Por Daniel Romero
Buenos Aires-27 de Diciembre de 2025-Total News Agency (TNA) – El peronismo enfrenta un panorama desolador de cara al futuro, condenado a elegir entre opciones que revelan su agotamiento estructural. Por un lado, Máximo Kirchner, el “inútil hijo del matrimonio presidencial más corrupto de la historia argentina”, y por el otro, Axel Kicillof, un “curioso marxista” con afinidad por sustancias no avaladas por la OMS y un estilo de vida secreto que incluye modelos acompañadas de camionetas de lujo. Esta dicotomía subraya la escasez de ofertas viables en el movimiento, no solo a nivel provincial sino nacional, donde el fracaso acumulado en gestión deja poco margen para el optimismo. Los secretos de Kicillof en dos artículos.
A pesar de un segundo mandato como gobernador de Buenos Aires marcado por fracasos notorios, Kicillof persiste en su ambición política. La inseguridad rampante ha sido uno de los puntos más criticados, poco resaltados por medios nacionales y provinciales que reciben esplendorosa pauta oficial: la Policía Bonaerense aparece diezmada e inoperante, con miles de efectivos por debajo de la línea de pobreza y más del 40% con carpetas médicas por alcoholismo o adicciones. El sistema de salud provincial, encarnado en el IOMA, se encuentra totalmente devastado, con denuncias penales contra el titular Homero Giles y el propio Kicillof por administración fraudulenta, malversación de fondos y asociación ilícita. Opositores cuestionan la falta de resultados tras seis años de gestión, con picos de 2.917 robos violentos en 2024 y un aumento sostenido en delitos. Kicillof atribuye estos problemas a recortes nacionales impulsados por Javier Milei, argumentando que limitan las acciones en seguridad y salud, aunque lo que hace es evadir responsabilidades y de usar la Policía como parte del problema en lugar de la solución.
Sin embargo, el gobernador acelera su proyección nacional, distanciándose de Cristina Fernández de Kirchner (CFK) y posicionándose como alternativa a Milei para las presidenciales de 2027. En los últimos días del año, Kicillof ha impulsado la expansión del Movimiento Derecho al Futuro (MDF), lanzando su candidatura implícita durante un plenario en Ensenada con cerca de 1.500 militantes, en realidad muy poco si la busca proyectarse nacionalmente. “Venimos a crear futuro”, declaró, enfatizando que no basta con el peronismo bonaerense y llamando a un proyecto más amplio y federal. Busca instalar “franquicias” del MDF en todo el país, con aliados como gobernadores peronistas y una red que incluye al intendente de La Plata, Julio Alak; históricos como Julio Pereyra y Alberto Descalzo; el exministro Alberto Sileoni; y funcionarios como Andrés Larroque, Gabriel Katopodis, Carlos Bianco y Cristina Álvarez Rodríguez.
Mientras tanto, el cristinismo se enreda en sus propias internas, con CFK internada por complicaciones postoperatorias tras una apendicitis. La relación con Kicillof se reduce a conveniencias mutuas, sin lazos profundos. Incidentes en Lanús y Quilmes, gobernados por intendentes de La Cámpora, han sido vinculados al gobernador a través de figuras como Agustín Balladares del MDF. Kicillof ignora las críticas, actuando como un “tiempista” que mide sus respuestas y lo mismo con sus acciones, prueba de ello es el estado de la provincia. En paralelo, choques internos como el entre Mayra Mendoza y Juan Grabois por una ordenanza de estacionamiento en Quilmes exponen fracturas: acusaciones de fomentar violencia, represión y negocios con la marginalidad.
La balanza parece inclinarse hacia Kicillof, con sectores peronistas bonaerenses enrolándose en el MDF al olfatear poder futuro y dinero de las agotadas arcas provinciales. El kicillofismo busca controlar el PJ Bonaerense desde marzo de 2026, negociando unidad pero con márgenes estrechos. Máximo Kirchner dio señales de acercamiento, como permitir apoderados del MDF en el consejo partidario, pero gestos como usar una remera provocadora marcan distancias. Gobernadores peronistas se alejan de CFK, buscando mayor protagonismo y perfilando sucesores, lo que diluye su influencia.
Adicionalmente, Kicillof sumó encuentros con la CGT de tinte electoral y participó en foros internacionales, contrastando con Milei. El peronismo atraviesa un momento definitorio, con fricciones que claman por una conducción nacional unificadora, pero las internas ferozes entre kicillofismo y cristinismo sugieren un camino tortuoso entre dos opciones agotadas. Todo puede mutar, pero el contexto actual expone un movimiento fragmentado y con ofertas limitadas.

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