Teherán, 11 de diciembre de 2025 – Total News Agency-TNA –Un alto oficial iraní responsabiliza directamente al Mossad del asesinato del destacado científico nuclear Mohsen Fakhrizadeh, asegurando que los perpetradores fueron reclutados dentro de Irán y formados mediante cursos intensivos en el extranjero. Así lo declaró el mayor general Ebrahim Jabbari, asesor militar del régimen, quien afirmó que los atacantes habrían recibido entrenamiento en tres ciclos de 21 días cada uno y que el servicio de inteligencia israelí habría invertido unos 25.000 euros por cada recluta.
Según Jabbari, la operación no habría implicado el ingreso directo de comandos extranjeros, sino la activación de una red de colaboradores locales que, tras su paso por campos de entrenamiento en el exterior, regresaron para ejecutar la emboscada contra Fakhrizadeh. Si se corroboran estas afirmaciones, se trataría de una confirmación del grado de infiltración del Mossad en territorio iraní, una hipótesis recurrente en las denuncias de Teherán sobre operaciones de inteligencia clandestinas en su contra.
Fakhrizadeh, considerado durante años “el padre” del supuesto programa de armas nucleares iraní, fue asesinado el 27 de noviembre de 2020 en las cercanías de Absard, a las afueras de Teherán. En ese ataque, un vehículo armado con una ametralladora operada a distancia abrió fuego contra su convoy, una operación ampliamente atribuida a Israel por autoridades iraníes. Desde entonces, Teherán ha condenado el atentado como un acto de guerra encubierta y represalia contra su desarrollo científico —acusaciones que Israel no ha negado ni confirmado públicamente.
Esta nueva versión eleva el sigilo de la operación: en lugar de un ataque externo, se describe como una conspiración estructurada desde dentro del país, con agentes locales que habrían sido preparados específicamente para la tarea. La inversión en cada recluta —relativamente baja en términos militares— sugiere una táctica eficiente, basada en la conversión de ciudadanos comunes en ejecutores, una estrategia que el régimen iraní denuncia como “uso de mano de obra local para crímenes de guerra”.
El contexto regional acentúa la gravedad de las acusaciones. En 2025, luego de la ofensiva israelí sobre instalaciones nucleares y misiles en Irán —identificada como Operación Rising Lion—, Teherán intensificó las detenciones y ejecuciones por presunto espionaje. Entre los casos recientes, figura la ejecución de un hombre descrito como “espía importante para Israel”, acusado de colaborar con Mossad en infiltraciones informáticas y robo de datos. Además, en los últimos meses, hubo decenas de arrestos de personas acusadas de transmitir información sobre objetivos estratégicos a la inteligencia israelí.
Las autoridades iraníes sostienen que el espionaje y la infiltración de redes de agentes duros son parte de una guerra en la sombra que busca debilitar su capacidad de defensa y neutralizar su programa nuclear. Sin embargo, algunas organizaciones de derechos humanos y observadores internacionales advierten que muchos de los detenidos habrían sido condenados tras procesos judiciales opacos, basados en confesiones que podrían haber sido extraídas bajo tortura, lo que pone en duda la validez de las pruebas presentadas por el régimen.
Por su parte, la narrativa de un asesinato ejecutado por colaboradores internos entrenados en el extranjero, en lugar de por agentes infiltrados directamente desde el exterior, podría complicar aún más la situación de Irán: si bien permite ampliar la ficción de una amenaza externa persistente, también pone de relieve el grado de penetración que tiene el Mossad —o al menos eso afirma la versión oficial— en la sociedad iraní.
Desde Occidente aún no han surgido verificaciones independientes de la versión presentada por Jabbari. Analistas de inteligencia advierten que este tipo de afirmaciones, si bien no descabelladas, requieren pruebas robustas —documentación de entrenamientos, traslado de personas, vigilancia internacional—, difíciles de obtener en un escenario fuertemente enclavado en el secreto estatal.
El nuevo relato divulgado por Teherán acrecienta la tensión en un escenario ya marcado por la desconfianza mutua, ataques encubiertos y una escalada de violencia y represalias entre Irán e Israel. Si bien se trata de una versión más detallada del asesinato de Fakhrizadeh, abre interrogantes sobre hasta qué punto los servicios de inteligencia israelíes han logrado penetrar redes locales en Irán, y sobre la legitimidad de las posteriores purgas y ejecuciones contra presuntos colaboradores.

Argentina
España
USA
Israel















