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La economista y divulgadora financiera Lorena Álvarez, ha puesto el foco en un aspecto al que pocas veces se presta atención: la relación emocional que cada persona mantiene con su propio dinero. En un vídeo publicado en su canal de YouTube, la experta explica que comprender esta dinámica es esencial para mejorar la salud financiera y tomar decisiones más conscientes. “Es importante entender cómo somos respecto al dinero”, afirma, recordando que estos patrones suelen formarse en la infancia y en el entorno familiar.
Álvarez sostiene que conocer esta “personalidad financiera” permite identificar puntos fuertes, corregir hábitos dañinos y adoptar estrategias más equilibradas. Aunque describe cuatro grandes perfiles, advierte de que la mayoría de las personas encaja en una combinación de varios: “Aunque tenéis que saber que normalmente las personas solemos formar parte de dos o tres de las posturas, no somos radicalmente de una o radicalmente de otra”.
El primero de ellos es el perfil evitador, personas que viven desconectadas de sus finanzas y prefieren no pensar en ingresos, gastos o presupuestos. No es miedo al dinero, explica, sino pura desatención. Aun así, alerta de que esa falta de control puede llevar a problemas futuros, deudas olvidadas o ausencia total de planificación. “Suelen tener deudas muchas veces por desconocimiento o tardan en pagar a la gente que deben dinero, son los últimos en hacer los Bizum porque se desentienden de este tema”, señala. Su ventaja, según Álvarez, es que “viven ajenos a este tipo de problemas”, pero recuerda que ignorar un pilar tan relevante como el dinero puede causar dificultades graves.
En el lado opuesto aparece el perfil gastador, más impulsivo y orientado al disfrute inmediato. Este tipo de consumidor “gasta sin pensar con antelación si ese gasto se lo pueden permitir o no”, dejándose influir por el marketing y las compras emocionales. Su parte positiva es que saben vivir el presente, cuidarse y disfrutar, aunque con el riesgo de vaciar su cuenta a la misma velocidad que entra el dinero.

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El tercer grupo es el de los ahorradores, quienes sienten comodidad gestionando presupuestos, haciendo cálculos y planificando a largo plazo. Según Álvarez, valoran el orden y la estabilidad, aunque llevados al extremo pueden caer en el sacrificio constante del presente: renuncian a caprichos, viajes o cenas por priorizar el futuro. “Cada euro que van a gastar en algo lo piensan y lo repiensan muchísimo”, señala.
El último perfil es el del monje, una postura marcada por la desconfianza hacia el dinero. Lo ven como algo que puede corromper o desviarles de su crecimiento personal, por lo que tratan de desprenderse de él en cuanto lo obtienen. “Prefiere mucho más centrarse en todo el tema más espiritual, desarrollo personal, creyendo que el dinero interfiere en ese desarrollo personal”, explica. Aunque poseen una gran sensibilidad social, esta visión les impide construir un colchón financiero mínimo que les permita precisamente ayudar a otros, que suele ser su propósito final.
Fuente El Confidencial

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