Persiste un fuerte núcleo estructural y altos niveles de estrés económico
BUENOS AIRES, 4 de diciembre de 2025 – Total News Agency-TNA-El Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la Universidad Católica Argentina (UCA) informó que la pobreza por ingresos alcanzó el 36,3% en el tercer trimestre de 2025, un descenso de 9,3 puntos porcentuales respecto del mismo período del año pasado y de 8,4 puntos en comparación con los niveles registrados previo a la asunción de Javier Milei. La indigencia, en tanto, se redujo al 6,8%, según la última medición difundida por la institución académica.
Los datos fueron elaborados a partir de la Encuesta de la Deuda Social Argentina (EDSA) y empalmados con la Encuesta Permanente de Hogares (EPH-INDEC), abarcando series que van desde 2010 hasta 2025. El informe sostiene que si bien las cifras muestran una “mejora relativa” frente al deterioro de 2024, la pobreza continúa anclada en niveles históricamente elevados y exhibe un comportamiento estructural difícil de revertir sin transformaciones profundas en el mercado laboral y en las condiciones de empleo.
La UCA subraya que en las últimas dos décadas la pobreza monetaria nunca perforó el piso estructural del 25%, aun en contextos de expansión económica, mientras que la indigencia se mantuvo en torno al 5%. De acuerdo con el reporte, un tercio de la población argentina sigue atrapado en condiciones de vulnerabilidad persistente, con fuerte dependencia de transferencias públicas y empleos informales o de subsistencia.
Diferencias entre mediciones y efectos estadísticos
El informe también comparó sus estimaciones con los datos oficiales: el INDEC habría proyectado para el segundo trimestre de 2025 una tasa de pobreza cercana al 31,8%, lo que implicaría una caída de 9,5 puntos respecto de 2023. Sin embargo, la UCA advierte un sesgo por subregistro de ingresos en la EPH, que tiende a mostrar una caída mayor a la real.
Corrigiendo ese desfasaje metodológico, el retroceso efectivo de la pobreza monetaria sería de apenas 2,1 puntos porcentuales, y la tasa corregida se ubicaría en torno al 35%. Según la UCA, tres cuartas partes de la baja oficial podrían explicarse por un efecto estadístico, más que por una mejora sustantiva en los ingresos reales de los hogares.
Hogares con niños: una brecha que persiste
La pobreza golpea con más fuerza a los hogares donde viven niños y adolescentes.
La medición de 2025 arroja:
- 48,8% de pobreza en hogares con niños.
- 10,8% en hogares sin niños.
El informe advierte que esta brecha no se redujo significativamente pese a las transferencias sociales y a la desaceleración inflacionaria registrada en los últimos meses.
Pobreza crónica: un núcleo duro que no se mueve
La UCA determinó que 27,6% de la población fue pobre en forma continua entre 2024 y 2025, lo que evidencia una persistencia de privaciones difícilmente reversible en el corto plazo.
En los estratos socioeconómicos más bajos la situación es mucho más severa:
el 60,9% del nivel “Muy Bajo” permaneció en pobreza crónica, una cifra que demuestra la profundidad de la exclusión estructural.
Estrés económico e inseguridad alimentaria
El informe incorpora indicadores directos de privaciones sociales:
- 46,8% de la población declara vivir bajo estrés económico.
- En los sectores bajos, 7 de cada 10 hogares no logran cubrir gastos básicos.
- 18,7% de los hogares sufre inseguridad alimentaria total y 7,8%, inseguridad severa.
En el estrato “Muy Bajo”, la inseguridad alimentaria alcanza picos superiores al 40%.
La UCA también relevó el impacto emocional del deterioro económico: el malestar psicológico afecta al 37,7% de las personas en niveles socioeconómicos muy bajos, el doble que en los sectores de mayor ingreso.
Transferencias sociales: necesarias pero insuficientes
El estudio simuló escenarios sin programas de asistencia:
- La indigencia se duplicaría y llegaría al 12,8%.
- La pobreza crecería cerca de 20%, ubicándose en torno al 41,8%.
Aun así, la UCA insiste en que estas políticas no compensan la debilidad del mercado laboral ni la precarización que afecta a amplios segmentos de la población.
Un alivio estadístico, sin resolver la raíz del problema
El organismo concluye que, pese a la baja en los indicadores monetarios registrada en 2025, no se observa un cambio estructural en la matriz de desigualdad. La pobreza permanece elevada, y los sectores históricamente vulnerables continúan atrapados en un círculo de informalidad, bajos ingresos y dependencia estatal.
“Estas mejoras relativas se deben, en parte, a la estabilización inflacionaria y al refuerzo de transferencias sociales, pero no implican un cambio estructural”, señala el reporte final.

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