Caracas, 10 de diciembre de 2025-Total News Agency-TNA-El despegue nocturno del avión de Eastern Airlines, autorizado para transportar a un nuevo grupo de venezolanos deportados desde Estados Unidos, terminó convirtiéndose en uno de los episodios de inteligencia más audaces y decisivos de la crisis venezolana contemporánea. Lo que para Washington era un operativo rutinario, y para Caracas un gesto en medio de la tensión bilateral, se transformó en la maniobra que permitió a la líder opositora María Corina Machado salir finalmente de la clandestinidad, preservar su vida y presentarse ante el mundo como símbolo de resistencia democrática.
Según reconstruyó TNA a partir de fuentes diplomáticas y de inteligencia consultadas bajo estricta reserva, la operación se diseñó con una sincronización quirúrgica. Mientras el régimen de Nicolás Maduro celebraba la recepción de los deportados —un gesto que le permitía sugerir un diálogo funcional con Estados Unidos pese al cierre del espacio aéreo decretado por Washington—, un segundo movimiento se ejecutaba en silencio dentro del mismo dispositivo aeroportuario. Bajo cobertura diplomática y con documentación emitida en extremo secreto, Machado abordó el vuelo de retorno ocultando su identidad a los ojos de los servicios de inteligencia venezolanos, cubanos y rusos, que hasta último momento asumían que continuaba oculta en el interior de Venezuela.
La maniobra, explican especialistas consultados, constituye un hito por su impacto: no solo permitió que Machado abandonara un entorno de altísimo riesgo personal —luego de meses en la clandestinidad, trasladándose entre refugios improvisados mientras el régimen estrechaba el cerco—, sino que habilitó su llegada a Europa para recibir el Premio Nobel de la Paz. La líder opositora había sido declarada “objetivo político prioritario” por sectores del chavismo duro; su supervivencia dependía de una salida que combinara sigilo, protección internacional y desinformación operativa. Ese corredor, finalmente, se abrió ese día.
La confirmación pública de su presencia en Oslo, emitida por el Instituto Nobel noruego, selló el éxito del operativo. “Hablamos con ella la pasada noche y nos dijo que estará en Oslo”, declaró Erik Aasheim, portavoz del instituto. Por eso, TNA recien publica este artículo Ese anuncio descolocó al aparato oficial venezolano, que hasta entonces sostenía versiones contradictorias sobre su paradero: desde insinuaciones de fuga por pasos clandestinos hasta el relato de que seguía en territorio venezolano bajo vigilancia. Nada de eso había sido cierto. Machado había logrado evadir uno de los sistemas de contrainteligencia más densos del continente.
En paralelo, Edmundo González Urrutia, presidente electo reconocido por la oposición y exiliado en España, se trasladó a Noruega para participar de una ceremonia que promete dejar una marca en la historia venezolana reciente: tras la entrega del Nobel, está previsto que preste juramento simbólico ante mandatarios latinoamericanos y europeos, emita decretos y consolide una estructura de legitimidad internacional que desafía abiertamente la continuidad del régimen chavista.
La escena que aguarda en Oslo, con Machado libre después de meses de encierro invisible y González Urrutia actuando como presidente legítimo, configura un tablero completamente inédito. Para la comunidad internacional, el operativo no solo rescata a una figura clave en riesgo extremo; también reconfigura el eje político venezolano en un momento en que el chavismo enfrenta aislamiento creciente y fisuras internas.

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