Doha, 16 de diciembre de 2025-Total News Agency-TNA-La conferencia celebrada este martes en Doha, impulsada por el Comando Central de Estados Unidos (CENTCOM), concluyó sin acuerdos concretos sobre el eventual despliegue de una fuerza internacional de seguridad en la Franja de Gaza, dejando abiertos los principales interrogantes políticos y militares que rodean la iniciativa. Pese a las expectativas generadas en torno al encuentro, no hubo definiciones sobre el mandato, las reglas de intervención ni el alcance real de una misión que, por ahora, sigue envuelta en ambigüedad.
Según confirmaron fuentes diplomáticas europeas presentes en la reunión, el foro no logró resolver los aspectos centrales que continúan bloqueando cualquier avance operativo. En particular, no se alcanzó consenso sobre si la fuerza tendría un rol meramente estabilizador o si estaría habilitada a intervenir de manera directa en tareas sensibles como el desarme de Hamás, un punto considerado crítico y altamente controversial por varios de los países invitados.
La conferencia fue presentada como una continuación de las conversaciones preliminares mantenidas semanas atrás en Washington. Abrió con una exposición de un alto oficial estadounidense, quien detalló los objetivos estratégicos de Estados Unidos y delineó una propuesta inicial de misión. El planteo incluyó referencias a la necesidad de garantizar condiciones mínimas de seguridad en Gaza tras el conflicto, facilitar la asistencia humanitaria y evitar un vacío de poder que pueda ser aprovechado por organizaciones terroristas.
Sin embargo, tras esa presentación inicial, el encuentro derivó en un intercambio más exploratorio que resolutivo. Estados Unidos solicitó a los países participantes que manifestaran su interés preliminar y evaluaran una eventual contribución, pero sin poner sobre la mesa un marco jurídico-político definido que despeje las dudas sobre responsabilidades, riesgos y costos políticos internos para cada gobierno.
Uno de los principales puntos de fricción sigue siendo la ausencia de una respuesta clara sobre el mandato. Las delegaciones coincidieron en que, sin una definición precisa sobre las atribuciones de la fuerza, su relación con Israel, la Autoridad Palestina y los actores locales, cualquier compromiso resulta prematuro. La posibilidad de que la misión quede atrapada entre tareas policiales, funciones militares y objetivos políticos contradictorios genera fuertes reservas, especialmente en países europeos.
El debate sobre el eventual desarme de Hamás fue otro de los temas que quedó deliberadamente abierto. Algunas delegaciones consideraron que una fuerza internacional sin capacidad ni mandato para abordar esa cuestión correría el riesgo de convertirse en un actor irrelevante o, peor aún, en un factor de legitimación indirecta del statu quo armado en Gaza. Otras, en cambio, advirtieron que involucrar a tropas internacionales en ese objetivo equivaldría a arrastrarlas a un conflicto directo con consecuencias imprevisibles.
Como único resultado concreto, se acordó avanzar en una reunión de seguimiento de los jefes del Estado Mayor militar prevista para enero próximo, aunque todavía no se definió la sede ni la agenda detallada. Ese encuentro buscaría, en teoría, profundizar los aspectos técnicos y operativos, aunque fuentes diplomáticas admiten que sin una definición política previa difícilmente se logren avances sustanciales.
La falta de resoluciones en Doha refleja las profundas divisiones internacionales sobre el futuro de Gaza y pone de relieve los límites de la iniciativa estadounidense en esta etapa. Mientras Washington intenta construir una arquitectura de seguridad posconflicto, sus socios muestran cautela frente a una misión cuyo alcance, riesgos y objetivos finales siguen siendo difusos.
En ese contexto, la conferencia dejó una señal clara: la idea de una fuerza internacional para Gaza continúa en fase embrionaria, más cerca del terreno diplomático que del operativo. Sin mandato definido, sin consenso político y sin claridad sobre su relación con actores armados locales, el proyecto permanece atrapado en una zona de indefinición que posterga cualquier despliegue real y mantiene la incertidumbre sobre el futuro inmediato del enclave palestino.

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