de plantilla al no renovar contratos eventuales o de temporada, como ocurrió en Las Leñas debido a la falta de nieve.
-Se viene otra Argentina. Distinta a la que modeló el kirchnerismo. Era lo que buena parte del empresariado pedía.
-Tal cual. Atrás quedaron los modelos económicos donde el Estado subsidiaba la energía o implementaba programas como el Previaje. El mensaje del gobierno actual es claro: cada uno debe generar sus propios recursos y ser eficiente para sobrevivir. No sirve de nada esperar una devaluación salvadora o un subsidio del Banco Nación; hay que leer la realidad tal como es y trabajar puertas adentro de la empresa. Aunque el cambio fue brusco y hubo un parate repentino, ahora el modelo está definido y depende de cada empresario adaptarse y entender qué busca el cliente.

-¿Cree que los mendocinos somos en general buenos anfitriones o más bien parcos con nuestros visitantes?
-Hay dos realidades. Dentro del sector turístico, el personal de bodegas y restaurantes está altamente capacitado, maneja idiomas y tecnología; las estrellas Michelin son fruto de ese trabajo a conciencia. Sin embargo, a nivel social, nos enfrentamos a un déficit educativo grave en Argentina. Se nota que a mucha gente le cuesta realizar operaciones básicas o entender la cultura del trabajo.
-¿Me dice que no encuentran gente con la preparación suficiente? Pero oferta educativa y de formación existes.
-No, allí tenemos un problema. Y esto dificulta enormemente la contratación: de mil currículums, apenas cinco o seis resultan viables, ya que muchos postulantes no tienen relación con el perfil buscado. Ante esta realidad, y dado que los resultados de las reformas educativas tardan años en llegar, desde las asociaciones y ONGs buscamos soluciones alternativas mediante capacitaciones gratuitas para encontrar talentos ocultos y ayudar a quienes quieren salir adelante. El bajo nivel educativo se percibe incluso en la ortografía de los mensajes de texto, lo cual es crítico para atender a turistas exigentes.
-Da la sensación de que no nos sentimos una plaza turística, como sí les ocurre a los cordobeses o a los brasileños, por citar sólo dos casos cercanos.
-El turismo es mano de obra intensiva y requiere gente preparada. Esto aplica no solo al hotel, sino también al comercio y al transporte. No puede ser que un taxista en el aeropuerto no sepa dónde queda Chacras de Coria. Existen “burbujas” de baja alfabetización consecuencia de crisis pasadas que debemos atender, porque el turista experimentado nota enseguida si el servicio es profesional o no.
-Además, de las bellezas naturales, también desaprovechamos nuestra historia, nuestra cultura. San Martín tiene estatuas hasta en Washington. Y nosotros lo tuvimos caminando aquí…
-No se olvide de la cultura del agua, que también podríamos mostrar mejor. Como todo lo relativo a la gesta sanmartiniana. Son activos inigualables. San Martín adoraba Mendoza, y nuestra cultura hídrica —herencia de los huarpes y los incas— es algo que se puede explotar muchísimo más. Sin embargo, la provincia es relativamente nueva en el turismo internacional; el enoturismo y la enogastronomía tienen apenas 20 años. La estrategia es captar al cliente con el vino, que es lo más demandado, y una vez aquí, introducir nuestra historia y cultura. Aunque a veces es difícil convencer a un público selectivo, que viene a un evento exclusivo en Las Palapas, de que visite sitios históricos. Pero es un valor que no deberíamos dejar de lado.
-La pandemia impacto de lleno en el turismo de congresos, segmento en el que Mendoza ha sido fuerte. ¿En qué medida pudieron recuperarlo?
-Después de la pandemia, el sector siguió sufriendo mucho debido al auge de la virtualidad y el recorte de gastos empresariales. Ahora estamos en un modelo híbrido y vemos un retorno gradual a la presencialidad. Las empresas están volviendo, pero en un formato distinto y con presupuestos más ajustados. El secreto aquí es la propuesta de valor: si alguien paga una entrada o un servicio costoso, la calidad debe ser acorde. El cliente no perdona si el servicio es deficiente.
-En conclusión: tenemos “materia prima”, pero no es el mejor de los momento. Los mendoicnos tenemos mucho para trabajar.
-El turismo requiere una mirada integral: todos somos necesarios, desde el panadero hasta quien da una indicación en la calle. Es fundamental que esto se integre en la educación temprana, que los chicos sepan que el turismo es un motor vital de la provincia, tal como sucede en Burdeos, donde la cultura del vino se respira en cada rincón. Son procesos culturales que llevan años y requieren constancia.
-¿Cuánto nos sirve la famosa “marca Mendoza” para lograrlo?
-A pesar de las tormentas económicas, Mendoza corre con ventaja porque es una provincia querida. Tiene “buena vibra” tanto en Argentina como en Brasil y Chile. Tenemos un punto de partida a favor, pero debemos ser realistas y mantener una oferta de servicios moderna y renovada. El trabajo está en potenciar el destino.
-Usted dice que las empresas turísticas ahora deben trabajar puertas adentro. Déme un deseo que venga de “afuera”, que ayudaría a los hoteleros y gastronómicos de Mendoza.
-Bueno, seria sobre la conectividad. Necesitamos reforzar los vuelos entre Santiago y Mendoza. La conexión con Panamá y Brasil es buena, pero falta oferta con Chile. Muchos turistas internacionales llegan a Santiago temprano, pero la conexión a Mendoza sale tarde, obligándolos a esperas de hasta ocho horas en el aeropuerto. Es una picardía perder ese tiempo. Un vuelo al mediodía permitiría enganchar a esos pasajeros para que almuercen y pasen la tarde en Mendoza, en lugar de perder el día en una escala. Mejorar esa frecuencia sería una ayuda estratégica importante.
Este artículo se publicó primero en Mendoza Today.
Fuente Mendoza Today

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