Buenos Aires, 20 de diciembre de 2025-Total News Agency-TNA-La reciente operación militar Southern Sovereignty, desarrollada por el Reino Unido en las Islas Malvinas y zonas adyacentes del Atlántico Sur, reavivó el debate histórico sobre el avance británico en espacios marítimos de jurisdicción argentina más allá de la zona de exclusión establecida durante la guerra de 1982 y sobre la persistente militarización del archipiélago.
Durante el conflicto del Atlántico Sur, el Reino Unido no solo impuso una zona de exclusión marítima y aérea alrededor de Malvinas, sino que amplió de facto su control operativo sobre amplias áreas del mar argentino mediante patrullas navales, despliegues submarinos y control de líneas de navegación. Esa ocupación marítima, que excedió los límites inicialmente declarados, permitió a Londres asegurar superioridad naval, interrumpir movimientos argentinos y sentar las bases de una presencia militar permanente que se consolidó tras el fin de las hostilidades.
Desde entonces, el Reino Unido mantuvo un esquema sostenido de control marítimo y aéreo en el Atlántico Sur, con patrullas permanentes, ejercicios regulares y una infraestructura militar robusta en Malvinas. La base de Mount Pleasant se convirtió en el eje central de esa estrategia, permitiendo proyección aérea de largo alcance y una vigilancia continua sobre espacios marítimos argentinos.

La operación Southern Sovereignty, ejecutada en diciembre, se inscribe en esa lógica histórica. El ejercicio fue coordinado por las fuerzas británicas en el Atlántico Sur y tuvo como núcleo al patrullero oceánico HMS Forth, que actuó como plataforma de comando para operaciones simultáneas en dominios marítimos, terrestres y aéreos. A la maniobra se sumaron despliegues en Georgias del Sur y en la isla Ascensión, puntos clave dentro del entramado logístico británico.
El despliegue naval, combinado con la presencia de tropas terrestres y medios aéreos, buscó ensayar la capacidad de Londres para ejercer control efectivo en un espacio marítimo extenso y de difícil acceso. Analistas militares señalan que este tipo de ejercicios no solo tiene un objetivo defensivo, sino que reafirma una ocupación operativa permanente del Atlántico Sur, reforzando la disuasión frente a cualquier intento de cuestionamiento soberano.

El componente aéreo incluyó cazas de superioridad Eurofighter Typhoon y aeronaves de transporte estratégico A400M, operando desde Malvinas. Esta capacidad permite al Reino Unido sostener rápidamente fuerzas en el archipiélago argentino, garantizar el control del espacio aéreo y asegurar la conexión logística con otras bases bajo su control. En paralelo, tropas del Royal Irish Regiment fueron desplegadas de manera rotativa, consolidando un esquema de presencia flexible y descentralizada.
Especialistas en defensa subrayan que estos despliegues profundizan la militarización de un territorio cuya soberanía permanece en disputa y extienden, en los hechos, el control británico sobre áreas marítimas de jurisdicción nacional. Recuerdan además que, durante la guerra, la superioridad naval británica fue clave para asegurar la ocupación posterior y limitar la capacidad argentina de operar en su propio mar.
La continuidad de estos ejercicios, sumada a la ausencia de pronunciamientos oficiales recientes por parte del Gobierno argentino, marca un contraste con períodos anteriores, en los que cada maniobra británica generaba protestas diplomáticas formales. Para observadores del escenario estratégico, el silencio oficial no modifica la realidad de fondo: el Reino Unido mantiene y refuerza un dispositivo militar que consolida su control en Malvinas y en amplias zonas del Atlántico Sur, con implicancias directas sobre los intereses soberanos argentinos y sobre el equilibrio geopolítico en la región. Esto no cambia la realidad. Las Islas Malvinas, son Argentinas.

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